1. El populismo es como el chocolate en polvo.
2. Dejen que me explique. Superficialmente, la rivalidad a cara de perro entre ColaCao y Nesquik puede hacer pensar al espectador inocente que esta es una batalla por el alma de Occidente entre dos propuestas gastronómicas antagónicas.
3. Luego resulta que la diferencia está en los grumitos.
4. ¡Cisma en el sector del chocolate en polvo! ¡Los Cainitas del Último Grumito contra los Basilidianos del Batido Sin Tropezones!
5. Los grumos de Donald Trump se atragantan en la delicada garganta de nuestros populistas nacionales. Los mismos populistas nacionales que luego escupen fuego, convocan escraches, rodean parlamentos y llaman a derribar la democracia constitucional surgida del pacto del 78.
6. Así pues, ¿cómo saber si estás dando un golpe contra la democracia (mal) o sólo asaltando los cielos (bien o incluso muy bien)?
7. La ciencia conocida como Taxonomía Populista afirma que ambos fenómenos son como la noche y el día. Pero no es tan fácil.
8. Los catedráticos en Taxonomía Populista sostienen que la diferencia entre el asalto al Capitolio y Rodea el Congreso es que los primeros lograron su propósito (hacer un poco el payaso en el interior del edificio y robar algún que otro souvenir) y los segundos, no.
9. Es decir, que la diferencia entre un golpe de Estado y un asalto a los cielos es lo fuerte que arree los puñetazos el policía de la puerta.
10. Dicho con lenguaje técnico. A más kilopondios generados por los guantazos a rodabrazo de las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado, mayor posibilidad de encontrarnos frente a un asalto a los cielos. Al cielo de tu paladar, más concretamente.
11. Problema. ¿Qué ocurre cuando la policía se pone de tu lado? Véase por ejemplo el caso de los Mossos d'Esquadra en la Cataluña de octubre de 2017.
12. Para esos casos existe una tercera categoría. La de luchador por la libertad nacional.
13. Problema añadido. ¿Qué ocurre cuando la acción que pretendemos clasificar en una u otra categoría es ejecutada por quienes ya ostentan el poder? Pongamos de nuevo como ejemplo la Cataluña de octubre de 2017.
14. En ese caso estaríamos ante un caso evidente de luchador por la libertad nacional con plus de dignidad de un pueblo. El razonamiento es que ganar las elecciones te legitima para quebrar la ley porque "es lo que el pueblo ha votado". ¿Qué pueden hacer 2000 años de ciencia jurídica frente a tamaña ventosidad intelectual? El populismo cree que el voto es el KH7 de la barbarie. Olvidan que también a Hitler le votó el pueblo.
15. "Pero", se preguntará el lector, "¿Donald Trump es entonces un luchador por la libertad nacional con plus de dignidad de un pueblo? ¿Acaso no le legitima para quebrar la ley haber ganado las elecciones en 2016, e incluso haberlas perdido en 2020 con 74 millones de votos, más que cualquier otro presidente en la historia de los Estados Unidos salvo Joe Biden?".
16. No, queridos amigos. Es cierto que Donald Trump también ha ganado las elecciones, pero Trump es racista y odia a los mejicanos. Su caso es muy diferente, en fin, al de los nacionalistas vascos y catalanes, que sólo son racistas y odian a los españoles.
17. Siguiente caso práctico. Véase el siguiente tuit.
18. El autor del tuit ha cometido un evidente error. ¿Acaso no son obvias las diferencias entre los protagonistas de ambas imágenes, más allá de la evidente superioridad genética de los de la izquierda?
19. La diferencia es que a la izquierda viven del Presupuesto Público y a la derecha, con mucha probabilidad, de su propio trabajo.
20. Dicho de otra manera. A mayor dependencia del Leviatán estatal, mayores posibilidades de que estés asaltando el cielo y no dando un golpe contra la democracia.
21. Y entonces ¿qué pasa con Antonio Tejero y el 23-F?
22. Esa es la excepción que confirma la regla. Porque Tejero pertenecía a una de las ramas podridas del sector público: la de la Guardia Civil.
23. Excepción a la excepción anterior. Que un miembro afín a los populistas ande pasteleando al frente de esa rama concreta del sector público.
24. Ejemplo: el CIS, el CNI y RTVE, que oscilan entre el sectarismo antidemocrático y el asalto a los cielos en función de la sintonía que demuestren con los objetivos políticos de nuestros populistas nacionales.
25. Pero avancemos un paso más en la lógica del populismo.
26. Como regla general, los golpes de Estado se dan contra los gobiernos legítimos y los cielos se asaltan cuando el gobierno es ilegítimo.
27. ¿Pero cómo distinguir un gobierno legítimo de uno ilegítimo? Fácil. ¿Has ganado tú las elecciones? Entonces el gobierno es legítimo. ¿Las has perdido? Entonces el gobierno es ilegítimo.
28. Hablemos ahora de los detalles inservibles a la hora de determinar cuándo nos encontramos frente a un caso de golpismo o frente a un caso de asalto a los cielos.
28. Por ejemplo, la violencia. Como regla general, la de los golpistas es siempre intolerable, fascista y machista.
29. La de los asaltantes de cielos, en cambio, no es jamás violencia a secas, sino alguna de las siguientes posibilidades: 1) Atentado de falsa bandera, 2) Legítima autodefensa, 3) Genuina expresión del hartazgo del pueblo, 4) Inexistente agresión magnificada por los fachas, 5) Pecado de juventud, 6) Mentira pergeñada por las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado, 7) Noticia falsa de la caverna mediática.
30. Es decir, que la mera presencia de violencia no será siempre indicativa de golpismo. Porque los asaltantes de cielos también ejercen violencia. Sólo que la suya es moralmente admisible. Cuando no, incluso, redentora.
31. Segundo detalle inservible. La deslegitimación de las instituciones. Alguien podría pensar que un partido cuya obsesión es boicotear, difamar y socavar las instituciones democráticas, pero no para solucionar sus defectos y carencias, sino para construir sobre sus cenizas un régimen de barbarie predemocrática, es un peligro para la democracia y las libertades de los ciudadanos.
32. Pero no.
33. Para un populista es perfectamente posible disfrutar de las mieles del sistema ocupando sus más altos escalafones y gozando de sus privilegios más rancios (sueldos de cinco ceros que el populista jamás conseguiría por sus méritos en el sector privado) y al mismo tiempo deslegitimar aquellos compartimentos estancos del sistema, la Corona o la Justicia por ejemplo, que le impiden acceder a privilegios aún más rancios.
34. Es decir, que si Trump habla de drenar el pantano, está llamando a un golpe contra la democracia. Pero si un populista patrio llama a actuar contra las cloacas del Estado, la casta o los de arriba, está trabajando por la construcción de una nueva democracia. Una nueva democracia menos democrática. Pero más bondadosa, más justa y más plena.
35. Es probable que no entienda usted nada tras la lectura de los puntos anteriores. Y tendrá razón, porque aplicar la lógica es inútil en el contexto del populismo.
36. Quédese con esto. En realidad, Trump y todos nuestros populistas y todos aquellos que de una forma u otra les apoyan y les justifican son no sólo populistas, sino un peligro para la democracia.
37. La única diferencia entre unos y otros populistas es la que ven aquellos que, como en la parábola, se quedan mirando el dedo cuando el sabio les señala la luna.
38. Pero sólo hay que alejar un poco la vista del cuadro para dejar de ver los píxeles y empezar a entrever el dibujo general.
39. El populismo quiere que acerques la vista, que te centres en los detalles anecdóticos, en los trazos irrelevantes de la pintura. Los logos, los colores, las banderas.
40. Pero sólo hace falta un poco de perspectiva para empezar a ver las pautas generales del fenómeno. Los cánones. Los patrones.
41. Esos patrones que dicen que todo populista es en el fondo un golpista contra la democracia. Porque no existen asaltos a los cielos. Sólo tácticas distintas en el contexto de una misma estrategia. La del derribo de la democracia en favor de un régimen autoritario.