España ha hecho historia este domingo al convertirse en la primera selección en ganar cuatro Eurocopas, tras imponerse a Inglaterra por dos goles a uno.

El combinado español partía como favorito para su quinta final europea, después del mediocre torneo que ha rubricado Inglaterra. Pero la selección inglesa contaba probablemente con la plantilla con más calidad hombre por hombre.

He ahí el principal mérito de esta selección española: que sin reunir en su once a grandes estrellas individuales, ha pasado de no estar ni siquiera considerada como una de las candidatas al título a ser temida como la más probable ganadora.

Y es que la convocatoria de Luis de la Fuente no se ha regido por el relumbrón de los nombres de los jugadores, sino que ha premiado sencillamente el rendimiento de cada uno. La mejor prueba de que el entrenador ha optado por llevar a quienes estaban en un mejor momento es la ausencia entre los convocados del capitán Koke.

Aunque España no reunía la plantilla soñada del triplete de 2008-2010-2012, logró armar un equipo muy equilibrado, con una gran cohesión entre novatos y veteranos, y con una notable actuación de todos ellos. Rodri ha sido premiado con el trofeo al mejor jugador del torneo.

Además de poseer un gran centro de campo, esta Selección se ha caracterizado por su fútbol alegre y su juego rápido y vertical, con una primorosa capacidad de desborde y mucha llegada al área. Nico Williams y Lamine Yamal, el goleador más joven de la historia en un torneo de selecciones, han tenido un papel primordial en este dibujo.

España ha cuajado una Eurocopa casi perfecta. Nuestra Selección ha ganado sus siete partidos, y en su camino hacia la final de Berlín ha eliminado a tres campeones del mundo (Italia, Alemania y Francia) y a un subcampeón (Croacia). La victoria era merecida porque ha sido el mejor equipo de todo el torneo: el que más goles ha metido y el que más veces ha tirado a puerta.

Después del fiasco del Mundial de Qatar, el combinado nacional ha vuelto a dar una alegría tras 12 años desde su último gran título, sin contar el trofeo menor de la Liga de las Naciones de 2023. Y el principal artífice del fin de la sequía en el palmarés ha sido Luis de la Fuente, que con su impecable profesionalidad ha ido labrando un liderazgo discreto pero eficaz.

Aunque enfrentó reticencias iniciales y cargó sobre sí una imagen de entrenador de transición, la Federación Española ha sabido premiar su gran labor al frente de las categorías inferiores (fue campeón con las selecciones sub 19 y sub 20) con el timón de la absoluta. Su ejemplo debe cundir no sólo en los banquillos, sino también en los despachos de la RFEF.

En torno a este equipo ha brotado un clima muy envidiable que sería deseable poder trasladar al conjunto de la sociedad. En sus jugadores, que han reflejado como nunca antes la pluralidad y el mestizaje de nuestra sociedad, se ve plasmada la España que queremos ser.

La identificación que han sentido los españoles con su Selección se ha dado igualmente en lo estrictamente futbolístico. Porque la representatividad de este equipo ha sido también deportiva, como prueba que los dos grandes equipos, Madrid y Barça, sólo hayan aportado al once titular dos jugadores, mientras que se ha dado cabida a futbolistas de equipos más humildes y a muchos expatriados. Jugadores que están repartidos por el mundo y que De la Fuente ha recuperado para esta Eurocopa de ensueño.

Con todos estos elementos, la Selección ha concitado no sólo un gran seguimiento televisivo, renovando el interés en el fútbol que muchos jóvenes habían perdido en La Liga, sino también un apoyo transversal entre la sociedad española. Y han logrado suscitar una poderosa y virtuosa emoción compartida en un país cada vez más fragmentado y enfrentado entre distintas tribus morales que este domingo se han dado una tregua para celebrar una noche para el recuerdo.