Lo dramático de la pandemia retrata a quienes, cuando debían tomar decisiones, priorizaron otros intereses antes que velar por los ciudadanos y su salud. Hoy El ESPAÑOL revela que la Generalitat de Cataluña afronta el pico de la pandemia por coronavirus con una de las ratio de UCI más bajas de toda la UE.

Cataluña, por cada 100.000 habitantes, solo dispone hoy de 8 camas para pacientes en cuidados intensivos. Un hito que es más doloroso cuando vemos la imagen en perspectiva: en 2010 la Generalitat destinaba un 30,3 % de sus Presupuestos a la Sanidad; en las últimas cuentas, apenas un 23,2%.

Hacer país

Para mayor escarnio, el presidente Torra ha presentado su proyecto presupuestario -suspendido por las circunstancias- como eminentemente "sociales". Este mismo miércoles, el nacionalismo catalán, en este caso por boca de Gabriel Rufián (ERC), volvía a exigir desde la tribuna del Congreso mayor sensibilidad social. ¿Dónde ha estado escondido estos años en Cataluña? Su partido ha sido copartícipe de la paupérrima situación de la Sanidad catalana.

Por medio, claro, los ingentes recursos de la Administración autonómica derivados a sufragar el proceso independentista, TV3, las embajadas catalanas y todos los disparates imaginables con los que el separatismo se ha consagrado al objetivo de "hacer país" con el dinero de todos los catalanes.

Subdesarrollo

No hay que perder de vista, y más ahora que el independentismo trata torticeramente de culpar a España de su subdesarrollo hospitalario, que las competencias sanitarias están completamente transferidas a Cataluña desde hace décadas. Y que es el Govern, por tanto, el que decide cuánto dinero destina a su sistema de Salud.

En el fondo, la aberración del separatismo de priorizar sus sueños identitarios incluso en contra de más de la mitad de los catalanes ha quedado al descubierto con esta crisis sanitaria. Los ciudadanos deben exigir responsabilidades a todos aquellos políticos que anteponen los lazos amarillos a cualquier otro objetivo, poniendo así en riesgo lo más preciado que tienen: la propia vida.