Después de que el informe de la Guardia Civil sobre el caso Koldo desvelase que Pedro Sánchez autorizó la llegada de Delcy Rodríguez a España, el presidente ha reconocido este viernes que José Luis Ábalos le informó de la visita de la vicepresidenta de Venezuela.

Es decir, ha admitido tácitamente que mintió cuando en 2020 aseguró en sede parlamentaria que el aterrizaje de Delcy en Barajas fue improvisado y no querido por el Gobierno, y que Ábalos se limitó a intervenir para "evitar una crisis diplomática".

Pero aunque Sánchez ha concedido ahora que estaba al tanto, ha asegurado que la recepción de la segunda de Nicolás Maduro "se canceló" cuando el Gobierno se percató de que pesaban sanciones sobre ella.

Es evidente que no hubo tal cancelación, dado que Delcy pisó suelo español. Lo que Sánchez ha dado a entender es que él se desmarcó del recibimiento y retiró la autorización, por lo que Ábalos habría actuado por su cuenta al acudir a Barajas.

Pero la enésima versión de Sánchez sobre el Delcygate es tan inverosímil como las anteriores.

En primer lugar, porque, como explica hoy EL ESPAÑOL, no se sostiene que el presidente desconociera en un primer momento que la mandataria venezolana tuviese prohibido acceder al espacio europeo. Porque su Gobierno se estrenó en 2018 en Bruselas aprobando esas sanciones a la vicepresidenta. De modo que su Ejecutivo debía conocerlas perfectamente desde entonces.

Ni siquiera es defendible la hipótesis más benevolente con el presidente, la de que no hubiera reparado en la prohibición que pesaba sobre la mandataria cuando Ábalos le pidió autorización. Porque Delcy Rodríguez no es la vicepresidenta de un gobierno irrelevante e ignoto sobre el cual se pueda alegar un completo desconocimiento.

Y lo mismo cabe decir de su aducida ignorancia sobre la presunta trama corrupta de la que, según los indicios de la UCO, se habría beneficiado Ábalos. Sánchez se escuda en que fue engañado por el exministro. Pero es tan tan absurdo pensar que Ábalos no sabía nada de los manejos de Koldo como pensar que Sánchez no sabía nada de los manejos de Ábalos, que era su número dos en el partido y su más fiel colaborador.

Además, de la conversación con el exsecretario de Organización del PSOE se sigue que el presidente sabía perfectamente de lo que le hablaba. Porque Sánchez replicó con un "bien" cuando Ábalos se refirió a "la gestión que acordamos en favor de las empresas españolas". Lo mismo que se deduce del mensaje en el que Ábalos le aclaraba a Koldo "ya ves que no me ha dicho nada, pero al menos no pone pegas".

El presidente ha tratado de sacudirse la vinculación con quien le aupó a La Moncloa escenificando una "absoluta contundencia ante cualquier atisbo de corrupción que se haya podido producir, desgraciadamente, en mi Gobierno".

Pero, al descargar toda la responsabilidad del caso Koldo en su exministro, no parece reparar en que, lejos de servirle como cortafuegos, alegar desconocimiento resulta una opción casi peor. Porque en este caso no está claro si es peor la complicidad o la ignorancia.

Y más cuando Sánchez le espetó a Mariano Rajoy en 2018 que era "un conductor dormido al volante de un país". Según su propia defensa, a él le habría sucedido lo mismo.

En cualquier caso, el presidente está pidiendo de los ciudadanos un acto de fe que su credibilidad, a la vista de su demoledora hemeroteca, no justifica concederle. Máxime cuando ni siquiera ahora es capaz de coordinar el relato con sus compañeros de Gobierno. Pilar Alegría (que ha sido cazada mintiendo esta semana a cuenta del caso Begoña y de la enmienda para excarcelar etarras) ha atribuido el aterrizaje de Delcy a "una parada técnica del avión". De modo que si Alegría dice la verdad, Sánchez estaría engañando de nuevo.

Cada vez que ha aparecido una nueva prueba en su contra, el presidente ha cambiado de versión. De hecho, el propio Ábalos dio distintas explicaciones en aquellos días de 2020. Y siendo ya sabido que el exministro no había dicho la verdad al sostener que su encuentro con Delcy fue casual, Sánchez le respaldó de todos modos en las Cortes.

Si a propósito de este escándalo el presidente ya ha mentido más de una vez, ¿por qué deberíamos creer esta nueva versión? ¿Por qué habría esta nueva explicación de ser la buena?