Seguimos sin solución pero el mensaje de las urnas es claro
Son muchos los que han puesto su esperanza en que los resultados en Galicia y País Vasco ayuden a desbloquear la investidura del presidente del Gobierno de España. Sin embargo, estas elecciones no han arrojado, al menos de momento, ninguna solución posible, aunque los ciudadanos sí parecen haber mandado un mensaje claro a sus políticos.
En primer lugar, el PP, y en concreto Alberto Núñez Feijóo, ha logrado revalidar su tercera mayoría absoluta, reforzándola. En el País Vasco, Alfonso Alonso ha conseguido frenar la debacle que vaticinaban las encuestas. Y todo ello en un momento complicado para los populares, tras el escándalo por la designación de José Manuel Soria para un puesto en el Banco Mundial o la negativa de Rita Barberá de abandonar su escaño en el Senado. Los resultados indican que, pese a todo, una buena parte del electorado sigue manteniendo su apoyo al PP, legitimando con ello su posición de cara a unas nuevas negociaciones para la investidura de Rajoy.
En segundo lugar, los resultados del PSOE suponen un nuevo varapalo para el partido liderado por Pedro Sánchez. Al sorpasso de Mareas+Podemos en Galicia se le une la pérdida de 7 escaños en el País Vasco. En Galicia, los socialistas aspiraban a mantenerse como primera fuerza de la oposición, incluso a arrebatar el gobierno a Feijóo con la ayuda de las fuerzas nacionalistas de izquierda. En el País Vasco, la situación es todavía más sangrante, no sólo han perdido 86.760 votos, sino que las urnas les han igualado en número de escaños con el PP, cosa impensable en otras épocas. Además, sus 9 escaños no les convierten en una pieza clave para inclinar la balanza del gobierno y, por tanto, no les abren las puertas para un entendimiento directo con el PNV a nivel autonómico y nacional.
Los resultados no van a hacer más que avivar la guerra soterrada que parece dominar el PSOE estos últimos meses
Antes de las elecciones, algunos barones socialistas como Fernández Vara, García-Page o Javier Fernández habían manifestado públicamente su negativa a protagonizar una sesión de investidura con el apoyo de Podemos y de las fuerzas independentistas. Los resultados de este domingo no van a hacer más que avivar la guerra soterrada que parece dominar el PSOE estos últimos meses, guerra que se libra entre los que apuestan por mantener que su “no es no” y los que abogan por que su abstención permita formar gobierno y evitar unas terceras elecciones.
Si se hace caso a las urnas, el dictamen es claro: la continuada pérdida de votos, elección tras elección, viene a deslegitimar la posición de Pedro Sánchez. Por tanto, todo indica que se avecina un Comité Federal tenso al final de esta semana. Sin embargo, parece que el secretario general quiere emplear esa reunión para informar sobre sus contactos con Podemos y los nacionalistas, y en ningún caso para pedir autorización para ello. Algo así podría precipitar los acontecimientos, al contravenir la resolución del 28 de diciembre que le impide pactar con el PP y los independentistas.
Si el debate en el Comité Federal se complica, Pedro Sánchez podría anunciar un congreso exprés, convirtiendo el recurso a las bases en unas primarias sobre su candidatura a la reelección como secretario general. Tal decisión haría difícil que cualquiera pudiera plantearle batalla; ni siquiera Susana Díaz dispondría del tiempo suficiente para dejar arreglado los equilibrios de poder en la Junta y en el PSOE andaluz.
Podemos sale de ambas citas peor de lo que esperaba: las confluencias empiezan a no ser garantía de éxito
Otra cosa es saber si el sector crítico, ante el riesgo electoral que podría suponer un pacto con fuerzas independentistas, se atrevería a enfrentarse al secretario general para obligarle a cambiar de postura y, caso de no lograrlo, intentar relevarle de su cargo. Es algo poco probable porque sumergiría a los socialistas en una crisis profunda.
En tercer lugar, Ciudadanos parece haber perdido fuelle. Y eso a pesar de que se ha presentado como la única fuerza política que ha actuado con responsabilidad al tender la mano para dar salida al bloqueo político. Los resultados del partido de Rivera han sido más que decepcionantes, por mucho que algunos de sus dirigentes quieran echar la culpa a la barrera electoral del 5% que se requiere, por ejemplo, para entrar en el reparto escaños en Galicia. Las buenas intenciones de Ciudadanos no están calando en el electorado; ya se vio en las últimas elecciones generales, y ahora le han dado la espalda en las autonómicas gallegas y vascas.
En cuarto lugar, el resultado de Podemos es peor de lo que se esperaba. La organización de Pablo Iglesias aspiraba a impedir la mayoría absoluta del PP en Galicia y a convertirse en la segunda fuerza en el País Vasco, con opciones de conformar gobierno con el apoyo de EH-Bildu. Pues bien, los datos revelan dos cuestiones importantes: que las confluencias, como ya pasó con IU, empiezan a no darles el éxito esperado -Mareas únicamente ha incrementado su respaldo en algo más de 70.000 votos-, y que su discurso les está pasando factura entre su electorado.
Ahora, la clave a despejar es si habrá unas terceras elecciones generales. Según las encuestas, el único partido que saldría reforzado en esa cita sería el PP, mientras que Podemos y Ciudadanos podrían retroceder. Pero es que en el caso del PSOE los resultados de Galicia y País Vasco y la crisis interna colocarían a Sánchez en una posición complicada para repetir como candidato. Lo dicho: la solución sigue en el aire, pero los ciudadanos avisan.
*** Gema Sánchez Medero es profesora de Ciencia Política y de la Administración en la Universidad Complutense de Madrid.