La aprobación de la reforma fiscal el pasado jueves en el Congreso de los Diputados tuvo un efecto levemente paliativo sobre la conmoción causada por la declaración de Víctor de Aldama ante el juez, en la que acusó al presidente del Gobierno y a una buena parte de sus ministros de haber tolerado cuando no obtenido réditos de la presunta organización criminal urdida por Ábalos y Koldo.

El PSOE quiso trasladar la idea de que, con todo el daño que puedan hacerle las nuevas acusaciones de Aldama, lo importante es que siguen siendo más, como presumiera Pedro Sánchez en la noche electoral del 23-J.

De hecho, el único aglutinante que le ha permitido a Sánchez salvar sus sucesivos apuros parlamentarios ha sido el ejercer de bloqueo a un cambio en la Presidencia del Gobierno, ante la ausencia de una suma alternativa a la Frankenstein. Es lo que ha reconocido un ministro a EL ESPAÑOL: "En este Congreso no hay mayoría progresista, lo que hay es una mayoría de rechazo al PP y a Vox".

Lo que indica la encuesta de SocioMétrica que hoy publica EL ESPAÑOL es que esta ficticia "mayoría progresista" ni siquiera sería suficiente hoy para impedir nuevamente un Gobierno del ganador de las elecciones. El primer sondeo realizado tras las revelaciones de Aldama arroja que el PSOE se hundiría hasta el 26,7% de la intención de voto, muy lejos del 31,7% de papeletas que recabó en las últimas generales.

Sumando sus 109 escaños a los 13 de un Sumar esquilmado, si el PSOE reeditase el actual bloque de investidura, sólo podría contar con 155 escaños, a mucha distancia de la mayoría absoluta. Y a una no menor con respecto a los 190 diputados que reunirían PP y Vox.

Con los 152 diputados de Feijóo, la ventaja de poco más de un punto que el PP le sacó al PSOE el 23-J se ensancharía hasta los ocho puntos. Y lo que es más revelador: según los datos de Sociométrica, es la primera vez en lo que va de legislatura que una mayoría de españoles creen que Feijóo será el próximo presidente.

Igualmente sintomático del pronunciado desgaste que acusa Sánchez es el hecho de que el presidente registre su peor dato histórico de popularidad: apenas un 26,5% de españoles lo apoyan.

El cortoplacismo en pos de la mera supervivencia del mandato sanchista se ha venido sustentando sobre un suelo parlamentario mínimo. Pero el brote de un caso de corrupción en el seno del Gobierno Sánchez supone el hundimiento definitivo de una mayoría que, aun cuando pudiera resistir hasta el final de la legislatura, ha dejado de existir ya no sólo ideológica sino también numéricamente.