"Es metafísicamente imposible que haya podido destruir los papeles de Bárcenas" ha dicho Mariano Rajoy durante su comparecencia como testigo ante el tribunal de la Audiencia Nacional que juzga el presunto pago de las obras de la sede del PP con cargo a la caja B del partido.
Según el expresidente del Gobierno, la primera vez que vio los papeles de Bárcenas fue el 31 de enero de 2013 "en un diario nacional".
Rajoy ha utilizado también las palabras "demencial" y "delirio" para las acusaciones del extesorero Luis Bárcenas contra él y otros altos cargos del PP. "No hay ninguna caja B del PP. Habrá unos papeles de Bárcenas que son los del señor Bárcenas, y él los tendrá que explicar" ha añadido luego.
La declaración de "M. Rajoy" (así es como el tesorero se refería al líder del PP en sus anotaciones) deja, sin embargo, muchas preguntas sin responder. Tantas, de hecho, que no parece exagerado calificar de inverosímil la conclusión a la que conducen sus palabras.
Es decir, la de que Luis Bárcenas trabajó durante años preconstituyendo una prueba consistente en atribuir a altos cargos del partido las cantidades que él se iba embolsando a partir de los pagos en metálico que ingresaban en el partido constructores, contratistas, empresarios y donantes.
Siguiendo el hilo
Pero sigamos el hilo del razonamiento de Mariano Rajoy.
Si sus palabras son ciertas, y él no ingresó jamás ningún sobresueldo en negro, ni tuvo conocimiento de caja B alguna, ni esta existió jamás, ¿por qué un Bárcenas sobre el que no pesaba sospecha alguna decidió atribuir a los altos cargos del partido unos sobresueldos comparativamente ridículos en relación a las cantidades ingresadas en B?
¿No habría sido más fácil y seguro para él atribuir esos pagos a partidas mucho menos sospechosas y comprometedoras que esos supuestos sobresueldos?
¿Y cómo y a cambio de qué consiguió para ello la complicidad de Álvaro Lapuerta, un alto cargo del partido de cuya acrisolada fidelidad no existe ninguna duda? Recordemos que no existe prueba alguna de que Lapuerta cobrara o ingresara dinero negro, ni en España ni en el extranjero.
Apoyo explícito a Bárcenas
Hay dos hechos innegables. El primero es la existencia de abrumadores indicios, a partir de los testimonios de los implicados, de que en el PP se ingresaba dinero en metálico por parte de empresarios y donantes de todo tipo.
El segundo es que existía un modus operandi habitual para el pago de ese dinero. Modus operandi corroborado por los donantes del partido fuera de los juzgados, aunque negado posteriormente en sede judicial.
Existe un dato relevante más. Quizá el más comprometedor para la tesis del expresidente del Gobierno. El del apoyo explícito al tesorero hasta poco antes de que el primer original de los papeles de Bárcenas llegara a manos de la Justicia.
Si la declaración de ayer en la Audiencia Nacional de Mariano Rajoy es cierta, ¿por qué se organiza una reunión en el despacho del propio Rajoy en Génova 13 en la que están presentes Bárcenas, su mujer Rosalía Iglesias, Javier Arenas y el propio líder del PP, y en la que se pactan los detalles de la salida del contable y se le garantiza coche oficial, secretaria y despacho?
¿Y por qué Bárcenas se reúne dos años después de nuevo con Arenas -como el propio dirigente andaluz ha reconocido- y le advierte de que sus cuentas en Suiza están a punto de salir a la luz?
¿Y por qué días después del descubrimiento de su botín en Suiza le envía Rajoy a su tesorero el famoso SMS con la frase "Luis, sé fuerte"?
¿Por qué protegió activamente el PP a Bárcenas si el partido no tenía nada que ocultar y no existía contabilidad en B alguna, ni sobresueldos, ni nada que se le parezca?
¿Y por qué se organizó la operación Kitchen, destinada a robar o destruir las pruebas de algo que, teóricamente, no existe ni ha existido jamás?
Dos únicas opciones
De acuerdo con la declaración de Rajoy, sólo existen dos posibilidades. Que la contabilidad en B del partido fuera real y que miembros del partido cobraran sobresueldos a lo largo de varios años. O que dos individuos, uno de ellos de fidelidad diamantina al partido, se compincharan para construir durante años una prueba falsa.
Y no de cualquier manera, sino de la más llamativa posible. Atribuyendo pagos de forma constante, espaciada y sistemática (algo demostrado por las pruebas caligráficas) a los altos cargos del partido.
No es desde luego refugiándose en un rotundo desmentido a la totalidad como Mariano Rajoy despejará las dudas que pesan sobre él y otros cargos del partido. Porque la versión de Bárcenas sobre los sobresueldos del PP es, en fin, más verosímil que la suya.