La sesión de investidura del popular Carlos Mazón en las Cortes Valencianas dejó ayer varios episodios noticiables. Por supuesto, siguió el guion previsto desde la ratificación del acuerdo con Vox del pasado 13 de junio. El PP hizo valer el pacto para que Mazón fuese elegido presidente de la Generalitat con sus 40 votos a favor, más los trece de la extrema derecha. A partir de ahora, la gestión de Cultura, Agricultura y Justicia recaerá en el partido de Santiago Abascal, además de la presidencia de las propias Cortes y la vicepresidencia del Ejecutivo regional. Pero el 93% del presupuesto queda en manos del PP.
Hay más detalles. Uno es la ejemplar intervención del ya expresidente Ximo Puig, que deseó suerte a su sucesor y le ofreció su apoyo personal y político cuando lo necesite: "Me tendrá siempre a su lado".
Otro es la decisión de mantener la vicepresidencia de Igualdad, como en los años de gobierno del PSPV con Compromís y Podemos. Con este movimiento, Mazón entierra la polémica suscitada por el documento firmado con Vox, donde se hablaba de lucha contra la violencia "intrafamiliar" e ignoraba la violencia machista, y envía un mensaje de fácil interpretación para sus socios.
La iniciativa de Mazón sirve para proyectar la estrategia nacional del PP. El presidente valenciano ha marcado la pauta para neutralizar desde dentro a Vox. Y la siguiente ha sido María Guardiola. La futura presidenta de la Junta de Extremadura anunció ayer, en su discurso de investidura, un plan para erradicar la violencia de género y comunicó que asumirá, cuando se confirme su presidencia, las competencias de Igualdad para "garantizar así su carácter prioritario".
En este periódico siempre nos hemos manifestado en contra de los pactos con los partidos populistas. Puede que las líneas de acción en la Comunidad Valenciana, por ejemplo, tengan aspectos liberales muy positivos. Durante la sesión, Mazón anunció la aplicación de algunos de los más atractivos, como la rebaja del tramo autonómico del IRPF, la supresión de los impuestos de patrimonio, sucesiones y donaciones, y la vuelta al modelo educativo anterior, con una línea en castellano y otra en valenciano.
Pero no se puede ignorar la experiencia recabada durante los años de convivencia del PSOE con los radicales. El peligro acompañará a Mazón y Guardiola durante su legislatura. La apuesta de conservar la vicepresidencia de Igualdad en Valencia y de asumirla desde la presidencia en Mérida son dos golpes de efecto que acotan los riesgos de los pactos con Vox. Su valor simbólico y político es innegable. Los principios no se negocian.
Los españoles necesitan un gobierno moderado y liberal sin ataduras ideológicas y partidistas impuestas por los extremistas. El primer paso es prometedor. Y será por el bien de los españoles que esta sea la dinámica dominante.