La convocatoria por parte de Pablo Casado de la Junta Directiva Nacional del PP, el máximo órgano de gobierno del partido entre congresos, permitirá encauzar de forma democrática la crisis generada en el seno de la formación.
La Junta Directiva Nacional la forman unos quinientos cincuenta miembros, entre los que están los componentes del Comité Ejecutivo Nacional; treinta vocales escogidos por el Congreso Nacional; los diputados, senadores y eurodiputados del PP; los presidentes autonómicos y provinciales; los presidentes de comunidades autónomas y de diputaciones provinciales; e incluso quince miembros de Nuevas Generaciones.
De esa Junta Directiva Nacional saldrá, como informa hoy EL ESPAÑOL, y con casi total seguridad salvo sorpresa de última hora, la decisión por una mayoría mínima de dos tercios de los miembros de convocar en un plazo de entre 30 o 45 días el congreso nacional (que iba a ser celebrado originalmente en julio) o uno extraordinario.
En ese congreso se escogerá al nuevo presidente del partido, y la única duda en el momento de escribir este editorial es si habrá una candidatura única, como exigen algunos miembros de la cúpula del partido, o dos candidaturas enfrentadas, que serían, previsiblemente, las de Pablo Casado y Alberto Núñez Feijóo.
La crisis del PP tendrá así, tras la agitación vivida durante los últimos cinco días, una resolución rápida. Sea cual sea el futuro del PP, este quedará encauzado el lunes y definitivamente resuelto tras la campaña de los candidatos, en la que estos podrán presentar sus propuestas a la militancia, y la celebración del congreso nacional.
Resolución rápida
La decisión de convocar la Junta Directiva Nacional es una buena noticia pues permite que el partido, dentro de la excepcionalidad del momento, recupere poco a poco la normalidad dentro de los cauces estatutarios del partido.
Es una buena noticia, además, porque evita las tentaciones de un entronamiento súbito, por aclamación, que podrían albergar algunos actores de la crisis. Pero también porque permite resolver el conflicto de acuerdo con las reglas del partido y no forzados por las presiones callejeras y mediáticas que se han vivido durante las últimas horas.
En este sentido, e independientemente de la opinión que cada cual albergue sobre los culpables de la crisis, es obvio que la convocatoria de la Junta Directiva Nacional del PP supone una victoria del sistema democrático frente a las urgencias del populismo. Es difícil saber si las presiones sufridas por Pablo Casado por parte de algunos de los altos cargos del partido habrían sido las mismas sin la manifestación del domingo.
Vale la pena destacar el hecho de que la presidenta de Comunidad de Madrid no sólo no haya desautorizado la convocatoria de esa manifestación en la puerta de la sede de su partido, sino que incluso haya dado las gracias a los participantes en ella. ¿Agradece también Ayuso las pancartas y los insultos contra Pablo Casado?
En cualquier caso, si la causa contra Pablo Casado es tan firme como ha parecido durante los últimos días, la crisis se cerrará con su salida de la presidencia del PP. Si no lo es, o la hipotética alternativa que presenten los críticos no consigue el apoyo del partido, Casado seguirá siendo el presidente popular.
Sea cual sea el futuro del PP a partir del lunes, será el que los populares quieran, por medio de procedimientos democráticos. Porque en un sistema democrático, los líderes son entronizados y destituidos de acuerdo con las reglas y los votos, y no por la presión de la calle o de los medios.