Pedro Sánchez haciendo running.

Pedro Sánchez haciendo running.

LA TRIBUNA

Que el ritmo (de los cambios de Pedro Sánchez) no pare

Pedro Sánchez ha impuesto en el PSOE, un partido tradicional, el ritmo frenético que trajeron a la política española Podemos y Ciudadanos. 

11 julio, 2021 02:05

Pedro Sánchez dijo el viernes que la remodelación del Gobierno no estaba entre sus prioridades. De modo que el sábado cambió a siete de los diecisiete ministros que corresponden al PSOE en el Ejecutivo de coalición.

El argumentario de Moncloa que repitieron las terminales hablaba de “Gobierno de la recuperación para, en los treinta meses que quedan de legislatura, desplegar la agenda social, digital, feminista y verde”. No diremos que no. Pero un equipo de Sánchez para treinta meses suena tan improbable como un entrenador para más de seis meses en el Atlético de Madrid de Jesús Gil.

Algo nos dice que en ese tiempo veremos muchos más giros de guion. Forma parte de la esencia del presidente actual. Ha adaptado a un partido tradicional el ritmo frenético que impuso la irrupción de los nuevos. Desde 2014, habitamos un país en el que se puede pasar de presidente del Gobierno in pectore a socio de un bufete de abogados de la Costa del Sol en cuestión de unos meses.

En sólo tres años en el cargo, Sánchez presenta carteras por las que ya han pasado cuatro titulares. En esta última renovación han caído tres ministros que fueron nombrados por primera vez en enero de 2020. Se van casi inéditos tras apenas año y medio con la actividad de algunos departamentos a medio gas.

Alrededor de Sánchez todo envejece tan rápido que en tres años se le ha reblandecido el núcleo duro

Miquel Iceta cambia de ministerio después de sólo medio año en Política Territorial. Habrá quien piense que así es imposible desarrollar un proyecto político. A menudo, se acusa a Sánchez de hacer las cosas con la vista puesta sólo en permanecer en el cargo. En principio, no sería algo criticable. Pero con él existe la sensación de que ese deseo sale sólo de seguir disfrutando de la experiencia personal. Que no hay un proyecto (bueno, malo o regular) que llevar a cabo.

Alrededor de Sánchez todo envejece tan rápido que en tres años se le ha reblandecido el núcleo duro. Asciende Nadia Calviño, de perfil cercano a la tecnocracia. Caen Carmen Calvo y José Luis Ábalos, dos pretorianos con solera en el partido.

El segundo lo hace también del cargo de secretario de organización socialista. Su trayectoria ministerial hacía recomendable el cese. Pero no menos que el de Fernando Grande-Marlaska, que entró sin carnet del PSOE y que sí continúa en Interior. Los trienios en Ferraz restan puntos.

Las lealtades son quebradizas cuando los medios empiezan a regalarle el oído a los mirlos blancos

Aterrizan, casi en tropel, mujeres jóvenes que vienen de alcaldías de ciudades de menos de 75.000 habitantes o de delegaciones de Gobierno. Queman etapas a gran velocidad y pasan a ser apuestas políticas del presidente. La parte socialista del Ejecutivo queda hecha (todavía más) a la medida del líder.

De momento será así. Pero ya sabemos cómo funciona la necesidad de buscar recambios. Las lealtades son quebradizas cuando los medios empiezan a regalarle el oído a los mirlos blancos. Pero eso, como diría el jefe de la tribu de Astérix, no va a pasar mañana.

No sería descabellado pensar que los detalles de esta crisis se perfilaron el 14 de junio. Fue cuando Sánchez tuvo que recomponer el tipo después de que el presidente de los Estados Unidos le despachara en Bruselas como los viandantes de Preciados a los captadores de las ONG. Tanto El ala oeste de la Casa Blanca para esto.

Los cronistas más cercanos a Moncloa ya apuntan a que las elecciones generales pueden esperar al cuarto aniversario de la formación del Gobierno. Eso nos sitúa en enero de 2024. Para entonces habremos visto ya muchos más giros de guion. Aunque puede que, tras los últimos cambios, no tengan tan marcado el sello de Aaron Sorkin.

*** José Ignacio Wert Moreno es periodista.

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