1. El plan A del presidente del Gobierno contra el Covid-19 es seguir gobernando con poderes excepcionales a la espera de nadie sabe muy bien qué. El plan B, hacer lo mismo, pero retirando unas ayudas que Pedro Sánchez lleva semanas prometiéndole a los ciudadanos. Como decía la actriz Ana Milán, "este es mi plan A y mi plan B es el mismo, pero chillando".
2. Dice Arcadi Espada en EL ESPAÑOL que los españoles no están siendo responsables, sino obedientes, como con Franco. Tiene razón.
3. También dice Arcadi Espada en la entrevista de Lorena G. Maldonado que estamos luchando contra esta pandemia con los mismos mecanismos que utilizaban los hombres medievales. Y de nuevo tiene razón. Tenemos a un ministro astronauta, pero seguimos luchando contra los virus con amputaciones. Porque un 19% de paro y una caída del 9,2% del PIB no es más que una amputación, se mire desde el punto de vista que se mire.
4. Dice el filósofo francés Alain Finkielkraut que la humanidad ha puesto el bien común por delante de la economía por primera vez en la historia. No son pocas las guerras que refutan esa tesis, empezando por la II Guerra Mundial, pero es llamativo en cualquier caso que un intelectual de prestigio como él haya caído en el mismo simplismo que podría firmar cualquier militante de Bildu. Porque la salud es muy cara, sobre todo si es pública, y sólo las economías poderosas son capaces de sostenerla. Que hayamos dejado morir a decenas de miles de nuestros ancianos por falta de recursos es la prueba de ello. Sin economía no hay salud, señor Finkielkraut, y lo que nos ha faltado en esta crisis no es salud, sino dinero. El dilema es falso.
5. Si docenas de 'expertos' sólo han sido capaces de luchar contra la epidemia encerrando a los ciudadanos en sus casas, que es la segunda solución que se le ocurriría a cualquier mentecato después de la de inyectarse lejía, entonces lo que tenemos no son verdaderos 'expertos', sino carceleros con carrerita de ciencias y cargo en universidad pública. Al menos no nos obligan a entregarles las llaves de nuestras casas como si fueran señorones feudales.
6. Pedro Sánchez no quiere un pacto nacional con el PP. Obligado a escoger entre los intereses de los ciudadanos españoles y sus intereses personales, Pedro Sánchez escogerá siempre los segundos. Que ni siquiera una pandemia y una crisis económica sin precedentes le hayan hecho cambiar de opinión da la medida correcta de su adecuación al cargo.
7. Para Podemos, el socio de Pedro Sánchez, la democracia liberal no es un fin en sí mismo, sino un autobús que le llevará a su destino final y del que se bajará en su momento.
8. La metáfora de la democracia como un autobús no es mía, sino de Recep Tayyip Erdogan.
9. Los bomberos tuiteros de la extrema derecha han lanzado durante los últimos días el bulo de que Carmen Calvo estaba en estado muy grave y al borde de la muerte. Era falso, por supuesto. Pero es significativo el hecho de que el bulo haya podido cuajar entre los más desprevenidos: su marginación del Gobierno tras su enfrentamiento con Irene Montero ha sido tan radical que también habría cuajado el bulo de que Carmen Calvo había sido enviada a Marte.
10. "¿Quién quiere la vieja normalidad?" parece ser el nuevo lema del sanchismo. Hay muchas respuestas a esa pregunta, pero la primera de ellas es "los familiares de los 25.000 muertos por Covid-19 en España".
11. Hay tanta ignorancia y tanto sectarismo ideológico en la frase "¿quién quiere la vieja normalidad?" que resulta difícil creer que pueda salir impunemente de boca de gente presuntamente alfabetizada. Parece claro a la vista de esa frase que, para una parte de la izquierda, 25.000 muertos y millones de parados no son una desgracia, sino una oportunidad para la imposición de sus neurosis ideológicas al resto de los ciudadanos.
12. No es casualidad que cada vez que algún mesías ha prometido a su pueblo un nuevo mundo la cosa haya acabado con decenas de miles de muertos. En el caso de la 'nueva normalidad' provocada por el Covid-19, la particularidad es que la cosa ha empezado ya con decenas de miles de muertos. En este punto en concreto nadie les podrá acusar de haber actuado tarde, desde luego.
13. Pedro Sánchez no quiere un pacto con el PP, pero es dudoso siquiera que lo quiera el PP. Paradójicamente, los recientes sondeos de opinión que dan una fuerte bajada del bloque de izquierdas y una subida considerable del PP por su dura oposición a Sánchez no son una buena noticia para los partidarios de ese pacto.
14. Y no lo son porque si Pablo Casado albergaba alguna duda acerca de qué camino seguir –pacto con el PSOE o aguardar a que la crisis económica destroce a Sánchez y le entregue al PP como fruta madura la Moncloa–, esos sondeos pueden abonar en su cabeza la segunda opción. Es el marianismo como marca de fábrica del PP.
15. Pero hará mal en confiarse Pablo Casado. En primer lugar, porque esa subida no se debe a su buen hacer, sino al de José Luis Martínez-Almeida e Isabel Díaz Ayuso. También al de comunidades como Andalucía y Galicia. En segundo lugar, porque habrá crisis suficiente durante los próximos años como para quemar a dos e incluso a tres presidentes. Haría bien Casado en procurar que la España que herede de Sánchez se parezca lo menos posible a la Argentina del peronismo. Porque esa España no la levanta él –ni nadie– en siete vidas que viviera.
16. Lo aventura Manuel Valls en la entrevista de hoy en EL ESPAÑOL. La oleada migratoria procedente de África provocada por la futura crisis económica puede desbordar la UE durante los próximos años. Es imprescindible afrontar este problema sin demagogia ni sentimentalismo. Porque no sólo está en riesgo la UE como estructura política supranacional, sino la idea misma de Europa, que es algo muy diferente.
17. Dos de las tres mayores potencias mundiales, China y Rusia, son regímenes autoritarios. EE. UU. ha renunciado a su papel de líder mundial. La amenaza de los populismos de extrema izquierda y extrema derecha es real en Europa. Occidente amenaza estancamiento económico, militar, educativo y tecnológico, carcomido por diferentes enfermedades del bienestar, mal bautizadas como "progresismo". Ningún Estado, o conjunto de Estados, ha sobrevivido jamás en perpetua crisis existencial, poniendo en duda sus propios valores y creencias, y aceptando en los extraños lo que no aceptaría jamás en los propios. Si Europa no adopta un rol internacional activo y abandona sus pretensiones infantiles de faro de una moralidad en la que ni siquiera cree, será pasto de esas fuerzas que ya asoman la cabeza entre el caos generado por el Covid-19. El mundo postCovid no será positivista, sino naturalista. Hagámonos a la idea y cuanto antes, mejor.