13 mentiras sobre la inmersión lingüística que cuenta el nacionalismo catalán
1. Los catalanes apoyan masivamente el sistema de inmersión lingüística.
Un mito basado en una manipulación de libro. Cuando en las encuestas se pregunta a los catalanes por el sistema de inmersión lingüística, su apoyo parece ser mayoritario.
Pero cuando se pregunta específicamente a los catalanes por su sistema educativo preferido, sólo el 14% dice preferir uno en el que el catalán sea la lengua vehicular exclusiva. El apoyo mayoritario (en porcentajes cercanos al 60%) es para un sistema trilingüe equitativo o para uno en el que el castellano y el catalán sean vehiculares al 50%.
La conclusión es obvia. Los catalanes nacionalistas sólo apoyan el sistema de inmersión lingüística en cuanto perciben la pregunta como un ataque a una institución básica del autogobierno catalán (responderían lo mismo respecto a TV3, la Generalidad o los Mossos d'Esquadra). Pero una aplastante mayoría de ellos rechaza en la práctica el sistema de inmersión lingüística cuando se pregunta, específicamente, por la principal de sus características: la imposición del catalán como lengua vehicular a todos los escolares catalanes.
2. Europa avala el sistema de inmersión lingüística.
Falso. El Consejo de Europa ha recordado en repetidas ocasiones dos principios básicos de convivencia en las sociedades bilingües democráticas: que la inmersión debe ser voluntaria y que los padres tienen derecho a escoger la lengua de escolarización de sus hijos.
Todavía más. Según la Carta europea de las lenguas regionales en España, la inmersión en la lengua regional minoritaria (en este caso el catalán) no puede ser jamás obligatoria. Por su parte, la UNESCO ha repetido en incontables ocasiones que la escolarización en la lengua materna es un derecho esencial y una herramienta imprescindible para el correcto desarrollo intelectual de los estudiantes.
Estos mismos argumentos eran frecuentemente utilizados por los nacionalistas catalanes durante los últimos años del franquismo para defender la necesidad de una red de escuelas en catalán. Una vez instalado el nacionalismo en el poder e impuesto el catalán a todos los niños catalanes, esos argumentos parecen haber caído en el olvido como si nunca hubieran sido pronunciados en Cataluña.
3. El sistema de inmersión lingüística es habitual en Europa.
Mentira. El sistema de inmersión lingüística, es decir aquel en el que se impone a los estudiantes una de las dos lenguas oficiales, sólo existe en Groenlandia y en Cataluña.
La imposición del groenlandés a los estudiantes de la isla no está, de hecho, exenta de polémica puesto que es vista como una herramienta de las autoridades locales para evitar la huída en masa de su población a la metrópolis danesa. Es decir, como el muro lingüístico que esas autoridades han construido para impedir el éxodo de los lugareños y la consiguiente desertización del lugar.
4. Los sistemas bilingües o paralelos (con una red de escuelas en castellano y otra en catalán) crean guetos.
Wishful thinking inverso. Los sistemas bilingües o paralelos son la norma en las regiones bilingües de Europa y nadie tiene constancia de la creación de ningún gueto por razones de lengua en ellas. Y no hace falta irse demasiado lejos para comprobarlo. Como explica Teresa Giménez Barbat aquí, no hay guetos por razones de lengua en el País Vasco de los cuatro itinerarios educativos.
En la práctica, es el sistema de inmersión lingüística el que ha creado un gueto de alumnos castellanohablantes condenados a peores resultados académicos que sus compañeros catalanohablantes. Un problema que se extiende hasta la universidad, donde los alumnos castellanohablantes parten con una evidente desventaja, y hasta la vida profesional adulta, puesto que resulta prácticamente imposible acceder a cualquier puesto de trabajo público en Cataluña si no se demuestra un conocimiento profundo del catalán.
La maldad del sistema se demuestra cuando se tiene en cuenta que los funcionarios encargados de gestionar y perpetuar el sistema de inmersión lingüística son los mismos que han accedido a sus puestos de trabajo gracias a ese sistema de inmersión lingüística que garantiza la falta de competencia por parte de la mitad de la población castellanohablante.
Si una dictadura quisiera diseñar un sistema educativo que discriminara a la mitad de su población en función de su lengua y asegurara los puestos clave en la administración pública para la otra mitad de la población, este sería el sistema escogido. Sin duda alguna.
5. La inmersión es un modelo educativo de éxito.
Esta es quizá la más cruel y malintencionada de las mentiras del nacionalismo. Porque la inmersión ha provocado que los niños castellanohablantes fracasen el doble que los niños catalanohablantes.
Los alumnos castellanohablantes fracasan el doble en matemáticas, lectura y ciencias, una vez excluidas diferencias sociales, culturales y de renta, que los alumnos catalanohablantes.
Los alumnos castellanohablantes catalanes fracasan también en mucha mayor proporción que los alumnos castellanohablantes de otras comunidades españolas.
6. Los estudiantes catalanes dominan mejor el castellano que los del resto de autonomías.
Que esta mentira pueda, no ya pasar por cierta, sino por verosímil, roza lo esperpéntico. Los alumnos catalanes sólo oyen el castellano durante dos horas a la semana: las correspondientes a la asignatura de lengua castellana. ¿Cómo puede alguien creer que tienen mejor nivel de castellano que alumnos que estudian treinta horas a la semana de y en castellano? Por supuesto, sólo lo creen aquellos nacionalistas que creen en la superioridad innata de la genética catalana respecto a la del resto de los españoles.
El nivel de conocimiento del castellano de los alumnos catalanes (tanto catalanohablantes como castellanohablantes) es muy bajo. Los niños catalanes están diez puntos por debajo del resto de los españoles en acentuación y análisis morfológico, y casi veinte en ortografía, conocimiento de géneros literarios y relaciones morfosintácticas. En conocimiento de periodos, autores y obras les separan de sus pares del resto de España casi cincuenta puntos de diferencia.
La realidad es mucho más sencilla que la descrita por las autoridades educativas de la comunidad catalana. Los alumnos catalanes son los peores de España en lengua castellana. Y la prueba son las evidentes dificultades de expresión que demuestran muchos diputados y políticos catalanes a la hora de lidiar con el castellano.
7. El sistema de inmersión favorece la integración de los inmigrantes.
Falso también. Según el informe PISA de 2015, Cataluña es la comunidad española en la que los estudiantes inmigrantes se sienten menos integrados. Aquellos que dicen no sentirse integrados "en absoluto" alcanzan el 26,4%, por un 15,3% en Madrid y un 13,2% en Navarra, ambas comunidades muy similares a Cataluña en renta per capita. En el caso de la comunidad de inmigrantes hispanohablantes, ese descontento alcanza el 29,3% en Cataluña.
Aun más. La diferencia de puntuación en las pruebas PISA entre alumnos inmigrantes y nativos es en Cataluña de un 61,9% (a favor de los nativos) por un 42,2% en el resto de España y un 37,8% de media en Europa.
8. La inmersión lingüística garantiza la cohesión social.
A la vista de lo sucedido durante los últimos meses en Cataluña, la afirmación sólo puede ser tomada a risa. Cataluña está dividida en dos; su sociedad, fracturada; las empresas, fugadas; su imagen en Europa, por los suelos; su autogobierno, suspendido; los líderes nacionalistas, en prisión o a pocos meses de entrar en ella; los partidos políticos nacionalistas, en guerra abierta entre ellos y contra la mitad de los ciudadanos.
Un éxito clamoroso, a la vista está. Las naciones europeas deberían enviar delegados a Cataluña con el objetivo de estudiar las técnicas locales para garantizar la cohesión social.
9. Cualquier otro sistema a la inmersión supondría separar a los niños por su lengua.
Este es el argumento favorito de Miquel Iceta (PSC). Basta con recordar que los partidos nacionalistas, entre los que se incluye el suyo, llevan cuarenta años separando a los catalanes por su lengua.
10. Los catalanes apoyan masivamente el sistema porque es un modelo de éxito (fusiona el punto 1 y el 5).
No es el caso de esos líderes nacionalistas que, como Artur Mas, Oriol Junqueras, Pilar Rahola o José Luis Montilla, han matriculado a sus hijos en escuelas internacionales privadas donde no opera el sistema de inmersión lingüística. Resulta curioso que Mas, Junqueras, Rahola o Montilla no quieran para sus propios hijos lo que con tanto entusiasmo imponen a los de los demás ciudadanos.
Un malpensado podría pensar que esos líderes catalanistas imponen la inmersión lingüística al resto de los catalanes para que sus hijos no tengan competencia cuando se incorporen al mercado laboral.
11. Los resultados del sistema de inmersión son públicos y transparentes.
El Gobierno catalán no publica las puntuaciones o los porcentajes de fracaso de los alumnos catalanes. Toda la información al respecto procede de evaluaciones nacionales o internacionales como el informe PISA. Ese según el cual los alumnos catalanes que repiten curso son en su mayoría castellanohablantes (un 53,9% por un 46,1% de catalanohablantes, un porcentaje que pasa a ser de un 89,6% contra un 10,4% en el grupo de los repetidores de dos o más cursos).
12. El idioma catalán es el idioma propio de Cataluña.
El concepto de "idioma propio" no existe como tal en ningún país del mundo. Existe, en todo caso, el idioma materno o el idioma de uso preferente. Y todas las encuestas realizadas al respecto coinciden. El catalán es la lengua de uso preferente de entre un 30 y un 35% de los catalanes por un 55% de catalanes que tienen el español como lengua de uso preferente.
Dicho de otra manera. En términos estrictamente numéricos la lengua propia de Cataluña sería antes el español que el catalán. Ni siquiera acudiendo a argumentos históricos se puede afirmar que el catalán sea la lengua propia de Cataluña. Ya a finales del siglo XV los primeros impresores catalanes (que en realidad eran alemanes) imprimían más libros en castellano que en catalán porque la demanda era mucho mayor para los primeros que para los segundos. Y el mismo Cervantes describe, un siglo después, una sociedad catalana en la que el castellano es hablado mayoritariamente y considerado por la mayoría de los catalanes como "lengua propia".
13. Sólo la inmersión asegura la supervivencia del catalán.
Si esta frase es cierta, los catalanes nacionalistas deberían ser los primeros interesados en crear dos redes educativas paralelas (una en castellano y otra en catalán). Porque si algún día llegara a la Generalidad un partido no nacionalista y decidiera aplicar la inmersión lingüística en beneficio del castellano y con los mismos argumentos del nacionalismo, el catalán desaparecería de raíz.
[NDR — Este artículo ha sido elaborado a partir de los datos incluidos en el documento 'Las mentiras de la inmersión' de la asociación Convivencia Cívica Catalana y que puede encontrarse aquí.]