¿Se sorprendería si le dijera que Joe Biden y Donald Trump tienen algunas cualidades en común? Quizá sí, quizá no, pero allá voy de todos modos: ambos se venden como luchadores por la clase trabajadora y ambos son políticos que toman decisiones con las vísceras. Además, los dos tienden a considerar los asuntos exteriores como un medio para desarrollar relaciones personales con los distintos líderes mundiales, aunque entre éstos tienen amistades distintas.
Pese a todo esto, Demócratas y Republicanos han mostrado claras diferencias en sus respectivas convenciones, celebradas en las últimas dos semanas. Es posible que usted haya estado de vacaciones o simplemente haya mostrado poco interés por las casi 20 horas de discursos televisados, vídeos y actividades destinadas a espolear a los más fieles. Aquí están mis siete conclusiones después de haber visto todo.
1. Los mensajes. Los partidos pusieron de manifiesto los dos universos paralelos que existen en Estados Unidos, uno Demócrata y otro Republicano. Los Demócratas argumentaron que Biden es un tipo decente y Trump es un peligro para la democracia. Los Republicanos aseguraron que Trump no es racista y que Biden es un caballo de Troya para los socialistas de extrema izquierda.
2. La verdad. ¿Quién tiene razón? Bueno, podemos confiar en nuestras propias experiencias de los últimos casi cuatro años de la Administración Trump. También podemos echar un vistazo a los fact-checkers del New York Times, que encontraron tres declaraciones engañosas en toda la Convención Demócrata frente a cinco declaraciones falsas y doce engañosas tan solo en la cuarta noche de la Convención Republicana. Sin embargo, para la mayoría de los norteamericanos, en quién crees depende del partido con el que te hayas alineado. Es un poco como ver fútbol: apoyas a tu equipo.
3. La gestión de la pandemia es, por supuesto, el problema que más preocupa a los estadounidenses, y es en gran medida responsable de la ventaja estable de 8-9 puntos de Biden en las encuestas nacionales desde mediados de junio. Éste aseguró a los Demócratas que el coronavirus “no tenía por qué ser tan malo”.
Trump, por otro lado, se jactaba de hacer más pruebas que cualquier otro país y de acelerar la investigación de vacunas y nuevos tratamientos. “Para salvar tantas vidas como sea posible, nos estamos centrando en la ciencia, los hechos y los datos”, dijo. Esto es tan tremendamente falso que hace reír a cualquiera que no sea uno de sus leales seguidores.
4. Black Lives Matter versus “ley y orden”. El otro tema que trae de cabeza a Trump de cara a las urnas es el de las protestas de Black Lives Matter. La brutalidad policial y el racismo sistemático que alienta estas protestas fue uno de los asuntos de la Convención Demócrata, mientras que los Republicanos ignoraron mayoritariamente el tema y se centraron en la violencia en las ciudades, enfatizando que las algaradas están ocurriendo aquellas donde gobiernan los Demócratas.
Este mensaje de “ley y orden” recuerda a la campaña de Nixon de 1968 y es un intento de tratar de recuperar el voto de las mujeres de los suburbios, que es clave, diciendo que las mantendrán a salvo. Estos son temas fundamentales para ambos contendientes y seguirán siendo foco de atención en las próximas semanas.
Además de modificar los mensajes, la pandemia obligó a un cambio importante en ambos espectáculos políticos cuatrienales, normalmente estridentes y abarrotados, pero ese cambio se debió haber dado hace mucho tiempo. Y creo que ha venido para quedarse.
5. Más tiempo = mayores valores de producción. Los Demócratas retrasaron cuatro semanas la fecha de la convención original y utilizaron bien ese tiempo. Pero Trump, como quería una convención presencial, obligó a mantener las fechas y los Republicanos terminaron teniendo que planificar un evento mayoritariamente virtual en apenas dos semanas.
Esto condujo a distintos resultados. Los Demócratas tenían vídeos mejor producidos y más profesionales, que producían picos de alta emoción, con importantes narrativas personales y políticas. Los Republicanos se basaron principalmente en discursos en el auditorio Andrew W. Mellon, hermoso pero muy formal y lleno de eco. Los Demócratas pronunciaban sus discursos desde sus salas de estar o incluso desde sus cocinas, lo que daba cierta intimidad cómplice a sus intervenciones. Estas diferencias de estilo pueden haber atraído con acierto a las bases de cada partido.
6. Menos es más, o la muerte del discurso político largo. Los Demócratas redujeron la convención de tres a dos horas y mantuvieron unos discursos muy breves. El mejor ejemplo de esto es que el discurso de aceptación de Biden en la última noche de la convención duró unos 25 minutos, mientras que Trump divagó durante casi 70 minutos.
Los Republicanos se agarraron a un formato más tradicional de discursos largos en casi el mismo podio, y cada noche se prolongó durante aproximadamente dos horas y media o tres horas. De todos modos, las cadenas de televisión sólo suelen mostrar la última hora de cada convención, aunque es verdad que cada vez más espectadores lo siguen a través de internet.
7. Muestre y no me cuente. La mayoría de las convenciones tratan de hablarnos del candidato, pero este formato virtual permitió mostrarnos qué hay detrás de ellos, lo que es infinitamente más convincente. Biden hizo chats de zoom con gente corriente, demostrando que es el tipo de hombre que hace preguntas y escucha.
Trump realizó una ceremonia de naturalización y perdonó a Jon Ponder. Hubo acusaciones de que los Republicanos usaron a estas personas como herramientas, así como acerca del uso poco ético de la Casa Blanca y otras propiedades federales, aunque sin duda fueron momentos poderosos.
Está claro que el éxito de estas convenciones depende en gran medida del espectador. Los Demócratas quedaron encantados con los suyos, igual que los Republicanos. Por tanto, lo más interesante es ver si en este 2020 cambiará las convenciones y la comunicación política a largo plazo.
*** Alana Moceri es experta en relaciones internacionales, escritora y profesora de la Universidad Europea de Madrid