Madeleine K. Albright, la mujer que marcó la política exterior de EEUU
Fue la primera mujer secretaria de Estado y, tanto en la ONU como en la Casa Blanca, impulsó un "multilateralismo asertivo" que afianzó a EEUU como garante de la democracia en el mundo.
Quién le habría dicho a Marie Jana Korbelova, criada durante la ocupación nazi de Checoslovaquia y exiliada por la persecución comunista a su familia, que acabaría por convertirse en una de las personas más poderosas del mundo.
Esta niña, que llegó a Estados Unidos con once años en 1948, era Madeleine K. Albright, quien llegó a ser la primera mujer en ocupar la Secretaría de Estado de Estados Unidos. Ayer murió en Washington a los 87 años.
El destino le tenía reservado a Albright mejor suerte que a algunos de sus familiares, víctimas de los campos de concentración. La carrera diplomática la empezó antes incluso de nacer: su padre se dedicaba a este mismo oficio en su país natal.
Fue una estudiante sobresaliente. Adquirió una sólida formación en ciencia política y estudios internacionales, y se convirtió en profesora en la Universidad de Georgetown. Este bagaje analítico le daría las bases teóricas para ejercer como embajadora de los Estados Unidos ante las Naciones Unidas (ONU), entre 1993 y 1997, y como secretaria de Estado entre 1997 y 2001.
Guerras y genocidios
En la ONU, adoptó el papel proactivo y firme que caracterizaría su forma de entender las relaciones internacionales. Albright se echó a la espalda la defensa de aquellos países extranjeros que, durante los noventa, sufrieron la amenaza de una nueva hornada de autócratas violentos.
En el ejercicio de sus dos cargos más importantes, Albright tuvo que lidiar con el genocidio de Ruanda, la guerra de Yugoslavia y el bloqueo de Sadam Husein a la inspección de la política armamentística de Irak por las Naciones Unidas. En Bosnia, Albright lideró la opción beligerante en la ONU, y se sobrepuso a las reticencias de los europeos a bombardear las posiciones serbias.
En 1999, como secretaria de Estado, abogó por que la OTAN interviniese en Kosovo para frenar la limpieza étnica que estaba teniendo lugar en los Balcanes. Menos resuelta fue su posición respecto al genocidio ruandés. Confesó tiempo después, con remordimiento, que la inacción de los Estados Unidos fue el mayor error de su carrera.
Una política exterior proactiva
La que fue la mujer de más alto rango en la Administración norteamericana promovió el papel de Estados Unidos como actor "indispensable" para resolver conflictos internacionales. Con su insistencia en que su país se involucrase en la política global, el "multilateralismo asertivo" de Albright enmendó el aislacionismo que había tentado a Estados Unidos tras el fin de la Guerra Fría.
Albright fue también pionera del feminismo. Ante el naciente movimiento en defensa de los derechos de las mujeres, animó a todas sus compatriotas a embarcarse en carreras profesionales.
Su estilo llano y su tono jovial le ganaron el favor tanto de la política doméstica como de la internacional. La simpatía que le profesó gran parte de la ciudadanía americana se debió, precisamente, a su vocación de acercar los asuntos internacionales al pueblo estadounidense.
Demócrata convencida
No ejerció responsabilidades políticas durante la época dura del terrorismo, pero sí se mostró inflexible en su apuesta por evitar la proliferación de armas nucleares, así como en su empeño por expandir la OTAN hacia los países del bloque exsoviético.
Fiel abanderada del presidente que la nombró secretaria de Estado, Bill Clinton, Albright militó hasta el final en el Partido Demócrata. Apoyó la candidatura presidencial de Hillary Clinton y celebró la victoria de Barack Obama. Este último le otorgó la Medalla Presidencial de la Libertad, la más alta condecoración para un civil en los Estados Unidos.
Albright retomó en sus últimos años el análisis político académico con el que se avivó su vocación de servicio público. Su último libro, Fascismo, una advertencia (Paidós, 2018), alertó sobre la deriva autoritaria que Estados Unidos comenzó a sufrir bajo el mandato de Donald Trump. Albright deja una política internacional aún más convulsa que la que le tocó afrontar durante sus mandatos diplomáticos.
*** Madeleine K. Albright nació el 15 de mayo de 1937 en Praga y murió en Washington D. C. el 23 de marzo de 2022.