Con la llegada del Gobierno Sánchez a la Moncloa finaliza la segunda temporada de esta particular House of Cards que vivimos desde las elecciones de 2015. El candidato de los peores resultados socialistas de la democracia, la marioneta a quien Iglesias concedía la sonrisa del destino para manejarla desde Vicepresidencia, el líder que pactó un buen acuerdo fallido con Ciudadanos, el secretario general expulsado de Ferraz a golpe de barón, el político dócil entregado a Rajoy en el 155, el aspirante a líder de la oposición, Pdr Snchz, acaba de desarmar a propios y extraños en seis días de vértigo al más puro estilo Frank Underwood.
La política española evoluciona a ritmo de Netflix. Estrategia, táctica, pactos, engaños y traiciones. Líderes que parecen sólidos un día, vacían su despacho a la semana siguiente. Quienes se veían en Moncloa ya no se ven en ninguna parte. Los que asaltaban el cielo buscan un lugar bajo el sol. Los perdedores cantan victoria. Los afortunados cambian de bando y hacen caja. Y cuando parecía que Sánchez cerraba la jugada maestra con su investidura, este Gobierno moderado y pata negra ha aumentado el número de víctimas. Perdonen si no me he expresado correctamente, es que yo había venido para quedarme.
Rajoy, el maestro en marcar los tiempos, el hombre que fulminaba a sus rivales con disparos de pasividad, ha visto caer su castillo de naipes y abandona la vida política dejando al Partido Popular camino del desierto. De presidente a Historia en seis días. Ya hemos empezado a leer los primeros panegíricos de las fuentes más insospechadas. Un día de éstos quedará a comer con Monedero.
Sánchez ha despertado a Rivera de su sueño a las puertas de la Moncloa y este Gobierno devalúa sus argumentos
Rivera está desnortado, sin saber muy bien a qué jugar. En la primera temporada de la serie, cuando negoció el Pacto del Abrazo con Sánchez, Ciudadanos iba de partido bisagra, esa pequeña formación centrista que debía permitir a los grandes gobernar sin el chantaje de los nacionalistas. El apoyo a Díaz en Andalucía y a Cifuentes en Madrid lo escenificaba a la perfección. Cualquier otra ambición se antojaba imposible. Sin embargo, en la segunda temporada, la crisis catalana y la corrupción hundieron al PP y Ciudadanos pasó de partido muleta a partido de sustitución. La moción de Sánchez ha despertado a Rivera de su sueño a las puertas de la Moncloa y este equipo de gobierno ha devaluado sus argumentos. Borrell, Calviño, Duque y Grande-Marlaska son nombres que habrían encajado perfectamente en el primer gobierno naranja. El Pacto del Abrazo se ha tornado en el abrazo del oso.
Aunque no tan evidente a simple vista, Podemos también ha quedado fuera de juego con el dream team del seleccionador Sánchez. Por mucho que se empeñe en socializar la caída de Rajoy, en capitalizar la huelga feminista y el cabreo de los pensionistas, la moción no es resultado del hartazgo social sino de la habilidad de Sánchez en ese tablero político que tanto presumía conocer Iglesias. Una vez cosechados los votos necesarios, Sánchez se ha puesto manos a la obra para cortejar a Europa y a la España moderada, ésa que te hace ganar elecciones.
Tan desafiante ante la Unión Europea a principios de la serie, Podemos ha hecho ministra de Economía a quien dirigía los presupuestos de la Unión. ¿Alguien ha dicho austeridad? Por su parte, los nacionalistas, hartos de represión, han hecho jefe de la diplomacia al jacobino irredento. La demolición de la causa separatista con cifras y sin piedad llegará ahora a todas las cancillerías en inglés y francés.
Sánchez Underwood va a tener difícil mantenerse en el poder. De lo contrario ésta sería una serie aburrida
Sánchez ha sido coherente con su personaje durante toda la segunda temporada. Hace dos años los líderes territoriales le obligaron a dimitir por buscar el poder apoyándose en el populismo y el separatismo. Ahora, sin enemigos internos y con el mismo Parlamento, ha podido ejecutar su idea pero en versión moción de censura, mucho más ventajosa que una investidura con contrapartidas.
No es ningún spoiler afirmar que Sánchez Underwood va a tener difícil mantenerse en el poder. De lo contrario ésta sería una serie aburrida. Misión imposible parece el reto independentista, que alcanzó su clímax dramático con Puigdemont, personaje de una tensión argumental insuperable. Ni siquiera una sobredosis de diálogo haría posible el acuerdo entre quien sólo acepta un referéndum y quien no tiene voluntad ni capacidad legal de concederlo.
En el corto plazo, la primera prueba de fuego serán los presupuestos de 2018, donde PP y PSOE se han intercambiado los papeles en un giro argumental efectista. Aunque Sánchez los sacara adelante, a la vuelta del verano empezará el reto de aprobar los de 2019. Si se atasca en esta misión podríamos tener elecciones generales, autonómicas, municipales y europeas el 26 de mayo. Si logra superarla, agotará la legislatura. Preparen las palomitas. Empieza la tercera.
*** Josep Verdejo es periodista.