¿Quién habla al PSOE de responsabilidad?
Tras la constitución de las Cámaras se están redoblando las presiones sobre el PSOE para que se allane y facilite la investidura de Mariano Rajoy. Una presión que se da -según lo previsto- primero sobre el partido y después sobre su líder. Estamos en esta fase ahora, en la que se trata de debilitar, ningunear y despreciar a la persona de Pedro Sánchez. Unos modos poco seductores y nada sofisticados para ganarse a quien, según las estimaciones del PP y sus entornos, recae la gobernabilidad de España. Abandonada la sutileza, no les importa desestabilizar a la organización que dicen considerar básica para el funcionamiento institucional.
La apelación al PSOE se fundamenta en la responsabilidad y en la amenaza de que si no asume todo le irá peor. Una responsabilidad que se centra en Ciudadanos y en el PSOE, quedando los demás libres de responsabilidad. Una responsabilidad que no tuvo el PP en la pasada y breve legislatura, ni tampoco con gobiernos socialistas, cuando deseaba que la UE interviniera España, que se hundiera para poder levantarla ellos, o cuando no le importó agitar al país en contra del Estatuto catalán o usó reiteradamente la lucha contra el terrorismo como arma de desgaste político.
Nunca el PP votó la investidura de un presidente del PSOE, como tampoco lo hizo el PSOE a uno del PP, aunque ahora algunos antiguos protagonistas de aquellos momentos sufran arrebatos de una responsabilidad que no practicaron. Ni siquiera tras el fallido golpe de Estado del 23-F -una situación más que excepcional- el PSOE votó favorablemente a Calvo-Sotelo el 25 de febrero de 1981.
Nunca antes un aspirante a presidir el Gobierno apeló a la responsabilidad de sus oponentes para que se allanaran
En las legislaturas en las que no hubo mayorías absolutas, los aspirantes a presidir el Gobierno, como Felipe González, José María Aznar o José Luis Rodríguez Zapatero, nunca apelaron a la responsabilidad ni a ninguna otra excusa para que sus oponentes se allanaran. Todos se entregaron a negociaciones para conformar mayorías suficientes para sus investiduras sin esperar a que les llegaran las rendiciones de sus rivales en modo de ofrenda para mayor gloria de España.
Pero es que, además, lo que está en juego no es sólo la investidura, sino la gobernabilidad de España, y si no se asegura ésta, habrá elecciones nuevamente, con la diferencia de que en lugar de tener una convocatoria automática, las convocaría Rajoy, ya como presidente, cuando le pareciera oportuno. Si el PSOE accediera a facilitar su investidura mediante la abstención en aras de la manoseada responsabilidad, quedaría atado a las siguientes necesidades del Gobierno en aras de la misma responsabilidad, convirtiéndose así en su muletilla.
Una posibilidad para desbloquear la situación es configurar una mayoría sobre la base de la afinidad política
De esta forma, el PSOE no sólo defraudaría a sus afiliados y electores sino que sería cómplice -mediante la corresponsabilidad- de las políticas desarrolladas por el Gobierno. De ahí que no tenga sentido ese llamamiento “bienintencionado” que consiste en que el PSOE facilite el Gobierno de su adversario y pase a la oposición para, por la vía parlamentaria, liderar el desmontaje de lo hecho por el PP en la décima legislatura. O sea, se nos pide responsabilidad para abstenernos en la investidura y aparcar inmediatamente esa responsabilidad para hacer una firme oposición. La solución es poco creíble.
Una posibilidad para desbloquear la situación actual es configurar un escenario de gobernabilidad sobre la base de la afinidad política, esto es, sobre el modelo económico y social que se defiende, y en ese espacio Rajoy puede encontrar una mayoría. Pudimos ver un ensayo sobre este acuerdo en la elección para la Mesa del Congreso.
Insistir en doblegar al PSOE, única alternativa a la derecha, es continuar con la estrategia para que desaparezca
Un acuerdo de gobierno entre PP, Ciudadanos y Coalición Canaria, y la mera abstención de PDC y PNV, conseguiría una mayoría suficiente para la investidura y un marco político para afrontar un programa de gobierno de centro-derecha que integrara las demandas económicas que plantea la UE, la regeneración democrática en la que tendría un buen papel Ciudadanos y enfocar el conflicto territorial con la inclusión política de PNV y PDC. Sería un Gobierno de la derecha, pero no un gobierno continuista de la obra de Rajoy. Esta alternativa constituye, sin duda, un desafío pero responde más adecuadamente a los resultados electorales, a la composición del Congreso, a la estabilidad institucional y a la necesidad regeneracionista que tiene la derecha en España.
Seguir insistiendo en doblegar al PSOE, a la única alternativa a la derecha que hay en España -como se ha visto en las últimas elecciones-, es continuar con la estrategia para que desaparezca. No ha sido posible alimentando a un competidor que fracturara la izquierda, no ha sido posible con los cantos del inevitable sorpasso y ahora se pretende su liquidación mediante la decepción que entrañaría que un presidente al que se le tildó de "indecente" fuera nuevamente elegido, esta vez con el apoyo de diputados socialistas así fuera de modo pasivo.
Todos tenemos derecho a mantener vivo nuestro proyecto político y a defender nuestras expectativas electorales
Que nadie otorgue dispensas de responsabilidad ni certificados de irresponsables a la mayoría de los representantes de la soberanía popular. Muy especialmente tras el fracaso de la undécima XI Legislatura que nos llevó a esta situación. Todos tenemos derecho a seguir manteniendo vivo nuestro proyecto político y a defender nuestras expectativas electorales.
Resulta curioso que en los mentideros se disculpe al PNV con el argumento de que tiene elecciones a la vista. ¿Es que, acaso, los demás no concurrimos a esas elecciones? ¿Es que los socialistas no nos presentamos a las elecciones gallegas y vascas? ¿Es que acaso no pueda llegar a necesitar el PNV del apoyo pasivo del PP en el País Vasco si quiere seguir gobernando? ¿Es que el PDC, que se somete a una cuestión de confianza en septiembre en el Parlamento catalán, no puede necesitar de apoyos tan extraños como los que ahora representa la CUP? ¿Sería acaso la primera vez?
Si la alternativa de derechas se descarta habrá que ir pensando en la responsabilidad de explorar otras posibilidades
Repito, la elección de la Mesa del Congreso demostró que cuando quieren, pueden. Ese día se montó un buen mercado. Todos están en su derecho de obrar de acuerdo a su propio interés, pero lo cierto es que el único partido que actuó con coherencia y, por tanto, con responsabilidad, fue el PSOE. Eso sí, sobre ello no se ha hecho ninguna glosa, como no se haría si sucumbiéramos a la “responsabilidad” que nos exige el PP.
A pesar de lo anterior, si no deseo presiones para el PSOE que implícitamente supongan daños indeseables, tampoco me parece bien que se hagan sobre otras formaciones a las que se pretende abocar a una única solución. Por ello, si la alternativa de derechas que he planteado se descartara por la incapacidad del PP habría que ir pensando en que la responsabilidad también debe llevarnos a explorar otras posibilidades.
*** José Luis Ábalos es portavoz adjunto del grupo parlamentario socialista en el Congreso.