El Ministerio de Igualdad ha elaborado una guía destinada a los profesionales de la educación para ayudar a prevenir el acoso en las escuelas por "LGTBIfobia". Más allá de los buenos propósitos para avanzar hacia una sociedad tolerante e inclusiva, sus páginas se exceden claramente en algunos puntos.

Titulada "Somos diversidad", la guía se adentra en ámbitos que deberían pertenecer a la libertad de elección de los padres a la hora de educar a sus hijos. Pero además está impregnada de una ideología muy concreta, tanto que no es compartida siquiera por los colectivos feministas y LGTBI, los más activos en esta materia.

Teorías 

La guía, impulsada por la ministra Irene Montero, cuenta con un vocabulario de difícil comprensión e intenta colar por la puerta de atrás la teoría queer, según la cual la identidad sexual no viene determinada por la biología, ya que ésta sería dinámica y dependería de la voluntad del individuo. Se trata de una tesis que el Ministerio da por cierta, cuando es ampliamente discutida por los científicos.

De hecho, el texto obvia otras corrientes de pensamiento como la neurociencia, que ha contribuido a conocer el influjo de las hormonas en la orientación e identidad sexual. En cualquier caso, y más allá de discusiones académicas, lo que la guía deja a las claras es que la escuela no debería estar al albur de las modas y la propaganda ideológica, más aún cuando estas ni siquiera cuentan con consenso social.

Conejillos

Las nuevas generaciones no pueden ser tratadas como conejillos de indias a las que, con la excusa de la tolerancia, se les introduce en experimentos típicos de ingeniería social, donde se les anima, por ejemplo, a participar en actividades como 
"el armario gay" o la "sopa lésbica", que hoy describimos en EL ESPAÑOL. 

En cualquier momento, algo así sería censurable, pero financiar proyectos de este tipo cuando crecen día a día las colas en los bancos de alimentos es absolutamente disparatado. Queda claro que a la ministra Montero no le importa instrumentalizar a los menores para avanzar en su agenda ideológica y política. La parte sensata del Gobierno debería impedírselo.