La crisis generada por Marruecos tras la invasión de Ceuta por parte de 6.000 inmigrantes ilegales escaló ayer a nivel internacional con la intervención de la Unión Europea, que dio su apoyo a España.
Las llamadas de los líderes de la UE a una "rectificación" de Marruecos fueron constantes. Tanto el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, como la jefa de la Comisión, Ursula von der Leyen, recordaron que las fronteras de España son las de la propia UE. También Josep Borrell, en calidad de Alto Representante para la Política Exterior de la UE, mostró su apoyo a nuestro país.
La firmeza de la UE tuvo su correlato en la mostrada por el presidente Pedro Sánchez cuando se mostró dispuesto a defender Ceuta "con todos los medios necesarios". Su posterior viaje a Ceuta, un gesto tradicionalmente muy mal recibido por unas autoridades marroquíes que suelen considerar este tipo de visitas como una provocación, demuestra que la voluntad del Gobierno es la de no dejarse intimidar por el chantaje marroquí.
El amparo de la UE contrasta con la decepcionante respuesta de la administración Biden, que en pleno órdago contra nuestro país, y por boca de su secretario de Estado, Antony Blinken, y del portavoz del Departamento de Estado, Ned Price, mostró su apoyo al reino alauí recordando su condición de "socio estratégico".
Llamada a consultas
El tercer hecho significativo del día en el terreno diplomático fue la llamada a consultas por parte del Gobierno español de la embajadora marroquí en nuestro país, Karima Benyaich, tras unas inaceptables declaraciones en las que esta afirmaba que "hay actos que tienen consecuencias y se tienen que asumir".
Se refería la embajadora a la decisión de la ministra de Asuntos Exteriores González Laya de acoger en España al líder del Frente Polisario, Brahim Gali, amparándose en razones humanitarias. Una decisión que, por más que moleste a Marruecos, es no sólo legal sino también legítima. Más aún cuando la Audiencia Nacional ha decidido reabrir la causa por genocidio contra Gali.
Responder a una discrepancia puntual con un ataque a la soberanía de un país vecino no es legítima presión diplomática, sino un atentado a la convivencia. ¿O es que tendría derecho España a adoptar medidas de represión unilaterales contra intereses belgas por el hecho de que Bélgica acoja al prófugo de la Justicia Carles Puigdemont y sus tribunales hayan denegado en varias ocasiones su entrega a las autoridades españolas?
Violencia en El Tarajal
La violencia se desató también en la zona de El Tarajal, donde cientos de inmigrantes apedrearon a los agentes de las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado desde el otro lado de la valla que separa ambos países.
Como explica hoy EL ESPAÑOL, otros 6.000 inmigrantes esperan ya para cruzar a España en cuanto tengan la más mínima oportunidad. Algo que los analistas creen que podría repetirse también en Melilla, aunque a menor escala. Pero la posibilidad más preocupante es la de que Marruecos decida intensificar su órdago actual permitiendo que las pateras inunden durante los próximos meses las costas españolas.
Lo ocurrido en Ceuta no es una crisis migratoria, como pretenden determinados sectores de la extrema izquierda, ni una escaramuza marroquí puntual y sin mayor trascendencia que quedará olvidada en cuanto las aguas se calmen y la llegada de nuevos inmigrantes ilegales quede reducida al habitual goteo de cayucos.
Ataque a la soberanía
Lo ocurrido en Ceuta es un ataque a la soberanía española. Algo que el Gobierno parece tener claro, a la vista de la información publicada hoy por EL ESPAÑOL y en la que se confirma que el Ejecutivo considera las acciones de Marruecos como un desafío encaminado al control de las ciudades de Ceuta y Melilla.
Una ofensiva política, económica y migratoria de la que este diario ha hablado ya con anterioridad y que comprende tres frentes: el de las ciudades de Ceuta y Melilla, el asunto del Sáhara y el control de los flujos migratorios. Ofensiva acentuada por lo que el reino marroquí percibe como "debilidad" estructural del Gobierno de Pedro Sánchez.
Es inadmisible que Marruecos utilice a sus ciudadanos como carne de cañón para atentar contra la integridad territorial española. España debe resolver esta crisis con mano de hierro en guante de seda. Ahora, la prioridad es detener la llegada de más inmigrantes y devolver de inmediato a su país a los que este lunes cruzaron la valla. Una vez conseguido esto, el Gobierno debe trabajar para evitar que sucesos como los actuales no se repitan jamás.