Se atribuye a Lenin la famosa frase que dice “la mentira puede ser un arma revolucionaria”. Sin embargo, nada hay más revolucionario que la verdad, y así lo recoge San Juan en su Evangelio: “Dijo entonces Jesús a los judíos que habían creído en él: 'Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres'”. Y es que no hay arenga más elocuente, que llegue al mismo tiempo a la cabeza y al corazón, que la que se declama al mismo tiempo con la cabeza y con el corazón cuando la cabeza está llena de ideas acertadas y el corazón rebosante de buenos propósitos.
La irrupción de Pablo Casado en la campaña para suceder a Mariano Rajoy como presidente del Partido Popular y candidato en las próximas elecciones generales ha cogido al stablishment popular por sorpresa, y puede verse a todas luces que esa sorpresa no ha sido agradable. Porque Casado, que siempre ha sido un leal militante del PP, se ha empeñado en remover el tranquilo y silencioso estanque popular, aflorando el cieno que ocultan siempre las aguas que nunca se renuevan. Todo estaba atado y bien atado hasta que Pablo Casado se empeñó en cortar con su afilada elocuencia los nudos gordianos que el stablishment popular había ido tejiendo durante muchos años para cerrar el paso a quienes no hubieran sido ungidos previamente con el santo oleo sucesorio. Todo estaba atado, y bien atado, como el nudo de Gordio, hasta que Pablo Casado lo cortó… y la militancia de base, como Zeus cuando Alejandro Magno cortó el nudo gordiano, truena de aprobación y satisfacción.
Mi opinión, naturalmente, no es objetiva, sino parcial, puesto que llevo a orgullo ser uno de los primeros que apoyó a Pablo Casado y que contribuyó a que se decidiera a presentar su candidatura. Pero creo que puedo decir objetivamente que he visto crecer exponencialmente a Pablo como político en estos días de campaña. Y sí que puedo decir objetivamente que ha llegado a emocionarme como militante del Partido Popular y como español. Y emocionar a alguien que, como yo, lleva en política unos cuantos años y ha sufrido bastantes desengaños en la política activa, no es nada fácil. Es lo que ocurre cuando se oye a hablar a alguien que, más que poseer la verdad, es poseído por el espíritu de la verdad.
Precisamente por eso, porque uno ya tiene alguna experiencia y unos cuantos desengaños políticos a la espalda, no soy tan fácil de encandilar. Y tengo la certeza de que Pablo se cree lo que dice, se lo cree de verdad. Cuando dice que lo primero es España, se lo cree y lo transmite. Cuando dice que necesitamos más libertad individual y económica, lo dice y se lo cree. Cuando dice que no podemos olvidar a las víctimas del terrorismo, lo siente, se lo cree y lo demuestra porque, probablemente, ha sido en la era Rajoy el dirigente del PP que más veces ha estado en actos de víctimas del terrorismo y ha ido siempre que se le ha llamado. Y cuando dice que ha salido a ganar y a renovar el Partido Popular, y no a pastelear cargos o puestos en el Comité Ejecutivo o en el Grupo Parlamentario, lo dice con total sinceridad y empeñando su palabra.
Por eso apoyo a Pablo Casado, porque nos ha devuelto de golpe a muchísimos militantes una fe y una ilusión en la política y por la política que creíamos perdidas ya para siempre. Y por eso me atrevo a pedir, desde estas líneas, a Soraya Sáenz de Santamaría y a María Dolores de Cospedal que imiten a Mariano Rajoy y que hagan lo mejor para ellas, para el Partido Popular y para España: que se retiren de la escena y que den paso a la única persona que, hoy por hoy, puede reconstruir nuestro partido para volverlo a poner al servicio de los españoles. Que dejen paso a la renovación, que dejen paso a Pablo Casado.
*** Jesús Gómez Ruiz ha sido alcalde de Leganés y es diputado de la Asamblea de Madrid.