El bombardeo ruso de la base militar ucraniana de Yavoriv, a apenas unos pocos kilómetros de la frontera con Polonia, demuestra que Vladímir Putin no parece tener intención alguna de desescalar el conflicto. El presidente ruso tampoco parece tener miedo a un conflicto global. De hecho, parece estar buscándolo con entusiasmo.
El bombardeo ha dejado 35 muertos y 134 heridos, según ha informado el gobernador regional Maksym Kozytskyi.
La base de Yavoriv servía como almacén de una buena parte de las armas que Occidente está enviando hoy al ejército ucraniano. La base también había servido en el pasado como centro de entrenamiento de las fuerzas ucranianas por parte de militares extranjeros y, en la actualidad, funcionaba como punto de reunión de los "mercenarios" (en el lenguaje del Kremlin) que llegan al país para luchar junto al ejército ucraniano.
Aunque la base de Yavoriv está en terreno ucraniano, es evidente que la cercanía con la frontera polaca implica incrementar en varios grados la temperatura de la tensión con la OTAN, ya alta de por sí.
Territorio OTAN protegido
Tras el ataque, Estados Unidos ha reiterado que defenderá cada centímetro del territorio protegido por la Alianza Atlántica, incluida Polonia, si es víctima de un ataque.
Moscú, por su parte, ha justificado el bombardeo. "En estas instalaciones", han dicho representantes del Kremlin, "el régimen de Kiev había puesto en marcha un centro de entrenamiento para mercenarios extranjeros antes de que se les enviara a las zonas de combate para atacar al personal militar ruso. También servían como almacén de armas y equipamiento llegado desde países extranjeros".
Moscú no se ha limitado a justificar el ataque, sino que ha anunciado su intención de repetirlo en otras bases o instalaciones del país cuando lo considere conveniente. "La destrucción de mercenarios extranjeros continuará" ha asegurado.
Moscú ya había advertido de que los mercenarios y los voluntarios extranjeros, que efectivamente están llegando desde varios países occidentales, incluida España, no gozarán de la protección del ius in bello de la que sí gozan los soldados ucranianos.
Hacia un conflicto global
Con el número de refugiados ucranianos superando ya los dos millones y medio, Putin parece determinado a someter a Ucrania a sangre y fuego cueste lo que cueste. Y, de hecho, son varias las señales de que el presidente ruso le tiene mucho menos miedo a un conflicto global que Occidente.
El bombardeo de Yavoriv es una de esas señales. Pero también el secuestro de un segundo alcalde ucraniano en el sur del país, lo que parece confirmar que Rusia está librando ya dos guerras en Ucrania: la militar y la psicológica.
El bombardeo de las instalaciones de Yavoriv es muy significativo puesto que estas habían servido en fechas recientes como base para soldados de la OTAN. Rusia sabía, por tanto, que ese ataque podría causar bajas entre efectivos de la Alianza.
Tácticamente, el bombardeo tiene dos objetivos evidentes más allá del estrictamente militar. Demostrar que Rusia tiene capacidad suficiente para atacar el territorio OTAN y prevenir a Occidente contra la tentación de seguir armando a las fuerzas ucranianas. Putin está jugando con el miedo occidental a un conflicto global y el bombardeo de Yavoriv debe verse como una amenaza especialmente creíble en ese sentido.