Cádiz vendría a reproducir a escala de ciudad lo que está ocurriendo en toda España con la llamada memoria histórica. Tras la instauración de los ayuntamientos democráticos, en 1979, durante las cuatro primeras legislaturas municipales Cádiz tuvo alcalde socialista, momento en el que lo mismo se homenajeó a Ramón de Carranza, representante de la derecha histórica, dedicándole una avenida, que a Fermín Salvochea, héroe de la izquierda radical, dándole una calle y erigiéndole un busto.
Las cinco siguientes legislaturas gobernó Teófila Martínez, del PP, demostrando que la derecha podía y debía gobernar también los ayuntamientos democráticos. Pero resultó que en 2015 llegó un alcalde como José María González Santos, apodado Kichi, en representación de Podemos, que se dispuso a depurar el callejero de Cádiz en sintonía con los principios de la llamada memoria histórica, dando un ejemplo paradigmático del peor artefacto ideológico que se le ha podido ocurrir a la izquierda en España en estos últimos tiempos, por lo que tiene de resucitador de esquemas viejunos basados en el revanchismo de los sectores más radicales de nuestra historia política.
Vaya por delante que todos los personajes que saldrán aquí son de origen vasco-navarro, debido a la enorme colonia de ese origen que se asentó en Cádiz en el siglo XVIII, ciudad que gozaba del monopolio comercial con América entonces. Incluso Ramón de Carranza, aunque nacido en Ferrol, se apellida como un conocido valle de la comarca de las Encartaciones en Vizcaya.
El primer gesto simbólico de Kichi, cuando alcanzó por primera vez la alcaldía en 2015, fue quitar el retrato de Juan Carlos I de su despacho oficial y sustituirlo por el de Fermín Salvochea. Todo como muy de izquierdas, teniendo en cuenta que este último fue un conocido libertario, ateo militante y anarcocomunista de finales del siglo XIX.
El primer gesto de Kichi cuando alcanzó la alcaldía fue quitar el retrato de Juan Carlos I de su despacho
Pero el tal Salvochea por lo que más destacó fue por ser el alcalde de Cádiz que presidió las jornadas del cantón independiente en el verano de 1873, experimento que duró un par de semanas y que terminó con la entrada en la ciudad de las tropas de otro gaditano, el general Pavía, espadón liberal progresista que detuvo a Salvochea y le condenó, en nombre de la Primera República española, a cadena perpetua, más tarde conmutada.
Quiere decirse que el héroe de Kichi, lejos de representar al republicanismo, tan caro para esta izquierda radicalizada actual, lo que representó en realidad fue al cantonalismo que, junto con el carlismo, tensó hasta llevar al colapso al primer ensayo de República en España.
Después de lo de Salvochea, Kichi, apoyándose en su concejal Martín Vila, la emprendió con Ramón de Carranza, primero en 2017, quitando su nombre de la avenida, enmendando a los socialistas que se lo habían puesto en 1980, en periodo democrático, y después abriendo un proceso para cambiar de nombre al estadio de fútbol y al famoso trofeo veraniego. Ahora mismo están inmersos en una fase de recogida y análisis de propuestas o concurso de ideas, del que se han desvinculado tanto la asociación de veteranos como la junta directiva del Cádiz Club de Fútbol, lo que da idea del poco entusiasmo con que se han tomado la propuesta.
El motivo contra Ramón de Carranza, fallecido en septiembre de 1937, es que apoyó el golpe de Estado de 1936, cuando se postuló como alcalde de Cádiz, cargo que había ocupado ya antes y durante el cual realizó una labor encomiable para mejorar las condiciones de vida de todos los gaditanos, como se puede demostrar con el recuento de sus múltiples realizaciones.
Pero lo que siempre ocurre con este tipo de gestos populistas y demagógicos es que ignoran una parte de la vida de los afectados para ensalzar otra, lo cual, viniendo de un profesor de historia de instituto, como el actual alcalde de Cádiz, resulta más sangrante todavía. La historia hay que tomarla en su integridad y la que refleja el callejero de Cádiz es tan profunda y densa como la de sus propios protagonistas, en los cuales caben luces y sombras que hacen imposible y desaconsejable simplificarlos de ese modo.
Lo que siempre ocurre con este tipo de gestos es que ignoran una parte de la vida de los afectados para ensalzar otra
Ahí está, por ejemplo, la calle Hermanos Ortiz de Echagüe. Antonio fue un pintor costumbrista, a la altura de Zuloaga y Sorolla. Y el otro, José, además de fotógrafo artístico excepcional y reconocido internacionalmente, fue ingeniero aeronáutico, fundador de CASA y luego primer presidente de SEAT, al que el régimen de Franco concedió las mejores condecoraciones: Gran Cruz del Mérito Aeronáutico con distintivo blanco en 1947, medalla al Mérito en el Trabajo en 1959, Gran Cruz de la Orden de Isabel la Católica en 1963 y Gran Cruz de la Orden Civil de Alfonso X el Sabio en 1966. ¿Qué hará Kichi entonces con la calle Hermanos Ortiz de Echagüe? ¿Dejar solo a Antonio?
Otro nombre del callejero gaditano es el de Felipe Abárzuza. En principio se refiere a José Felipe Abárzuza, gran pintor que dejó huella indeleble de su arte por toda la ciudad. José Felipe tuvo dos hijos, Felipe José y Fernando, ambos militares de alta graduación.
Por lo que respecta al primero, fue jefe de Estado Mayor de la Armada y ministro de Marina entre 1956 y 1962. Como ministro representó al Jefe del Estado, Francisco Franco, en la boda de Juan Carlos de Borbón y Sofía de Grecia en Atenas, el 14 de mayo de 1962. Por lo tanto, el nombre de Felipe Abárzuza, así escrito como está en el callejero, podría referirse lo mismo al padre que al hijo.
¿Qué piensan hacer Kichi y Martín Vila entonces, para que no haya lugar a dudas, redenominar la calle como pintor Abárzuza, por ejemplo, o con el nombre completo, José Felipe Abárzuza? ¿Y qué piensan hacer con el nombre de la urbanización llamada Residencial Nueva Abárzuza, así conocida en todo Cádiz porque allí estaban las Bodegas Abárzuza, pertenecientes a la familia que llegaría a dar un ministro de Franco, la van a redenominar también, para que no quepa lugar a dudas?
*** Pedro José Chacón Delgado es profesor de Historia del Pensamiento Político en la UPV/EHU.