Acaban de conocerse los nombres de los agraciados con el premio Sabino Arana de 2021. De las tres ocasiones anuales en las que el PNV homenajea a su fundador, la de enero, mes de su nacimiento, es la más solemne puesto que coincide con la entrega de los premios de la fundación que lleva su nombre.
Ardua tarea para el principal partido del País Vasco la de ensalzar la memoria de quien le dio el ser. Sobre todo porque, si uno lee lo que dejó escrito el personaje político llamado Sabino Arana, y que se supone que es la principal herramienta para conocerle, no tiene defensa posible.
El señor Arana basó toda su ideología en la discriminación de quienes no tenían apellido eusquérico. Esto es, procedente del eusquera. A los que no lo tenían, Arana no les dejaba entrar en el partido por considerarles españoles o españolistas. Dos cosas que, para él, eran lo peor que se podía ser.
Así es como, hoy en día, el partido que fundó, incluidos los premios que llevan su nombre, sigue reflejando irremediablemente esa discriminación.
De las treinta y dos ediciones que van del premio, y a razón de una media de cinco o seis premiados en cada una de ellas, resulta que (excepción hecha de las asociaciones y colectivos que también lo reciben, y si nos quedamos sólo con los premios individuales) aproximadamente unos sesenta premiados tienen apellido eusquérico.
Después hay poco más de 20 premiados entre los que se incluyen diez de apellido extranjero, otros tantos de apellido castellano, dos catalanes y un gallego.
Y eso en una sociedad como la vasca, donde más de la mitad de sus habitantes no tienen ningún apellido eusquérico.
A cualquier persona le deberían parecer todos los apellidos igual de dignos y respetables, sea cual sea su denominación o significado, por algo tan básico como que nadie eligió su apellido al nacer.
Pero si nadie tiene derecho a relacionar el apellido o su significado con la persona que lo porta, ¿qué decir de quien funda un partido político basándose precisamente en la discriminación de la gente por sus apellidos, que es como surgió el PNV? Algo que el partido nunca ha denunciado y de lo que ni mucho menos se ha retractado.
Me pregunto si serviría de algo analizar por un momento el apellido del fundador del nacionalismo vasco, para ver si así nos explicamos el porqué de su ojeriza contra los que llevaban apellido castellano. O el porqué de su desmesurado orgullo por su propio apellido.
En español, como en eusquera, hay apellidos con nombres de árboles y de sus frutos, y el apellido Arana significa en eusquera ciruela o ciruelo, pero sin el significado peyorativo del término en castellano, al que el diccionario de la Real Academia Española, en su edición de 1884, añadió una nueva acepción: ciruelo como “un hombre muy necio e incapaz”.
Lo que sí cabe asegurar es que a ningún español le puede consolar nada el hecho de saber que sus compatriotas sufrieron y sufren en el País Vasco (y aún quedan muchas secuelas y tópicos muy vivos) debido a que el mismo que fundó un partido para discriminarles por sus apellidos se apellidaba ciruelo en eusquera.
Tampoco habíamos reparado en que, al ser Arana ciruela o ciruelo en eusquera, la antigüedad de su linaje queda delimitado por una fecha muy concreta: la de la introducción de las ciruelas en tierras vascas. Y no lo digo en broma.
Si los ciruelos son de origen persa, como parece, la antigüedad del apellido Arana no podría remontarse más allá de cuando llegaron esos árboles al País Vasco. Lo cual demuestra lo absurdo que significa considerar que los apellidos son, como creía Sabino Arana, “el sello de la raza”.
Si no supiéramos que los apellidos empezaron a ponerse por escrito a raíz del Concilio de Trento a inicios del siglo XVI, y que hasta el Registro Civil del XIX se podían cambiar a conveniencia, el hecho de apellidarse como un fruto de procedencia exótica habría dejado a los ancestros del fundador del nacionalismo vasco, durante todos los largos tiempos prehistóricos, e incluso puede que también durante parte de los históricos, en una especie de limbo racial, cuando la supuesta raza vasca no conocía ni ciruelos ni ciruelas y cuando nadie, por tanto, podría haberse apellidado así en eusquera.
Además, ningún otro apellido frutal en eusquera, como el de Arana, está tan extendido. Ni por el País Vasco ni por el resto de España. De hecho, Arana, como primer apellido, cuenta en toda España con más de 7.000 portadores. Una cantidad bastante alta para tratarse de un apellido eusquérico.
Según el actual padrón (son datos del Instituto Nacional de Estadística), en España, dejando de lado el País Vasco y Navarra, las personas que tienen como primer apellido Arana superan en más de 500 a las que tienen ese apellido en esas dos comunidades autónomas.
No debía ser esa proporción muy distinta en la época de nuestro personaje, teniendo en cuenta que los flujos migratorios durante el siglo XX fueron favorables al País Vasco. Lo cual permite deducir que, mientras el señor Arana consideraba el resto de España como un lugar aborrecible, corrompido, abominable y no sé cuántas cosas más, resulta que ahí vivían (y viven) más españoles apellidados como él que en el País Vasco y Navarra juntos.
Que el apellido Arana esté entre los más extendidos por España no tendría por qué afectar a su condición de eusquérico. Ahí están los Ayala, Aguirre y otros muchos más para demostrarlo.
Pero es que arana también es una palabra española. Desde el Diccionario de 1726 de la Real Academia Española hasta la última edición actual vigente consta arana como sustantivo español con el significado de embuste, trampa o estafa.
Sería algo así como apellidarse Rufián o Ladrón, dicho sea de nuevo con todos los respetos para los que llevan esos apellidos. Pero así de caprichosa y absurda es a veces la onomástica.
De hecho, el Diccionario de apellidos publicado en 1907, y cuyo autor es Hipólito Olivares Mesa, recoge Arana como apellido español con ese significado que le da la Real Academia Española.
La verdad es que yo nunca lo había oído utilizar ni he leído arana en español con ese significado, pero ahí está. Consulten el Diccionario de la Real Academia Española y el libro citado, ambos en red, para comprobarlo. Quizá sea esa la explicación de que haya tantos Arana por toda España.
Así que ¿cómo saber si todos ellos son de origen vasco? ¿Cómo saber que no proceden del término arana con su significado en español?
Y en el supuesto de que los dos significados de arana fueran coexistentes, ¿habría forma de saber si en su origen el apellido Arana del fundador del PNV fue ciruela en eusquera y no embuste, trampa o estafa en español?
*** Pedro José Chacón Delgado es profesor de Historia del Pensamiento Político en la UPV/EHU.