Es gravísimo para un partido que gobernó España durante siete años, o al menos para su cúpula, que fondos reservados se destinaran supuestamente a la llamada Operación Kitchen, que tenía como objetivo hurtar a Luis Bárcenas todos los documentos que custodiaba el tesorero y que comprometían a destacados miembros del PP en una trama de financiación ilegal y cobros de sobresueldos.
Que la Fiscalía Anticorrupción reseñe el "interés personal" de la ex secretaria general del Partido Popular en una operación "parapolicial" para desmontar a Bárcenas, que en el mismo informe se detalle que el ex ministro Jorge Fernández Díaz pudo tener una actuación de la que hay indicios "muy numerosos y concluyentes"... que el ex comisario Villarejo haya "podido actuar por "cuenta directa del PP" son motivos suficientes para, como mínimo, cuestionar hasta al más mínimo detalle la anterior dirección de Génova 13. Y en eso, la labor fiscalizadora de la Justicia y de la prensa ha de ser implacable. Cada cual con sus tiempos y sus procedimientos.
Sainete y venganzas
Todos los ingredientes de este sainete de vendettas y de intereses personales en salvarse de la quema dice mucho y malo de una época reciente y de un partido que, mientras realizaba presuntamente estas prácticas, tenía que sacar a España de la anterior crisis económica.
Es verdad que en el congreso de la refundación de enero de 2019, Pablo Casado se comprometió a luchar contra la corrupción y que ayer mismo volvió a reiterar ese mismo compromiso asegurando que en esa época no tenía responsabilidades y que era un mero "diputado por Ávila".
La ejemplaridad
Pero en nuestro país, y aunque no sean magnitudes comparables, aún está muy fresco el recuerdo de la guerra sucia contra ETA que mancilló durante demasiado tiempo el nombre del PSOE, entonces el partido en el Gobierno.
De Pablo Casado depende romper radicalmente con el pasado reciente de su partido en el que el "sé fuerte" de Mariano Rajoy a Luis Bárcenas adquiere un nuevo e inquietante sentido. De momento, el líder del PP va a poner todo su empeño en la "ejemplaridad" en que la marca PP "no quede dañada".