A medida que pasan las horas van aclarándose poco a poco los puntos oscuros del relato de la salida de Edmundo González de Venezuela y de su llegada a España.
Y cada vez parece más obvio que el PP se ha precipitado al pedir la dimisión de José Manuel Albares antes de que el ministro de Exteriores pudiera dar explicaciones de cuál fue el papel del Gobierno en la negociación entre el régimen chavista y el líder opositor. Una precipitación que debería comportar una petición de disculpas del PP al Gobierno y al cuerpo diplomático español.
Edmundo González emitió este jueves a última hora de la tarde un comunicado en el que niega cualquier tipo de coacción del Gobierno español para su salida de Venezuela. También afirma González en su comunicado que el papel del Gobierno se limitó a facilitar los permisos y los medios para su llegada a España, donde recibió asilo político.
EL ESPAÑOL publica hoy el relato de lo ocurrido en la embajada holandesa en Caracas, donde Edmundo González se refugió durante más de un mes antes de trasladarse a la residencia del embajador español.
Según lo averiguado por este diario, el embajador neerlandés Robert Schuddeboom no dejó entrar en la embajada a los representantes del régimen chavista. También animó a Edmundo González a resistir las presiones de Nicolás Maduro.
A pesar de ello, y de acuerdo con testimonios diplomáticos, del Gobierno español y del propio entorno de Edmundo González, fue el propio líder opositor el que pidió ser trasladado a la embajada española, donde quería negociar sin cortapisas su salida de Venezuela y su llegada a España.
Según la reconstrucción de los hechos realizada por EL ESPAÑOL, fue por tanto el propio Edmundo González el que pidió huir de Venezuela y refugiarse en España. Los comunicados de las últimas horas serían así sólo un intento de salvar la cara frente a los ciudadanos venezolanos que le votaron. Algo comprensible desde el punto de vista humano, pero en lo que España no tiene mayor responsabilidad.
El relato no es en cualquier caso incompatible con las amenazas y las coacciones del régimen chavista o con la posible participación del Gobierno en la operación, más allá de la facilitación del papeleo burocrático para su llegada a España. Y por eso Albares debe aclarar qué ocurrió en la residencia de Ramón Santos, qué vio y escuchó el embajador, y cuál fue el papel de José Luis Rodríguez Zapatero en la salida de Edmundo González.
"Si España hubiera hecho lo que sugiere el PP [impedir la entrada de los hermanos Delcy y Jorge Rodríguez en la residencia del embajador español], Edmundo estaría detenido" ha afirmado el ministro de Exteriores. El objetivo de la decisión de dar refugio a Edmundo González en la residencia del embajador español era por tanto "darle un espacio de seguridad y libertad para poder reunirse con quien quisiera".
"España tenía una tarea humanitaria compleja, había que garantizarle seguridad y tranquilidad", ha añadido luego Albares.
La explicación es verosímil y ahonda en la convicción de que el PP se ha precipitado al exigir la dimisión de Albares. Especialmente desafortunada ha sido la acusación de González Pons de que el Gobierno español está, de alguna manera, implicado en "el golpe de Estado" en Venezuela.
Pero eso no obsta para que el Gobierno, por boca del ministro Albares, despeje definitivamente cualquier sospecha de connivencia con el régimen explicando lo ocurrido en la residencia del embajador, que es el testigo clave de lo ocurrido.
El Ministerio de la Presidencia, de hecho, pidió el pasado 9 de septiembre a la presidenta del Congreso de los Diputados la comparecencia del ministro Albares en la Comisión de Exteriores para que este pudiera dar explicaciones sobre la decisión del Gobierno de dar asilo a Edmundo González. El PP debe facilitar por tanto esa comparecencia para que esta se produzca lo antes posible.
La explicación de Albares es, en fin, necesaria. Y no tanto porque así lo exija la oposición o lo exijamos los medios de comunicación, sino en beneficio de unos ciudadanos venezolanos que son los grandes perdedores de este sainete.