No ha podido ser más claro Luis de Guindos, vicepresidente del Banco Central Europeo (BCE), durante la intervención con la que ha clausurado el II Observatorio de las Finanzas organizado por EL ESPAÑOL-Invertia. "Los riesgos de la inflación aumentan" ha dicho, antes de advertir sobre "los efectos de segunda ronda".
De Guindos ha recordado que las previsiones económicas han debido ser revisadas varias veces a lo largo de los últimos meses, siempre al alza. "En 2021, todos los analistas infraestimamos la evolución de la inflación. Y esta no es tan transitoria como habíamos considerado. Pronosticar la inflación es muy difícil. Los precios son cada vez menos transitorios y más persistentes".
Dicho de otra manera, la inflación ha llegado para quedarse. Será en su próxima reunión de gobierno, que tendrá lugar dentro de dos semanas, cuando el BCE dé previsiblemente la señal para comenzar a reducir su volumen de compra de deuda en función de las proyecciones de inflación (que se conocerán el próximo 10 de marzo).
Nuevas políticas fiscales
La importancia de la prevista reducción del volumen de compra de activos es que ese es el paso previo para una posterior subida de los tipos de interés. De Guindos no ha querido adelantar cuáles podrían ser las decisiones del BCE, pero ha recordado que las proyecciones de las instituciones y de la propia Comisión Europea muestran un patrón de constantes revisiones al alza de la inflación.
Luis de Guindos ha señalado también que los Gobiernos de la UE deben poner en marcha políticas fiscales "que no serán idénticas a las anteriores al Covid-19". "Los países tendrán que ejecutar planes de sostenibilidad fiscal creíbles en los que se vaya reduciendo de una forma gradual y prudente el déficit público" ha añadido Guindos.
El motivo de esa revisión de la política fiscal es la pandemia, que ha generado una media de 20 puntos más de deuda frente al PIB en los países de la Eurozona. El vicepresidente del BCE ha señalado que la retirada de los estímulos extraordinarios será en cualquier caso progresiva para no provocar un shock en las economías europeas y, sobre todo, en los países con las economías más frágiles.
Final de la escapada
Entre esos países está España, que podría verse seriamente perjudicada por la combinación de la alta inflación, el alza de los precios de la energía, la retirada de los estímulos financieros, el aumento de los tipos y la exigencia de una política fiscal más restrictiva que la aplicada durante los últimos dos años.
EL ESPAÑOL ha venido advirtiendo con regularidad en anteriores editoriales sobre ese momento en que el Gobierno español se topará con la realidad de los riesgos generados por una economía fuertemente intervenida por el Estado, con un grave problema de paro estructural, una baja productividad y un elevado esfuerzo fiscal por parte de ciudadanos y empresas.
La huida hacia delante del Gobierno está a punto de llegar a su final. Los riesgos que afronta la economía española no se solucionan ya con una nueva medida proteccionista, ya sea este una nueva subida del SMI, un ingreso mínimo vital ampliado o cualquier otra decisión similar. España no puede continuar siendo la constante excepción en una Europa que ya avanza, como ha insinuado Luis de Guindos, a dos velocidades. "La escalada de endeudamiento no se ha producido equitativamente entre todas las economías de la Eurozona" ha dicho Guindos. Que la advertencia no caiga en saco roto.