Es necesario romper el silencio para que la libertad llegue a Cuba
El Gobierno de Sánchez se coloca en el lado equivocado de la historia con su silencio sobre la dictadura de Cuba, a la que sólo le queda dar pasos hacia la democratización
Si para T. S. Eliot abril era el mes más cruel, en Cuba, quizás por ese carácter caribeño que les hace ser un pueblo único, es el de julio. El punto de partida de la Revolución fue un 26 de julio. El asesinato de Oswaldo Payá, Premio Sájarov del Parlamento Europeo y mártir de la libertad a quien tuve la fortuna de conocer se produjo un 22 de julio en Bayamo.
Y hace unos días, el domingo 11 de julio, el pueblo de Cuba dijo basta ya y salió a la calle pidiendo libertad. Lo que está sucediendo ha sido algo inédito en las más de seis décadas de historia de la dictadura cubana y todos nos emocionamos al ver las imágenes que espontáneamente se retransmitían desde innumerables puntos de la isla. Como ocurrió con las primaveras árabes, las nuevas tecnologías abrieron una grieta en un muro que parecía infranqueable.
La reacción del sorprendido régimen cubano ha sido la de tratar de bloquear las comunicaciones con la isla y desatar una brutal ola de represión. Han seguido el manual de resistencia de todas las dictaduras.
El origen de estas manifestaciones ha sido el ansia de libertad, el fracaso económico y la calamitosa gestión de la crisis del Covid. En Cuba siempre ha habido minorías que han tratado de movilizarse políticamente. El Proyecto Varela impulsado por Oswaldo Payá recogió firmas por toda la isla. Pero lo que está sucediendo hoy en día es algo verdaderamente nuevo y popular. El movimiento San Isidro ha sido una reacción audaz al asfixiante dirigismo de la cultura oficial cubana. Las canciones también sirven para acabar con las dictaduras. Grândola, Villa Morena fueron los acordes que desataron la Revolución de los Claveles en Portugal.
Es vergonzoso que Cuba siga siendo el refugio espiritual del socialismo de Sánchez
Hoy, la canción Patria y Vida es uno de los símbolos del ansia de libertad del pueblo de Cuba con una letra que toca de lleno la fibra del cubano real como sólo un artista es capaz de hacerlo. Su mensaje ha penetrado en todos los hogares de la isla porque habla de lo que le pasa, “mi pueblo pide libertad, no más doctrinas”.
Por eso estas son unas manifestaciones auténticamente populares. Lo que las han desatado son los problemas reales de la gente (la carestía, la salud, la libertad) y lo que ha hecho que los cubanos saliesen espontáneamente a la calle. Estas causas que han provocado las manifestaciones van a seguir latentes por mucho se intente intimidar a la población. Por esta razón es tan necesario y urgente el apoyo de la comunidad internacional. Un apoyo en el que el Gobierno de España tiene un papel relevante porque América Latina es un tema en el que la voz de nuestro país cuenta.
Ha sido indignante y decepcionante para los que sufrimos por la causa de Cuba ver cómo desde el presidente y su nueva portavoz hasta el último de sus ministros se resisten a calificar como dictadura al régimen cubano. No lo han querido hacer en público cuando la prensa ha preguntado ni tampoco cuando el PP ha tratado de pactar una declaración conjunta de condena. Es vergonzoso que en pleno siglo XXI Cuba siga siendo el refugio espiritual del socialismo de Pedro Sánchez. Por eso no dudó en viajar a la isla y fotografiarse en la plaza de la Revolución pero evitó cualquier posible contacto con los disidentes.
El futuro de Cuba no le importa al Gobierno de Sánchez. Ni ahora, cuando rechaza hablar de transición a la democracia; ni antes, cuando envió como embajador a un activista de izquierdas cuyo único aval era la amistad con el antiguo ministro José Luis Ábalos.
Es necesario recuperar una posición común europea para que la dictadura sepa que no tiene esperanza
Frente a un Gobierno de Sánchez que se ha situado en el lado equivocado de la historia, el Partido Popular asume una responsabilidad aún mayor con los demócratas cubanos. Quienes llevamos 20 años trabajando en la causa de Cuba tenemos una vinculación muy especial con su lucha por la libertad. La tiene nuestro presidente, Pablo Casado, que colaboró estrechamente con muchos de los disidentes dentro y fuera de Cuba, y a quien el diario Granma calificó como persona non grata. Lo que para él supone un timbre de honor.
El Partido Popular va a seguir presionando en Madrid y en Bruselas (en las instituciones y acompañando a los cubanos cuando se manifiesten) para que la sociedad española y la comunidad internacional se vuelquen con la causa de la libertad de Cuba. Es necesario recuperar una posición común europea para que la dictadura cubana sepa que no tiene esperanza, que sólo le queda dar pasos firmes e irrevocables hacia la democratización del país, el respeto a los derechos humanos y la liberación de todos los presos políticos.
Es necesario, también, sancionar a todos los jerarcas del régimen vinculados a la vulneración de los derechos humanos y el uso fraudulento de los bienes del pueblo cubano. El primero de los que debe aparecer en la lista de personas con las que no debe existir comunicación es Díaz Canel, quien dio orden de combate contra su propio pueblo. Trabajaremos sin descanso desde el Parlamento Europeo con nuestra familia política europea del PPE y movilizaremos también a nuestros socios en América Latina a través de la Internacional Demócrata de Centro.
Una de las banderas más nobles de nuestro tiempo es la de la libertad de Cuba. Como dice Patria y Vida, se rompió el silencio. Rompámoslo también fuera de Cuba y ayudemos a que el futuro de la isla lo escriban todos los cubanos en libertad.
*** Valentina Martínez Ferro es secretaria de Relaciones Internacionales del PP y portavoz del grupo popular en la Comisión de Asuntos Exteriores del Congreso de los Diputados.