Aunque todavía no se conocen todos los detalles acerca del ataque sufrido por el escritor británico-estadounidense de origen indio Salman Rushdie cuando este estaba a punto de dar una conferencia en Chautauqua, Nueva York, resulta difícil pensar que este pueda estar desligado de la fatwa dictada por el ayatolá Ruhollah Khomeini en 1989 a raíz de la publicación de su libro Los versos satánicos.
El atacante, Hadi Matar, de 24 años, ha sido detenido por la policía, pero se desconocen sus motivaciones. Hadi Matar apuñaló entre 10 y 15 veces en el cuello y el resto del cuerpo a Rushdie antes de ser inmovilizado por un policía estatal presente en la sala. Asistentes al evento han manifestado que el atacante ha acuchillado a Rushdie "con determinación".
Salman Rusdhie ha sido inmediatamente trasladado a un hospital en un helicóptero y sometido a cirugía. Los médicos que lo tratan han confirmado que Rushdie perderá un ojo, que los nervios de un brazo han sido seccionados y que las cuchilladas han alcanzado su hígado.
Que el objetivo del atacante era asesinar a Rushdie lo evidencia el hecho de que le haya acuchillado también en el cuello, donde una sola puñalada que le hubiera rozado la yugular le habría hecho desangrarse en segundos.
Si finalmente se confirman las sospechas que apuntan a un ataque islamista, ya sea planificado u obra de un lobo solitario, habrá que contabilizar en el debe del fanatismo islamista un nuevo atentado contra la libertad de expresión similar al que en 2015 acabó con la vida de 12 periodistas y dibujantes (y con la de un agente de policía) en la redacción del semanario satírico francés Charlie Hebdo.
Convenientes "peros"
A raíz de la sentencia de muerte dictada por el ayatolá Khomeini en 1989, Rushdie ha vivido siempre protegido por guardaespaldas y protegido celosamente cualquier tipo de información acerca de su lugar de residencia o sus rutinas personales. En 1991, su traductor japonés fue asesinado (la fatwa alcanzaba a cualquiera relacionado con el libro, aunque fuera de manera indirecta). La recompensa ofrecida por Irán por su muerte es en la actualidad de tres millones de dólares.
El transcurrir de las horas confirmará las sospechas sobre las motivaciones de este intento de asesinato. Pero hasta ese momento, sólo cabe reafirmar una vez más el compromiso de EL ESPAÑOL y de todos los demócratas con la libertad de expresión y la rotunda condena de cualquier tipo de ideología, creencia o superstición que pueda amenazarla o coartarla.
Es momento también de recordar que el islam moderado tiene una deuda con las libertades civiles, con los derechos humanos y con las democracias liberales que les han acogido en su seno. Porque no es al islam radical a quien cabe exigirle nada, dado que nada puede esperarse de él. Pero sí cabe exigirle una mayor determinación a aquellos que no hacen lo suficiente por marginar a este de sus comunidades.
Será por tanto inaceptable cualquier reacción a lo largo de hoy, venga de dónde venga, que no implique una condena rotunda del atentado, sin convenientes "peros" que aludan al "necesario respeto" por las "creencias" ajenas.
Un subterfugio que tanto los sectores teóricamente moderados del islam, como una parte de la izquierda radical, como el papa Francisco han utilizado, si no para justificar los atentados, si para "afear" a las víctimas su empeño en hacer uso de su libertad de expresión sin ampararse ni a dios ni al diablo. Su hipócrita tibieza tiene buena parte de la culpa de que Salman Rushdie luche hoy por su vida en un hospital.