En la Comunitat Valenciana sólo tenemos una opción: la prosperidad. Necesitamos mirar hacia el futuro con la ilusión y el convencimiento de saber que se puede recuperar la estima y el nivel económico perdido sin necesidad de confrontación con España.
Para ello es preciso dar un portazo al pasado y a sus desnortados y faraónicos políticos. Los valencianos, conscientes de ello, votaron cambio en 2015. Más de dos años y medio después, queda todo por hacer. No hay más que fijarse en el desgobierno que el alcalde de Valencia, Joan Ribó, ha creado en el Ayuntamiento. Y es que, los que se hacen llamar gobiernos del cambio y del progreso se han dedicado a crear problemas que no existían y, peor aún, han demostrado que gestionar no es su prioridad, sino adoctrinar y favorecer a los suyos a través de una política de amiguetes.
Compromís está incumpliendo sus compromisos sociales y económicos, centrando su política en el control de la educación y la cultura; es decir, en cómo y en qué debemos pensar. Basta con un dato escalofriante: en Castellón, Alicante y Valencia más de 20.000 niños estudian en centros que son barracones total o parcialmente. Resulta claro que la calidad de las infraestructuras educativas no es una prioridad, cuando la mayor parte de los colegios que se proyectaron para iniciar las obras en el segundo semestre de 2016 ni siquiera se han licitado. A pesar de ello, al conseller Marzá le sobra energía y recursos para luchar a capa y espada por su decreto del plurilingüismo y para conceder subvenciones a entidades culturales independentistas.
En estos dos años se ha constatado que Compromís es el eslabón perdido entre ERC y la CUP, prestándose a facilitar su presencia a en la Comunitat, dando encaje y sentido a las diferencias de los grupos catalanes pero, cuando ha sido necesario, se ha descarado hacia la radicalidad, consolidándose como la marca blanca de la CUP, que defiende en Valencia posturas como el referéndum.
Compromís es el eslabón perdido entre ERC y la CUP, y persigue el mismo nacionalismo que germinó en Cataluña en los 80
Han demostrado con sus actos que persiguen el mismo nacionalismo que germinó en Cataluña en los años 80, el nacionalismo hostil, que se alimenta y basa su supervivencia en generar un sentimiento de confrontación con España. Todo esto es Compromís y, como ven, no tiene nada que ver con aquel bondadoso defensor de causas sociales y desesperadas, que se revestía de falso valencianismo y que proponía el cambio en el 2015. Cambio sí, pero ocultando su naturaleza real.
Para colmo, esta entrega al independentismo evidencia las tensiones en la formación, que también es un retal formado por partidos diferentes y, a veces, ideologías contradictorias, pero con un objetivo que les une: el poder. Este escenario nos lleva a escuchar a Enric Morera contradecir a Mónica Oltra, quien a su vez acababa de rebatir a Àgueda Micó.
Por eso no creo en el mantra que condena a esta Comunitat a elegir entre pasado o confrontación. Los conservadores vociferan que antes todo era mejor, que estas cosas no pasaban y que sólo hay un camino, el regreso al pasado. Los nacionalistas proclaman que la Comunitat está arruinada, culpan a España e insisten, igualmente, en que sólo hay un camino, el de hacer frente común contra Madrid. Pero existe una tercera vía que se ha propuesto derrumbar ese mantra oscuro. Ya ha aparecido en Cataluña con la fuerza que sólo da la convicción de buscar la prosperidad, el sentido común y la unión; un nuevo camino materializado en la figura de Inés Arrimadas.
Esta senda se recorre con dos compañeros de viaje imprescindibles, la regeneración y la contundencia contra el nacionalismo. La Comunitat Valenciana siempre ha sido una autonomía de centro y moderada. En nuestra comunidad, un 90% de las personas nos sentimos tan valencianos como españoles y, por lo tanto, queremos escuchar un único mensaje en todo el territorio español. Buscamos sentirnos valorados sin necesidad de caer en la búsqueda fácil del nacionalismo hostil y, por eso, no comprendemos cuando el presidente de la Generalitat, Ximo Puig, exige mejor financiación para la Comunitat y esa misma semana vota en el Congreso a favor del cupo vasco.
Valencia, tercera ciudad de España, es un claro ejemplo de la consolidación de Ciudadanos
Esto ha de terminar. Basta ya de una política territorial a la carta y falsa, que prometa algo distinto en cada región y que provoque desigualdades sangrantes entre ciudadanos de un mismo estado. La Comunitat Valenciana es importante para Ciudadanos. Cada día son más las personas que se suman a nosotros, y contamos con una nutrida representación en las instituciones. Valencia, tercera ciudad de España, es un claro ejemplo de la consolidación de Ciudadanos. El partido ha crecido con seguridad y tenemos un presidente valiente, honesto y con sentido de Estado como Albert Rivera.
Nosotros sí tenemos un proyecto para nuestra tierra, capaz de aprovechar la oportunidad que esta lenta recuperación supone para la industria, para el desarrollo 4.0 y para diseñar una oferta turística lejos del low cost; enfocar el turismo sólo a base de millones de visitantes no puede traer más que malestar a los vecinos y empleos precarios para jóvenes universitarios que buscan iniciar una vida propia.
Recordemos que el empleo no lo crean los gobiernos, sino las empresas y, en la inmensa mayoría de casos, las pymes, los autónomos y los comercios. Las instituciones únicamente han de crear la atmósfera adecuada para ello. Pero eso tampoco es una prioridad para el gobierno valenciano. No tiene ningún sentido que la primera decisión de Ribó en el 2018 sea dar subvenciones a entidades independentistas. En el momento que lee este artículo, Ribó estará celebrando en Valencia una cabalgata de magas que tuvo su única edición en 1937. Lamentablemente, estas son las cosas que le preocupan al alcalde y en las que ocupa su tiempo…
No dejaremos que Valencia caiga en la falsedad de tener que elegir entre pasado o confrontación
Por ello, la labor de fiscalización que realizamos desde la oposición resulta crucial para desenmascarar definitivamente a Compromís. Valencia no se merece ser gobernada por partidos nacionalistas, y tampoco ser víctima de gobiernos rompecabezas que cambian votos por sillones. No merece lo que está haciendo el PSPV en la Comunitat Valenciana. Ahora es el momento. La Comunitat tiene futuro, y este futuro sólo depende de nosotros, de nadie más. No dejaremos que Valencia caiga en la falsedad de tener que elegir entre pasado o confrontación. Han de saber que existe otro camino, uno marcado por la prosperidad y la convivencia.
***Fernando Giner Grima es portavoz de Ciudadanos (Cs) en el Ayuntamiento de Valencia.