La última semana de abril, el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, y el ministro de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, anunciaron que la campaña del Donbás había comenzado. A partir de entonces, se ponía en marcha la cuenta atrás para el ejército ruso y su nuevo jefe de operaciones, el general Dvornikov.
El objetivo ruso era claro. Asegurar los límites administrativos oficiales del Donbás. El objetivo ucraniano era sencillo. Impedir la captura de territorio por parte de Rusia y evitar que una fuerza ucraniana de gran tamaño quedase rodeada en la región.
Ambos ejércitos venían de la batalla por Kiev, que había consumido cerca del 40% de las unidades con capacidad de combate rusas y supuesto un importante desgaste para Ucrania.
Sin embargo, el tiempo corría contra Putin.
¿Cómo es posible que las manecillas del reloj jugaran en contra de la todopoderosa Rusia? Ucrania ha ordenado la movilización general desde el comienzo de la guerra en febrero, lo que le permite acceder a un fondo de 900.000 reservistas para reponer bajas.
Asimismo, Kiev se ha beneficiado del generoso apoyo material de Occidente. Los ucranianos no sólo reponen hombres, sino que también reciben nuevo material. En algunos casos, superior al ruso.
Rusia, por su parte, ha presentado esta guerra como una "operación militar especial" que no va a suponer que los rusos tengan que enviar a sus hijos al frente. Esto hace que Vladímir Putin solo pueda contar con el ejército de tierra profesional, que consta de menos de 200.000 hombres, de los que una parte son soldados de segunda categoría, logística y otros elementos.
A ello se suman las sanciones económicas, que paralizan la fabricación de numerosos equipos de la industria rusa dada la escasez de componentes.
Ante este panorama, Putin no puede reponer sus pérdidas a un ritmo elevado. Si bien es cierto que, haciendo uso de mercenarios, tropas voluntarias, reservistas y material almacenado desde la guerra fría, el Kremlin puede ganar tiempo.
Recordemos finalmente que los 200.000 hombres del ejército de tierra ruso (y más en concreto, unidades mecanizadas y paracaidistas) han absorbido el grueso de las inmensas bajas sufridas en febrero y marzo.
En esta situación, la ofensiva del Donbás prometía tensar al máximo lo que quedaba de esos 200.000 hombres. Soldados que, para colmo, estaban muy desmoralizados.
Pero ¿cómo ha transcurrido la ofensiva rusa?
La idea inicial era atacar desde el saliente de Izyum y desde el sur, a fin de cerrar el Donbás, y a continuación aniquilar a los defensores que no se hubieran retirado a tiempo.
El momento crítico del plan debía pasar por el avance desde Izyum hasta Slaviansk y Kramatorsk, dos de las ciudades icónicas del Donbás. Sin embargo, las brigadas ucranianas han detenido este eje de avance en seco, apoyados en sendos ataques de diversión realizados por la 81.ª Brigada Aeromóvil contra Izyum y por la 93.ª Brigada Mecanizada en Járkov.
Los ataques de diversión en Járkov e Izyum (planificados gracias a la Inteligencia de los Estados Unidos) han servido para generar dilemas en el Estado Mayor ruso, que se ha visto forzado a distraer fuerzas para mantener el saliente de Izyum y prevenir los éxitos ucranios en Járkov.
Sin embargo, Moscú ha fracasado, ya que se ha visto obligado a desviar fuerzas que se necesitaban desesperadamente en el Donbás, por lo que el avance Izyum-Slaviansk no ha podido sostenerse.
Ante esta tesitura, la tenaza rusa no se ha materializado. El saliente de Izyum cada vez está más expuesto a una ofensiva ucraniana, así como a la artillería de largo alcance, que pronto estará en disposición de amenazar las rutas logísticas del saliente.
Ante el debilitamiento de la ofensiva, los rusos han tenido que renunciar a la conquista del Donbás. En estos momentos, su asalto se dirigirá contra las ciudades de Severodonetsk (capital ucraniana de la región) y Lyschiansk, que se encuentra junto a la primera. Secundariamente, podrían tratar de avanzar hacia Kramatorsk y Slaviansk, pero parece improbable.
En todo caso, Rusia ya no puede aspirar a conquistar el resto de la región.
¿Logrará Rusia asegurar siquiera Severodonetsk y Lyschiansk? Puede. No obstante, avanzar mediante asaltos frontales en terreno urbano es una sangría de hombres, material y tiempo. Ni siquiera está claro si los rusos lograrán asegurar las ciudades, aunque sí está claro que el esfuerzo militar en las mismas agotará las últimas energías del ejército profesional ruso.
El fracaso ruso en el Donbás abre las puertas al fin de la guerra mediante un alto el fuego, o a su alargamiento durante meses. Asimismo, marca un punto de inflexión a partir del cual Ucrania podrá apropiarse de la iniciativa estratégica para lanzar sus propias ofensivas este verano.
El Kremlin deberá escoger entonces entre una movilización parcial o total, o una escalada nuclear que permita aguantar o poner punto final a la guerra.
*** Yago Rodríguez es analista militar y geopolítico, y director de The Political Room.
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