En medio de la oscuridad, a Venezuela se le prende una luz. Bruselas, con escala en Madrid, quiere coordinar con Washington los esfuerzos para que en Caracas los bandos en disputa se entiendan en pro de una transición definitiva hacia la democracia.
Lo que llevamos tiempo señalando como una posibilidad, que un gobierno de Joe Biden beneficiaría una solución negociada en Venezuela por su capacidad de entenderse con la UE y el resto del mundo, fue confirmado en EL ESPAÑOL por el periodista Alberto D. Prieto.
El informe asegura que en el palacio de la Moncloa quieren asumir el liderazgo del asunto y convencer a Washington de que siga sus pasos. La jefatura global es demasiado camisón para Pedro Sánchez. Aún después de los últimos cuatro años alejado de la manada, el león americano sigue siendo el que más ruge.
Pero sí es cierto que, en temas latinoamericanos, y más aún venezolanos, Madrid tiene mucho que decir. En Europa le delegan esos temas, por lo que la canciller González-Laya hace bien alzando la voz desde ya.
España tiene intereses milmillonarios que defender en Venezuela y debe liderar la respuesta europea en este asunto, más allá de los potentes nexos culturales entre ambos países que facilitan este tipo de gestiones.
Que Madrid coordine con Washington la salida será determinante, junto a la movilización interna de una oposición venezolana que debe unirse cuanto antes en torno a un objetivo común. La democracia no llegará por las buenas a Venezuela sin que a los cabecillas del régimen se les asegure el levantamiento de las sanciones para disfrutar de un exilio dorado.
Inmerecido, sí, pero es lo que hay.
Aunque buena parte del dinero chavista está guardado en el Medio Oriente y en el sureste asiático (materia para otro informe), no es allá donde los dueños de esas cuentas bancarias quieren disfrutarlo.
Un destierro en Moscú, Teherán o Estambul no les convence. Descartado Estados Unidos, en donde buena parte de ellos están perseguidos judicialmente, el destino ideal es el Caribe y, sobre todo, Europa. Por no decir directamente España.
Esto no quiere decir que una transición a la democracia acabará con el chavismo como fuerza política, mucho menos económica. Los más conspicuos deberán abandonar el país por un tiempo mientras una nueva hornada se inserta en el marco democrático, como suele pasar luego de la caída de una dictadura. El chavismo quedará como un íncubo en Venezuela, a lo peronismo en Argentina.
Además, en este momento, la supuesta revolución socialista, cuya voracidad la llevó a expropiar a mansalva durante casi veinte años, se encuentra privatizando esas mismas empresas expropiadas, pero beneficiando a su propia gente. La perestroika versión tropical.
Si entregan el poder político, seguirán vivos como movimiento y con los recursos económicos necesarios para tener influencia. Si no lo entregan, igual habrán desarrollado una gigantesca operación de legitimación de capitales en el territorio que controlan.
La supuesta blandura de Biden
Alberto toca en su esclarecedor informe en EL ESPAÑOL el espinoso asunto de las relaciones de Estados Unidos con Cuba. Señala que vuelve al poder el mismo grupo que suavizó posturas frente a la dictadura castrista.
Eso es cierto, pero con unos cuantos matices. El primero, que si al régimen de la isla caribeña se le muestra un futuro mejor, menos se verá en la necesidad de aferrarse a la gallina de los huevos de oro madurista.
Segundo, que Cuba ya no cuenta tanto en Caracas, en donde ahora mandan Rusia y, en menor medida, Irán o Turquía.
Tercero, que los nuevos inquilinos de la Casa Blanca son también los mismos que cazaron a Osama bin Laden y a Muamar el Gadafi, que bombardearon Siria y que decretaron a Venezuela como una amenaza para la seguridad nacional de Estados Unidos, desatando la primera ola de sanciones contra el chavismo.
Anthony Blinken, el nuevo secretario de Estado, es un veterano del Servicio Exterior de Estados Unidos. Viene de la época de Bill Clinton. En esa Administración vivió de cerca la masacre de Srebrenica y el genocidio bosnio en general. El propio Clinton llegó a decir que ese fue el lunar de su administración porque, de haber actuado a tiempo, pudo haber evitado la tragedia.
Blinken ha dicho que ese horrible episodio marcó su visión del mundo. Su férrea posición ante temas como el de China, Rusia, Venezuela o Irán le hicieron ganarse abrumadoramente la confirmación en su cargo por parte del actual Congreso estadounidense.
Ojito, entonces, que no estamos precisamente ante unos tipos blandos.
*** Francisco Poleo es analista especializado en Iberoamérica y Estados Unidos.