Según datos del Observatorio Europeo de la Sequía, el 45% del territorio europeo corría riesgo de sequía a mediados de julio y un 15% estaba en alerta roja, el nivel más alto posible de peligro.
El verano más caluroso de las últimas décadas ha llevado a los expertos a advertir de que los inviernos serán cada vez más secos y de que el racionamiento del suministro de agua será una realidad cada vez más cotidiana durante los próximos años.
El Instituto de Salud Carlos III ha afirmado por su lado que las altas temperaturas que hemos vivido en España durante el mes de julio han provocado la muerte por el calor de 2.064 personas en un solo mes, cuatro veces más muertes que el año pasado.
Un dato más. De acuerdo con la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET), este julio ha sido el mes más caluroso en 60 años. Es decir, desde que se comenzaron a tomar registros en 1961.
China se desmarca
El Senado estadounidense aprobó este domingo por la tarde el superpaquete legislativo demócrata sobre salud y clima, posteriormente remitido a la Cámara de Representantes.
El proyecto de ley de Joe Biden, que combina medidas económicas, sanitarias y climáticas, pretende recaudar más de 700.000 millones de dólares a lo largo de una década y destinar más de 430.000 de ellos a la lucha contra el cambio climático y la reducción de las emisiones de carbono. El resto del dinero será destinado a prorrogar las subvenciones a los seguros de salud y a reducir el déficit.
Finalmente, hay que recordar que China ha aprovechado la crisis diplomática generada por la visita de Nancy Pelosi a Taiwán para desmarcarse de cualquier tipo de compromiso climático vigente en las naciones occidentales.
Un pretexto como otro cualquiera para aprovechar la ralentización de la economía occidental que Pekín cree que provocará la lucha contra el cambio climático para sobrepasar a los EEUU como primera potencia industrial, tecnológica y financiera.
Un riesgo cierto
Las noticias mencionadas no deben llevar a la desesperanza. Deben convencernos de sacar las medidas de ahorro energético y la lucha contra el cambio climático de la batalla política diaria. Porque el riesgo que supone este para el planeta no puede convertirse en un arma arrojadiza en la arena del Congreso o de los medios de prensa.
Las medidas incluidas en el plan de ahorro energético del Gobierno pueden ser criticadas desde varios puntos de vista. El debate sobre la efectividad o la frivolidad de esas medidas es legítimo. Como lo es el debate sobre la necesidad de una mayor colaboración del Gobierno con las comunidades, con la oposición y con los sectores afectados.
Pero de lo que no puede dudarse es del objetivo final de esas medidas. Porque el ahorro energético, aunque sólo sea por el beneficio en el bolsillo de los ciudadanos, debería ser apoyado hasta por el más convencido de los negacionistas. ¿Qué tiene de perjudicial ahorrar energía si nuestro nivel de vida no se ve afectado de forma extraordinaria por ello?