Decía Ramiro de Maeztu que “ser es defenderse”. Pues bien, si decidimos apostar todo, de verdad y sin reservas, a la Unión Europea (UE), entonces debemos defenderla. La unión, la solidaridad, la igualdad, la tolerancia y el respeto son los valores en los que creemos los europeos y que hoy se están viendo discutidos dentro de nuestras propias fronteras.
El mundo que nos espera tras la Covid, con unas economías maltrechas, un incremento de las desigualdades y el paro, y una crisis social sin precedentes, son el caldo de cultivo que populistas y antieuropeístas utilizarán para enfrentarnos e intentar imponer el egoísmo, el nacionalismo y el sectarismo. Este es el marco que nos vamos a encontrar en los próximos años y que formará parte de la batalla que sin duda debemos dar.
Porque no sólo estamos defendiendo Europa. Con ella estamos defendiendo la democracia.
El problema no sólo radica en quienes cuestionan la UE desde dentro, sino también en las potencias extranjeras que nos ven como una amenaza a sus intereses. Lo hemos comprobado en dos episodios diplomáticos recientes en los que la UE no se ha defendido como debería.
No se puede confundir la tolerancia con la debilidad. Creemos en la democracia, en el Estado de derecho y en los derechos humanos
Hablo de nuestros países vecinos, Rusia y Turquía, cuyos gobiernos aprovechan cualquier oportunidad para dejar claro que somos unos vecinos incómodos, y también para intentar socavar nuestra unidad y estabilidad. Llevan años incumpliendo acuerdos y tratados, tensionando nuestras relaciones, al tiempo que Rusia debilita y ataca a socios de la UE como Ucrania.
La humillación que Recep Tayyip Erdoğan pretendió infligir a la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, en su reciente visita a Ankara, y el desplante y el ataque de Moscú a Josep Borrell, como Alto Representante de Política Exterior de la UE, durante su viaje a Rusia son muestras de esa política de confrontación.
No se puede confundir la tolerancia con la debilidad. Creemos en la democracia, en el Estado de derecho y en los derechos humanos. Cumplimos nuestros acuerdos internacionales y evitamos siempre que podemos enfrentamientos estériles.
Y esto es lo que Rusia y Turquía atacan. Nuestra manera de ser y entender Europa, nuestra concepción de las relaciones internacionales, la defensa de los Estados liberales frente a regímenes con tintes totalitarios y dictaduras.
No sólo debemos ser fuertes. Debemos también parecerlo. Y estas muestras de debilidad son aprovechadas por los enemigos de la libertad y de la democracia
Ante todo esto, debemos decidir si realmente creemos o no en lo que somos y en lo que defendemos. Porque si es así, comportamientos como los de Charles Michel, haciendo gala de una neutralidad injustificable con Erdoğan, dejando de pie a Ursula von der Leyen, no sé si por presidir la Comisión o por ser mujer, no pueden aceptarse.
Tampoco se puede consentir que un Alto Representante como Josep Borrell, político experimentado, sea humillado y no tenga la capacidad de reconducir la situación, defendiendo a la UE y a España.
No sólo debemos ser fuertes. Debemos también parecerlo. Y estas muestras de debilidad son aprovechadas por los enemigos de la libertad y de la democracia para acabar con todo en lo que creemos.
Estamos en un momento decisivo, en el que vemos como algunas potencias, especialmente China, ya han alcanzado elevadas cotas de influencia global. Tras la crisis sanitaria mundial, cobra más intensidad la carrera por liderar la economía y la geopolítica mundiales, y la UE no se puede quedar atrás.
Sólo quien lidera tiene capacidad de decidir. Si no queremos que otros decidan por nosotros, tenemos que defendernos, pues esta es la única manera de mantener e impulsar nuestros valores.
*** Dolors Montserrat es portavoz del PP en el Parlamento Europeo y exministra de Sanidad.