El Consejo de Ministros aprobó este martes el techo de gasto y el cuadro macroeconómico para el año próximo. Se trata del procedimiento previo y necesario a la redacción de los Presupuestos. En un escenario marcado por el desplome del PIB, Moncloa ha decidido disparar el límite de gasto un 53,7% más respecto al del año pasado.
Pese a que el Gobierno admite que la deuda pública ascenderá al 118% del PIB (tres puntos más de lo esperado hasta ahora), la vicepresidenta económica, Nadia Calviño, ha insistido en que España habrá recuperado la situacón previa a la pandemia en 2022. Hay que decir que la AIReF sólo lo ve posible si se dan circunstancias "favorables" y siempre y cuando el coronavirus pueda controlarse adecuadamente.
Sin precedentes
De entrada, hay que apuntar que la recesión de la economía española es mucho más profunda de lo que calculó el Gobierno en los meses del confinamiento. Es obvio que vivimos una situación excepcional, pero recurrir a un gasto público de esa envergadura, sin precedentes, es una decisión que debería ir acompañada de un riguroso plan de ajuste, algo que, con la presencia de Podemos en el Gobierno, se antoja imposible.
El incremento espectacular del gasto público con el que el Gobierno pretende salir del agujero podrá hacerse por la llegada de los fondos europeos, pero generará un déficit de 95.000 millones en 2021. Y con una deuda sobre PIB tan alta como la que ya tenemos, generar tanto déficit en un solo año es algo muy peligroso.
Barra libre
Con razón, el PP va a exigir un "plan de equilibrio presupuestario", obligatorio cuando el Ejecutivo decide eludir las reglas fiscales de la Ley de Estabilidad. Como el Gobierno no lo ha presentado aún, deberá hacerlo antes de buscar en el Congreso apoyo a su barra libre de gasto.
Lo sustancial, pues, no es que Sánchez haya decidido disparar la deuda pública, sino que para que su apuesta de techo de gasto sin techo tenga credibilidad, necesita elaborar un plan que acredite la viabilidad.