Los episodios de la renovación del PP se escriben a toda velocidad en el congreso extraordinario de Sevilla. Un congreso pensado, sí, para la culminación del proceso de paz, el encumbramiento público de Alberto Núñez Feijóo y el carpetazo definitivo a la etapa de Pablo Casado y Teodoro García Egea. Pero, sobre todo, para afianzar el resurgimiento de un PP centrado, un partido de Estado, al margen de la naturaleza reaccionaria y populista de Vox.
El todavía presidente de la Xunta de Galicia remarcó ayer, a horas de su confirmación oficial como presidente del principal partido de la oposición, la ambición de recuperar al PP de las "mayorías absolutas" y las "mayorías contundentes". Lo que que recuerda irremediablemente a las que ha encadenado, una elección tras otra, en Galicia, y a las que obtuvieron José María Aznar en el 2000 y Mario Rajoy en 2011. “Daré todo de mí mismo para que lo consigamos”, zanjó antes de reivindicar un partido que no reconoce como “bisagra”, sino como “ganador”.
Las palabras del líder gallego también revelan que busca la reconciliación del partido con sus antiguos referentes, después de que Casado abogara por marcar distancias y evitar las relaciones con un pasado de corrupción que espoleó el éxito de la moción de censura contra Rajoy en 2018.
Feijóo levantó la moral de la militancia con las demostraciones de unidad recobrada y dio motivos para el optimismo y la esperanza con su llamamiento a la moderación, la centralidad y el liberalismo.
Hará bien el próximo presidente popular al escuchar y aplicar el mensaje que Aznar trasladó sin rodeos. El PP debe “abrir la puerta” para sumar “a todos”, en un tiempo de crispación parlamentaria y una preocupante deriva fragmentaria de la sociedad. Y debe, a su vez, demostrar que es “la casa común del centro democrático, constitucional y europeísta”. Es decir, la alternativa sosegada y fiable al PSOE de Pedro Sánchez.
Una fotografía nítida
Si bien estos valores eran compartidos por Casado, que anunció que renunciará a su acta de diputado, Feijóo emerge con algunas diferencias sustanciales. A diferencia del dirigente caído, cuenta con la ventaja incontrovertible del apoyo de los barones. Especialmente de la presidenta madrileña, que insistió en el nosotros para secundar el proyecto del líder gallego: "Es mucha la tarea que tenemos por delante".
Feijóo también tiene el respaldo del presidente andaluz, Juan Manuel Moreno Bonilla, cabeza de la familia que más militantes aporta a la formación, a quien correspondió adicionalmente con el nombramiento de su “mano derecha”, Elías Bendodo, como coordinador general del partido. Un perfil sosegado, centrista y dialogante, que se suma a Cuca Gamarra, para llevar las riendas de la organización.
El congreso de Sevilla, en fin, proyecta una fotografía nítida. La de un PP que ha recobrado la paz interna y la unidad. Y la de un Feijóo con el camino despejado como el candidato de consenso para devolver al centroderecha a la Moncloa.