“Tenemos mucho que reparar, mucho que restaurar, mucho que curar, mucho que construir y mucho que ganar”. Son algunas de las palabras que más han resonado del reciente discurso de toma de posesión del nuevo presidente de los Estados Unidos, Joe Biden, y son palabras que bien pueden valer también para retratar la realidad de Cataluña.
El continuo desafío de los políticos nacionalistas a la ley y su ataque reiterado a la convivencia, unidos a los desgraciados estragos causados por la pandemia (y por la deficiente gestión de los gobiernos autonómicos y nacional), han dejado un panorama muy sombrío en Cataluña.
Estos diez años de procés han provocado una decadencia tremenda en la que era una región puntera y admirada en todo el mundo. Han creado una espiral destructiva que ha laminado la concordia, hundido la imagen exterior de Cataluña y espantado un sinfín de oportunidades. Todo ello sin generar nada bueno.
Urge darle la vuelta a esto. Y la buena noticia es que en el horizonte inmediato aparece una oportunidad histórica para comenzar a hacerlo. Las cosas están muy cerca de empezar a cambiar.
No hay 'estelada' lo suficientemente grande para tapar el deterioro económico y la quiebra de la convivencia
Las próximas elecciones llegan con el separatismo más dividido, desmoralizado y descapitalizado que nunca. El deterioro económico y la quiebra de la convivencia que han provocado (hace tiempo que sostengo que no es que gobiernen sólo para la minoría nacionalista de Cataluña, es que no gobiernan para nadie) es ya tan evidente que no hay estelada lo suficientemente grande para taparla, ni propaganda, ni consigna populista lo suficientemente estruendosa para silenciarla.
Cada vez más catalanes lo ven, lo sufren y dan la espalda a esos gobernantes. Estoy convencida de que, en los próximos comicios, los independentistas no sólo volverán a perder en votos (jamás han superado el 50%), sino que pueden perder la mayoría parlamentaria y el poder.
En 2017 dimos el primer paso para conseguirlo. La movilización constitucionalista de más de un millón de personas en las calles de Barcelona y la posterior victoria de Ciudadanos en las urnas fueron hitos históricos que sirvieron para neutralizar el golpe separatista y demostrar al mundo que Cataluña no es nacionalista.
Sólo la injusta ley electoral impidió que pudiéramos construir una alternativa de gobierno tras ganarles las elecciones.
Aquello fue la semilla del cambio que debemos consolidar esta vez. Con un nuevo empujón, ahora que el separatismo está tan fracturado y desnortado, podemos conseguirlo.
Necesitamos un gobierno de cambio para cambiar las prioridades y dedicar todos los esfuerzos a sanar las cuatro grandes crisis que sufre Cataluña:
La sanitaria
Neutralizarla es el reto más urgente. Hay que culminar con éxito el proceso de vacunación contra la Covid-19 y, al mismo tiempo, luchar para contener los daños que todavía puede provocar la pandemia. Los de la tercera ola están siendo devastadores.
Por eso es tan importante tener en los gobiernos a gestores responsables, que escuchen a los expertos, que defiendan por encima de todo el interés general y que tengan empatía con los ciudadanos afectados por las restricciones.
Desde Ciudadanos hemos demostrado sobradamente que no hay partido más responsable que este, en la oposición y en el Gobierno. Ahora queremos hacerlo también desde la Generalitat.
La económica
En los últimos años, miles de empresas se han ido de Cataluña, innumerables oportunidades se han dejado escapar (entre ellas, las de albergar en Barcelona las agencias europeas del Medicamento o de la Meteorología), el PIB de la región ha dejado de ser el mayor de España (viéndose superado por el de la Comunidad de Madrid, con un millón de habitantes menos)...
Mientras, los impuestos no han dejado de subir (en Cataluña tenemos el tramo autonómico de IRPF más alto de España para las rentas medias y numerosos impuestos propios que no tienen otras comunidades) y los servicios sociales, de empeorar (las listas de espera en Sanidad y Dependencia son de las más largas de España).
Todo esto hay que revertirlo con políticas sensatas y moderadas. Hay que bajar impuestos a las clases medias, ayudar a pymes y autónomos a crear empleos de calidad, reforzar las políticas sociales, eliminar burocracia inútil y ejecutar un plan de retorno de empresas para que Cataluña vuelva a ser una tierra que atrae talento y no que lo expulsa. En eso consiste el programa económico de Ciudadanos.
La de convivencia
Cataluña somos todos, en Cataluña no sobra nadie. Lo único que sobra es el odio. Por eso presentamos un programa de gobierno para todos. Las políticas divisivas han tenido un gran coste social y ya es hora de frenar esa dinámica tan nociva. Los ciudadanos merecen responsables públicos que traten de unir a la población, no de sembrar cizaña.
A ello dedicaremos nuestros mejores esfuerzos. La convivencia ha quedado tan rota que sólo desde el centro político, tendiendo la mano a izquierda y derecha, podremos recuperarla.
La institucional
Las instituciones han sufrido un enorme daño por el frentismo del Govern, los ataques del nacionalismo a la separación de poderes y la sucesión de escándalos de corrupción (3%, Pujol, Palau, Mercurio, Pallerols, Pretoria). Hay que recuperar la estabilidad institucional y ser implacables contra la lacra de la corrupción.
Es tremendo que el partido de Carles Puigdemont presente como candidata a Laura Borràs, imputada por malversación, fraude, prevaricación y falsedad documental.
O que el PSC mantenga como presidenta de la Diputación de Barcelona y alcaldesa de L'Hospitalet a Núria Marín, imputada por malversación y omisión del deber de perseguir un delito. Por citar sólo algunos de los casos más recientes y flagrantes.
Urge abrir una nueva etapa de regeneración y tolerancia cero con los corruptos, y sólo Ciudadanos presenta un programa y una actitud implacables.
El proyecto de Ciudadanos está diseñado para sanar esas cuatro crisis. Con Carlos Carrizosa a la cabeza, el renovado apoyo de nuestros fundadores, la solidez de nuestro equipo y la savia nueva que aportan las recientes incorporaciones de la sociedad civil (como la valiente y brillante periodista Anna Grau o como Heydi Hernández, sanitaria que se ha batido el cobre en primera línea en esta pandemia en Lleida), Ciudadanos es sin duda la mejor alternativa.
Pero somos muy conscientes de que ni nosotros ni ningún otro partido podrá reconstruir por sí solo todo lo que está roto en Cataluña. Necesitaremos un acuerdo parlamentario transversal para lograr el cambio y por eso proponemos un Gobierno de coalición Ciudadanos-PSC.
Si los números dan, es la alternativa más centrada y sensata que se puede formar, buscando apoyos a ambos lados del hemiciclo y dando carpetazo de una vez por todas al procés separatista.
Pero esta opción sólo será viable si Ciudadanos puede liderarla y si el PSC no puede elegir. Porque si suma mayoría con ERC, lamentablemente elegirá a ERC antes que a los constitucionalistas, como acaba de hacer a nivel nacional para pactar los Presupuestos. Estoy segura de que los votantes socialistas no quieren que su voto acabe en Oriol Junqueras, sino en un gobierno nuevo y de cambio.
Por eso es tan importante concentrar el voto constitucionalista en Ciudadanos y evitar que ese voto vaya a parar a manos de ERC o que no sirva para nada. Tengo el convencimiento de que una gran mayoría de la sociedad catalana quiere el cambio.
Aprovechemos la gran oportunidad que se abre ante nosotros. En unos pocos años, podremos reparar lo mucho que ha destruido esta década de locuras separatistas. Como también dijo Joe Biden la semana pasada, el futuro no depende de algunos de nosotros, sino de todos nosotros. Ganémoslo juntos.
*** Inés Arrimadas es presidenta de Ciudadanos.