España ha vivido el fin de semana con menor mortandad desde el 24 de agosto del año pasado. El dato, innegablemente positivo, se suma al de la tasa de incidencia acumulada (casos diagnosticados por cada 100.000 habitantes durante los últimos 14 días), que ha caído hasta los 223,75. Este viernes, esa tasa era de 229,20.
Oficialmente, la cifra de fallecidos por la Covid se sitúa en 78.293. El número de afectados por la Covid desde el inicio de la pandemia es de 3.540.430. Es decir, el 7,5% de los españoles.
Aunque es pronto para afirmarlo con una certeza del 100%, no es aventurado afirmar que el "ritmo de crucero" en la vacunación (en palabras de la ministra de Sanidad Carolina Darias), con 16,3 millones de dosis administradas y más de cinco millones de españoles con la pauta completa, podría haber empezado a dar resultados visibles.
Si esa sospecha se confirma a lo largo de las próximas semanas, las administraciones españolas se enfrentarán a un nuevo dilema. El de qué modelo aplicar para la salida de la pandemia: el británico-israelí o el chileno.
Dos modelos de salida
Lo explicaba este domingo Miguel Sebastián en EL ESPAÑOL.
El modelo chileno, que Sebastián llama "de inmunidad de rebaño pura", busca permitir los contagios de los jóvenes una vez vacunados los mayores y los más vulnerables. Con este plan, el riesgo de ocupación de las UCI es bajo. Es el modelo que intentó Suecia en un principio, pero que falló porque no se pudo aislar de forma satisfactoria a la población de mayor edad. Ese problema no existiría ahora.
Este es el modelo que permite conseguir más rápidamente la inmunidad de rebaño. Es también el modelo que permite una recuperación más rápida de la actividad económica.
El segundo modelo, que Sebastián llama "de Covid cero", consiste en mantener las restricciones y continuar con la vacunación hasta alcanzar un riesgo de contagio mínimo. Este es el modelo que han seguido Israel o Reino Unido.
Los resultados de ambos modelos no han sido concluyentes. En Chile, a pesar de su alto porcentaje de vacunación, los contagios se han disparado. Israel sólo ha conseguido reducir al mínimo su nivel de contagios cuando la vacunación ha alcanzado el 60% de la población.
La vacunación es clave
Decidir entre uno y otro modelo requiere primero determinar con precisión a partir de que porcentaje de vacunación se pretende actuar. Exige también coherencia. Optar por una solución intermedia podría conducirnos a padecer los inconvenientes de ambos modelos sin beneficiarnos de ninguna de sus virtudes.
Como dice Miguel Sebastián, "si la opción es la primera, ¿qué sentido tiene suspender los Sanfermines o los conciertos en las playas? Y si la opción es la segunda, ¿por qué se hace caer el estado de alarma con una incidencia de 230 y un nivel de vacunación del 25%?".
Sea cual sea el modelo escogido, algo es indudable: España debe avanzar en la vacunación tan rápidamente como sea posible. La exigencia es tanto sanitaria como económica. No habrá inmunidad de rebaño sin una vacunación masiva. No habrá recuperación económica o, lo que es lo mismo, un aprovechamiento máximo de los fondos europeos, sin esa vacunación masiva.
El próximo 9 de mayo decaerá el estado de alarma. El peligro ahora es cantar victoria antes de tiempo y, como en el chiste, acabar vislumbrando la luz al final del túnel cuando esta es sólo el faro del tren que se aproxima de frente.
España sigue por encima (223,75) de la cifra de incidencia que la OMS considera de riesgo alto (150) y eso invita a calibrar los riesgos de forma prudente, pero no paralizante, y obrar en consecuencia.