Pablo Iglesias está aprovechando el frente judicial que se le abre a Don Juan Carlos por el presunto cobro de comisiones para redoblar su ofensiva contra la monarquía. La Corona es un estorbo -quizás el mayor- en su propósito de desmontar el régimen constitucional. 

Antes de formar parte del Gobierno de coalición, Podemos ya intentó arrastrar al PSOE a una comisión parlamentaria para investigar los negocios de Juan Carlos. Ahora lo pretende de nuevo. Dada la situación prejudicial del Emérito, el empeño de Iglesias toma nuevos bríos, siquiera sea para armar ruido.

Transición

En realidad, la misma mayoría que permitió la investidura de Pedro Sánchez es la que ahora trata de arramblar con nuestro modelo de Estado y coaccionar al PSOE. De momento, los socialistas bloquearán una comisión parlamentaria sobre el padre del Rey que podría convertirse en una aquelarre. Pero habrá que ver cuánto resiste ante la presión de nacionalistas y populistas, lo que se dio en llamar la alianza Frankenstein de Sánchez.

De poco vale recordar al populismo que la conducta poco edificante que haya podido tener el Emérito en determinados momentos no empaña el esfuerzo de todos los españoles por alcanzar la democracia: la Transición no fue sólo Juan Carlos. Es más, los hechos sobre los que tiene que pronunciarse la Justicia están circunscritos a una etapa en la que ya no reinaba. 

¿Más democracia? 

Del mismo modo que santificar a Juan Carlos I obviando sus sombras y torpedeando la labor de los jueces sería un error, resultaría disparatado dinamitar toda su trayectoria o cargar sus desmanes sobre los hombros de su hijo, Felipe VI.

En cualquier caso, parece una broma de mal gusto que quienes se presentan como portadores de una democracia más pura para derribar el régimen del 78 lo hagan de la mano de los herederos de ETA y de los nacionalistas; de quienes más alejados pueden estar de la concordia.