Pilar Alegría se ha estrenado como portavoz del Gobierno reincidiendo en la tónica de sus predecesoras en el cargo: confundiendo los espacios de Ferraz y la Moncloa. Dos foros con códigos distintos que, en la medida de lo posible, deberían permanecer separados.
La también ministra de Educación ha aprovechado la primera rueda de prensa del nuevo Consejo de Ministros de Pedro Sánchez para cargar contra el nombramiento de Miguel Tellado como portavoz parlamentario del PP, calificándolo de "fruta podrida".
El deterioro de la cultura institucional española se expresa también en este uso indebido de las ruedas de prensa posteriores a las reuniones semanales del Ejecutivo. El cometido de estas comparecencias es comunicar los acuerdos adoptados en el Consejo de Ministros, y no atacar a la oposición o hacer valoraciones políticas.
Cabe recordar que la anterior portavoz del Gobierno, Isabel Rodríguez, ya fue doblemente sancionada por la Junta Electoral Central por quebrantar el principio de neutralidad institucional en las ruedas de prensa posteriores al Consejo de Ministros durante la precampaña del 28-M.
Según la JEC, no fue Rodríguez la única en emplear un "acto institucional" para emitir "manifestaciones valorativas que descalifican políticas y programas de un determinado partido político", ni en realizar "apreciaciones negativas" sobre un líder político con "inequívocas connotaciones electoralistas".
Las otras dos antecesoras en la portavocía del Ejecutivo, María Jesús Montero e Isabel Celaá, fueron amonestadas por la JEC por utilizar la sala de prensa de la Moncloa para lanzar mensajes de índole partidista en período preelectoral. El propio Pedro Sánchez fue multado por vulnerar la neutralidad debida en los espacios presidenciales durante la campaña de las generales de 2019.
El Gobierno de Sánchez tiene una larga trayectoria en el empleo de medios públicos para hacer propaganda electoral o proselitismo de los logros del PSOE. Pero el caso de Pilar Alegría es especialmente sangrante.
Porque, al cierre de esta edición, y hasta que el PSOE haga un nuevo nombramiento, Alegría es al mismo tiempo portavoz del Gobierno y del PSOE. El desdibujamiento de las fronteras entre el ámbito institucional y el de los partidos políticos es ya total.
Además, irónicamente, la ministra invoca la demarcación de los espacios caprichosamente. Por un lado, en la rueda de prensa sigue ejerciendo como portavoz del PSOE para criticar a Feijóo. Por otro, se niega a dar información sobre la primera reunión entre PSOE y Junts en Ginebra bajo el auspicio de un verificador internacional de identidad desconocida, pretextando que "no es la mesa en la que se debe responder a eso".
En esa línea, fuentes cercanas a Alegría la han excusado ante este periódico diciendo que "ya no es portavoz del PSOE". Aunque parece que puede serlo de facto para una cuestión secundaria como el nombramiento de Tellado, pero no para un asunto realmente candente en el debate público y que afecta directamente al Ejecutivo.
No supone un augurio alentador que la portavocía del Gobierno en la nueva legislatura empiece como acabó la anterior: con la utilización de la sala de prensa de la Moncloa como plataforma para atacar a la oposición, con los turnos de preguntas tasados y con escasez de respuestas a las preguntas de la prensa.
Resulta muy preocupante el desvanecimiento del principio de neutralidad en un sinfín de órganos del Estado. El Gobierno debe enmendar su planteamiento de las ruedas de prensa atendiendo a los apercibimientos de la JEC, válidos no sólo para los períodos electorales.
También debe entender que una comparecencia "cuya organización y financiación se hace con medios públicos" no puede estar al servicio de unos intereses particulares. O lo que es lo mismo, "la realización de alusiones y apreciaciones valorativas no resulta legítima en el desempeño de la actividad institucional propia de una autoridad pública".