El Ministerio de Educación y el de Derechos Sociales y Agenda 2030 han elaborado una guía para los campamentos de verano dirigida a los tutores de los "NNA". Este es el acrónimo que el Gobierno utiliza ahora para referirse a "Niños, Niñas y Adolescentes".
En las 37 páginas del documento, junto a las sugerencias para que los menores pasen de la mejor manera estas vacaciones atípicas por culpa del coronavirus, el término NNA aparece 80 veces, lo que genera, de entrada, hilaridad y extrañeza.
Economía del lenguaje
En realidad, en esta guía para pasar "un verano inclusivo y de calidad", tanto el Ministerio de Pablo Iglesias como el de Isabel Celaá denotan una predilección obsesiva por dar carta de naturaleza a expresiones que van contra los principios básicos de la comunicación y de la economía del lenguaje.
Es cierto que hubiera sido insufrible reiterar 80 veces la fórmula de "niños, ñiñas y adolescentes" en el documento de marras. Pero es que la Real Academia Española es concluyente en relación al debido "uso genérico del masculino" cuando, como es el caso, "se basa en su condición de término no marcado en la oposición masculino/femenino". Y esto es así no por capricho ni por imposición de géneros, sino para evitar "desdoblamientos artificiosos e innecesarios".
Polémica artificiosa
El Gobierno se pierde en las formas utilizando neologismos y giros gramaticales artificiosos para seguir haciendo guiños a colectivos minoritarios pero beligerantes en sus posiciones, aunque al hacerlo sacrifiquen el entendimiento y el sentido común. Una moda que, por cierto, tiene poco recorrido en el resto del mundo hispanohablante.
Se trata de hacer de un galimatías lingüístico una cuestión de Estado, y defenderlo como un logro social de primer orden. En eso sí que hay unanimidad en el Gobierno de coalición.