El informe “El Estado de la pobreza”, de la Red Europea contra la Pobreza, señala que en 2016 había en España 13 millones de personas en “riesgo de pobreza y/o exclusión social”, lo que equivale al 27,9% de la población. Aunque implica un progreso desde el 29,2% de 2014 (desde entonces casi 670.000 personas salieron de esa situación), me parece una cifra enorme. Incoherente con lo que uno ve cuando se mueve por España. Esa cantidad de “pobres” (lo de “riesgo” se deja de lado en muchos pasajes del informe) surge del indicador AROPE.
Se considera en riesgo de pobreza a quien cumpla al menos uno de los siguientes tres criterios: 1) vive en un hogar con una renta inferior al 60% de la renta mediana (nivel que divide la población en dos grupos, según sus ingresos superen o no esa cifra); 2) está en situación de privación material severa; o 3) vive en un hogar con baja intensidad de trabajo (alto desempleo).
La mitad de las personas en riesgo de pobreza lo está por tener una renta inferior al 60% de la renta mediana. Esa renta, para un adulto, es de 8.210 euros/año. Para un matrimonio con dos hijos pequeños, es de 17.240 euros/año. Un problema con esta medida es que la “pobreza” puede aumentar aunque no empeore la situación de nadie. En 2016, la renta mediana subió un 2,5%: gente cuya renta creció un 2% pudo pasar a ser considerada “pobre”. Otro problema es que, según ese indicador, es imposible acabar con la pobreza: por definición, siempre habrá una porción significativa que ingrese menos del 60% de la renta mediana, aunque todos los niveles de renta aumenten.
Por eso me parece más relevante el criterio de la privación material severa (PMS). Para caer en situación PMS, una persona no puede permitirse, al menos, 4 de las siguientes 9 cosas: 1) ir de vacaciones una semana al año; 2) comer carne cada dos días; 3) calefacción en el hogar; 4) afrontar gastos imprevistos; 5) pagar puntualmente gastos de la vivienda (hipoteca, alquiler, etc.); 6) tener teléfono; 7) tener televisión; 8) tener lavadora; 9) tener automóvil.
La cantidad real de 'pobres' sería un 80% inferior a la que ofrece el informe 'El Estado de la pobreza'
El estudio admite que, prácticamente, no hay en España quien no tenga teléfono, lavadora o TV. Algo que no nos sorprende, pero que no cuadra con el panorama que se presenta al decir que hay un 27,9% de “pobres”. De hecho, la gente en situación PMS es el 5,8% de la población. Unos 2,6 millones de personas. Una cifra grande pero más coherente con la realidad que percibimos. Es decir que la cantidad real de “pobres”, sería un 80% o 10,4 millones inferior.
Los dos criterios con mayor proporción de personas no corresponden con lo que cualquiera se imagina al hablar de pobreza: ir de vacaciones al menos una semana al año (40,3% de la población, proporción menor que en 2004, 2005 o 2006) o poder afrontar gastos imprevistos (38,7%, la más baja en 5 años). El criterio que cualquiera asociaría a pobreza (no poder comer carne al menos cada dos días), solo lo cumple el 2,9% de la población (1,3 millones de personas).
Aunque el informe menosprecia la recuperación como algo “puramente macroeconómico”, en su página 60 se ve que los tres deciles (grupos con el 10% de la población) con menores ingresos son los que disfrutaron el mayor incremento de renta entre 2014 y 2016. También puede verse (página 42) que los mayores de 65 años son los que menos caen en situación PMS (2,5%, menos de la mitad que la media general) y que su prevalencia es mayor entre inmigrantes (15%; página 44).
Según los propios datos del informe, puede concluirse que la verdadera situación de pobreza se limita, como máximo, a aquellos 2,6 millones de personas con PMS (algo coherente con los 1,4 millones de parados de larga duración). Además, se ve que la situación está en clara mejoría. De lo que se deduce, aunque algunos todavía duden, que una economía que funcione bien es la mejor amiga de los pobres.
*** Diego Barceló Larran es director de Barceló & asociados.