La jornada final de la primera edición del foro 'Wake up, Spain!' organizado por EL ESPAÑOL, Invertia y D+I ha visto pasar por su escenario a algunos de los ponentes más esperados.
Entre ellos, Isabel Díaz Ayuso, presidenta en funciones de la Comunidad de Madrid; Yolanda Díaz, vicepresidenta tercera y ministra de Trabajo del Gobierno de España; Valdis Dombrovskis, vicepresidente económico de la Comisión Europea (CE); y Ángel Gurría, secretario general de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE).
Es imposible resumir en las pocas líneas de un editorial como este un evento como 'Wake up, Spain!'. Evento que se ha alargado durante cuatro extenuantes jornadas y por el que han pasado 170 ponentes de todas las ramas del mundo empresarial, de la política, de la sanidad, y de la ciencia y la tecnología.
Pero si hay que resumirlo en un titular, ese sería el de "optimismo y cautela".
Optimismo porque el Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia que servirá de guía al Gobierno para el reparto de los fondos Next Generation de la UE tiene, según muchos de los ponentes, la capacidad de cambiar el ritmo de la economía española, catapultarla hacia el futuro e iniciar una nueva revolución industrial y tecnológica.
Cautela porque las expectativas generadas son tan altas, y las necesidades de la economía española tantas, que cualquier paso en falso será percibido como el fracaso de España ante una de las mayores oportunidades de los últimos 40 años de democracia.
Oportunidad histórica para España
Ángel Gurría ha sido el ponente que ha cerrado el simposio 'Wake up, Spain!'. Lo ha hecho con una nota de optimismo, que el secretario general de la OCDE ha atribuido a su condición de no-europeo (Gurría es mejicano). "Esto que hicieron los europeos de ponerse de acuerdo con tanto dinero en ayudas es algo absolutamente histórico, y más cuando se va a compartir el riesgo".
Gurría no comparte el pesimismo respecto a nuestro país generado, entre algunos sectores empresariales españoles, por la profundidad de la crisis provocada por la pandemia. "Quiero felicitar a España en particular porque es mucho dinero y representa otra vez una oportunidad, otra oportunidad y otra oportunidad".
"El aumento de la inversión pública en innovación, digitalización y medioambiente no sólo puede impulsar la productividad, sino también promover la inversión privada" ha añadido el secretario de la OCDE, que ha puesto el acento en las pymes y en la recualificación de los trabajadores menos cualificados.
Dinero condicionado a reformas
El optimismo de Gurría respecto al plan del Gobierno español ha contrastado, sin embargo, con la cautela de Valdis Dombrovskis, mucho más espartano en sus elogios. El vicepresidente económico de la Comisión Europea ha condicionado el dinero del rescate a las reformas estructurales de la economía española y al cumplimiento paulatino de los objetivos acordados entre el Gobierno y la UE.
Dombrovskis ha recordado que el mercado laboral español tiene "desafíos" que debe resolver y ha exigido "una mejor coordinación en todas las áreas".
El vicepresidente económico de la Comisión Europea ha afirmado también que la Comisión Europea "apoyará a las autoridades nacionales en sus planes de recuperación", pero ha recordado, como aviso a navegantes que no ha pasado desapercibido para nadie, que las inversiones y la puesta en marcha de las reformas esenciales "sólo las pueden hacer los Estados miembros".
"España ha sufrido mucho en esta crisis, pero confiamos en que también lidere la recuperación" ha concluido Dombrovskis.
Debilidades estructurales
El problema de la economía española no es sólo la pandemia, sino sus debilidades estructurales. Debilidades que deberían ser corregidas, sin voluntariosas rupturas radicales (no se cambia de modelo productivo en unos pocos meses simplemente deseando una economía más verde y más digital) y utilizando como palanca los fondos de la UE.
El hecho de que ese dinero se vaya a entregar paulatinamente y de forma condicionada al cumplimiento de los objetivos por parte del Gobierno añade una garantía más al proceso. España debe, sin embargo, corregir la fragmentación de su mercado interior y realizar reformas del mercado laboral en un sentido liberalizador. Algo que quizá no guste entre los socios del PSOE en el Gobierno.
Este editorial no puede cerrarse sin mencionar la sintonía entre una sobresaliente Isabel Díaz Ayuso que, alejada de las exigencias de la campaña electoral, ha ofrecido su perfil más técnico, sin concesiones a la galería política, y una Yolanda Díaz que ha coincidido con la presidenta de la Comunidad de Madrid en la idea de que los fondos de la UE son una oportunidad que España no puede dejar escapar.
Tampoco puede olvidarse este editorial de mencionar una buena noticia más. El de una futura ley de regulación de la formación profesional (FP) anunciada por la ministra Isabel Celaá. Ley que dará un papel protagonista a las empresas privadas y que, alejada de la ideología que empapa la muy polémica ley de educación aprobada en diciembre, puede servir para revolucionar el mercado del trabajo español.