El PSOE se resiente en las urnas, dejándose un buen puñado de votos por el camino. El PP, alentado por el efecto Feijóo, mejora notablemente sus resultados. Vox también persevera en su línea ascendente, aunque más modesta que la de los populares. Y Ciudadanos continúa en caída libre.

Esta parece ser la tendencia del nuevo ciclo político que comenzó con las elecciones autonómicas de Castilla y León. Una dinámica apuntalada por las encuestas de intención de voto que este periódico elaboró para las elecciones andaluzas. Y consolidada, en el sondeo publicado ayer, para las elecciones en Madrid en 2023.

Según la encuesta de SocioMétrica-EL ESPAÑOL, si se celebraran hoy los comicios, Isabel Díaz Ayuso lograría un diputado adicional, quedándose a sólo tres de la mayoría absoluta. Además, la presidenta de la Comunidad de Madrid sumaría más escaños que los tres partidos de la izquierda juntos.

La definitiva expulsión de Cs de la Asamblea de Madrid y el empuje de Vox atestiguan que la política de bloques redunda en la alimentación del extremismo. Sólo en el Ayuntamiento de Madrid, tal y como apunta el sondeo de SocioMétrica, podrían los naranjas resistir una legislatura más sin descalabrarse.

En cualquier caso, habría que preguntarse si el frentismo que la presidenta madrileña practica con tanta desenvoltura casa bien con la línea programática de moderación que Feijóo está intentando imprimir al nuevo PP.

Mientras que el presidente de su partido busca evitar por todos los medios que se le pueda asociar con Vox, a Ayuso no parece incomodarle el apoyo que los de Rocío Monasterio le brindan en la Asamblea. En este sentido, el estilo de la presidenta madrileña es más proclive a confrontar vehementemente con la izquierda que a marcar distancias con la ultraderecha.

¿Buenas compañías?

Se aprecia un cierto aire de familia entre el tono beligerante de la presidenta de Madrid y ese registro populista que antepone la batalla sin cuartel de las ideas a la sobriedad de una gestión responsable. Pero en vista de que la estrategia frentista le sigue reportando réditos electorales, no parece que Ayuso vaya a optar por un perfil más consensual o sosegado.

No en vano, como avanza este periódico, Ayuso va a impulsar desde la presidencia del PP madrileño una convención para un rearme ideológico que aspira a desinflar el ascenso de Vox, mediante la asimilación de la retórica confrontacional contra la izquierda. Así se comprende el clima de precampaña en el que la presidenta ya está inmersa, bajo el lema "socialismo free".

Además, Ayuso se ha marcado el objetivo para las elecciones del año que viene de conquistar el Cinturón Rojo. Enclaves importantes del sur madrileño que han pertenecido históricamente a la izquierda.

Ayuso está dispuesta a aprovechar el momento de debilidad que atraviesan los socialistas para instalarse en una posición de antagonismo con la que, al mismo tiempo, pueda cerrarle el camino a Vox. Este tono hostil se evidencia en las expresiones con las que la presidenta llamaba ayer a sus simpatizantes a "dar batallas" y a "pelear" contra la izquierda.

La líder madrileña se ha sumado definitivamente a una forma de hacer política que se sirve de la polarización para traducirla en bloques de escaños. Ayuso parece decidida a asimilar parte del discurso y de la estrategia de Vox, con objeto de desactivar su potencial de presionar al PP desde la derecha.

Pero la presidenta no debería olvidar que todo el que coquetea con el populismo, aunque sólo sea por tacticismo, corre el riesgo real de verse arrastrado a la larga por su programa excluyente y exaltado.