Los resultados de las elecciones municipales y autonómicas demuestran que la decisión de asumirlas como una primera vuelta entre Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo ha sido muy beneficiosa para el Partido Popular, y una estocada casi letal para el PSOE. Un PSOE que, por centrar la campaña en la figura de Sánchez y en las propuestas nacionales, dando la espalda a las reivindicaciones y prioridades locales, ha debilitado considerablemente sus fortines. El caso más evidente es Extremadura.
El socialista Guillermo Fernández Vara ganó las elecciones por tercera vez consecutiva. Pero la suma con Unidas Podemos le dejó con un escaño menos que la combinación de PP y Vox. La primera reacción del socialista extremeño fue amagar con la retirada de la política y el regreso a la medicina forense. La segunda fue plantear una alternativa más razonable: abrirse a la negociación para hacer valer su victoria electoral. Lo que pasa por aceptar la mano tendida por Feijóo para gobernar como la lista más votada.
Parece evidente que esta posibilidad despierta más entusiasmo en Feijóo que en Sánchez. Desde la llegada del expresidente gallego, el PP ha defendido la necesidad de alcanzar este sencillo acuerdo, ofrecerse mutuamente sus escaños para arrinconar a los radicales y respaldar a la lista más votada. En la práctica, el pacto permitiría al PSOE conservar Extremadura sin necesidad de Unidas Podemos. Pero les forzaría a dejar gobernar al PP en Valencia, Aragón o Baleares sin Vox.
Salta a la vista que la idea espanta tanto a la extrema derecha como a un presidente del Gobierno que propone las elecciones generales de julio como un callejón sin salida, donde los ciudadanos deben escoger entre Sánchez y Abascal. Ferraz está dispuesto a explotar electoralmente cualquier acuerdo del PP con la extrema derecha. De modo que renunciar a este relato anularía, casi de inmediato, la campaña nacional del presidente.
Pero que no sea beneficioso para Sánchez no significa, en absoluto, que no sea beneficioso para los españoles, cansados del emponzoñamiento de la vida política por la consolidación del populismo y del poder abusivo asumido por nacionalistas y radicales. Si más líderes socialistas se incorporan a la fórmula que quiere explorar Vara, es posible que el partido encaje críticas de los radicales. Pero, a cambio, abrirían un camino mucho más honroso y recomendable para el país al permitir que PSOE y PP esquiven la influencia de Unidas Podemos y Vox.
Quien más tiene que perder con este movimiento no es el PSOE, sino Pedro Sánchez. Lo saben unos barones a quienes se ha relegado a un segundo plano en la campaña autonómica, se ha obviado en la decisión de anticipar las generales y se ha ninguneado en la interpretación de los últimos resultados.
Que Vara se decida por esta vía traslada un mensaje muy claro a su secretario general. Especialmente si el ejemplo cunde entre otros líderes regionales. Vara sería pionero, en todo el país, al cambiar las negociaciones con los extremistas por los pactos con los moderados, que representan a la mayoría de los españoles. Esta es la senda que conviene al país. Vara tiene razón, coincidiendo con Feijóo.