Ha pasado mucho tiempo desde que me impactaron sus clases de Derecho Penal en la Facultad de Derecho de la Universidad de Valencia. Era otoño de 1980. Al acabar la licenciatura, en 1982, me acerqué temeroso al reputado fiscal y profesor eminente, comenzando así una travesía que, justo este mes de julio, cumple los cuarenta años.
Toda una vida junto a Tomás. Maestro, confidente, amigo. Un referente vital.
Esta primera reflexión es personal. Pero sé que la comparten muchos otros colegas de sucesivas generaciones y geografías. Y alcanza tanto a personas de la universidad como de la Fiscalía, la judicatura, la abogacía y la política.
Incluso llega a otros ámbitos del pensamiento y de la cultura.
Tomás Salvador Vives Antón ha sido un penalista y jurista referente de toda una época. Su obra y su influencia perdurarán durante muchos años. Tal vez ni siquiera hoy somos todavía capaces de valorar con exactitud semejante legado.
Ciertamente, esta naturaleza está reservada para un puñado de elegidos. A favoritos de los dioses dotados de capacidades extraordinarias y que crecen de tarde en tarde.
"Tomás era un ilustrado. Un humanista de profundas convicciones que irradiaba sabiduría amparado en una memoria prodigiosa"
Pero Tomás Vives ha sido más que eso. Porque, además de un jurista integral que marca un antes y después en el pensamiento jurídico en lengua española, ha sido un maestro en el sentido clásico. Es decir, no sólo en el más restringido y formalista que usamos en la Academia, donde ha dejado una formidable estela de discípulos directos e indirectos.
Un maestro en el sentido clásico. Porque Tomás era un ilustrado. Un humanista de profundas convicciones que irradiaba sabiduría amparado en una memoria prodigiosa. Tomás supo combinar con los años la exigencia máxima de excelencia con la bondad, la paciencia y una generosidad ilimitada para formar juristas comprometidos con su máxima de defensa de las libertades.
Con él, el aprendizaje discurría natural, fluido y en cualquier momento, lugar u ocasión. Sus lecturas recomendadas, y luego agudamente comentadas, abarcaban desde las obras jurídicas hasta las filosóficas, las científicas, las antropológicas, las sociológicas, las políticas y, por supuesto, las grandes obras de la literatura, la poesía o el teatro.
Tomás conversaba apasionadamente de cine, de música y especialmente de pintura, con énfasis en sus pintores valencianos predilectos del siglo XIX y XX, que le fascinaban.
Durante una conversación aparentemente inocua, dando un paseo improvisado, se aprendía más que en horas enteras de biblioteca. No digo ya de las rigurosas enseñanzas que nos brindaba en sus legendarios seminarios, en sus conferencias magistrales o en sus intervenciones en tribunales de tesis, de oposiciones o en cualquier acto académico.
Porque siempre enseñaba algo nuevo. Siempre te descubría un enfoque, una mirada diferente y más profunda que la que tenías antes de escucharle. Conservo recuerdos emotivos de múltiples viajes, muchos junto a nuestras familias y amigos. En ellos lograba que el tiempo discurriera plácidamente, que se abrieran los sentidos y las tertulias resultaran un gozo.
Hasta en las apasionadas temporadas compartidas en Mestalla había espacio para aprender.
"Durante dos años fue letrado del Tribunal Constitucional, un periodo de exhaustiva actividad en la comprensión del sistema constitucional de los derechos fundamentales"
Tomás Salvador Vives Antón nació el 5 de enero de 1939 en Elche. Inició sus estudios universitarios en la Facultad de Derecho de la Universidad Complutense de Madrid. Aprobó muy joven las oposiciones al cuerpo de Fiscales y comenzó a desempeñar el cargo de Fiscal en Jaén.
En poco más de un año se trasladó a Valencia, siempre en compañía de su inseparable Cande, y ya con sus dos hijos, Salva y Ana. En la Universidad de Valencia se diplomó en Criminología y se incorporó como profesor asociado al Departamento de Derecho penal de la mano del doctor Juan Córdoba Roda.
Se doctoró con una tesis que, dirigida por el doctor Manuel Cobo del Rosal, recibió el Premio Extraordinario de Doctorado. Fue publicada en 1977 bajo el título Libertad de prensa y responsabilidad criminal. Una comprometida andanada en defensa de la que siempre consideró una "libertad preferente", ya en plena Transición.
Hasta 1981 compatibilizó su condición de Fiscal con su carrera académica. Finalmente, obtuvo la Cátedra de Derecho penal en la Universidad de Alicante y quedó excedente en la carrera fiscal tras catorce años.
Durante dos años fue letrado del Tribunal Constitucional, un periodo de exhaustiva actividad en la comprensión del sistema constitucional de los derechos fundamentales.
En 1984 regresó a la Facultad de Derecho de la Universidad de Valencia, donde desarrolló un magisterio extraordinario. Completó con Cobo del Rosal el Manual de Derecho Penal (parte general), de profunda influencia en generaciones enteras de penalistas.
Pero su inquietud filosófica le llevó a realizar una estancia de investigación en la Universidad de Fráncfort, en el seminario preparatorio de la obra Facticidad y validez de Jürgen Habermas.
El resultado de este fructífero periodo sería un proceso de reflexión que cristalizó finalmente en su obra capital, los Fundamentos del sistema penal (1995 y 2011). Una reconstrucción integral del Derecho Penal desde la filosofía del lenguaje y bajo el primado de la libertad, el principio de legalidad y los derechos fundamentales. Todo un hito en la materia.
Tomás Vives fue también vocal del Consejo General del Poder Judicial (1990-1995). Sin solución de continuidad, fue designado magistrado del Tribunal Constitucional, en el que ejerció como vicepresidente desde 2001 hasta 2004. Muchas de las resoluciones en las que intervino siguen definiendo todavía hoy el estándar máximo de nuestros derechos fundamentales: legalidad, presunción de inocencia, libertad de expresión e información, destacando igualmente sus aportaciones en materia de proporcionalidad, ne bis in idem y prueba ilícita.
"Aunque de perfil discreto, Tomás Vives ha sido uno de los forjadores silenciosos, pero a la vez más sólidos y decisivos, del Estado de derecho español"
Finalizado su mandato en el Tribunal Constitucional, regresó a la Universidad de Valencia en 2005, reincorporándose como catedrático de Derecho Penal. Hasta su jubilación en 2009 volvió a entregarse plenamente a la docencia y la investigación, destacando su gran última monografía: Pensar la libertad (2019).
En compañía de otras relevantes personalidades, fue miembro fundador de Justicia Democrática, todavía en tiempos de la dictadura. Durante décadas participó decisivamente en varias tareas prelegislativas en los Ministerios de Justicia, de Interior y de Vicepresidencia, sobresaliendo en su papel de gran referente intelectual del Código Penal de 1995.
Autor de decenas de trabajos académicos, fue nombrado doctor honoris causa por las Universidades Jaume I y Santiago de Compostela. Recibió, entre otros múltiples reconocimientos, la Alta Distinción de la Generalitat valenciana.
Aunque de perfil discreto y poco dado a lucimientos sociales, Tomás Vives ha sido uno de los auténticos forjadores silenciosos, pero a la vez más sólidos y decisivos, del Estado democrático de derecho español. Así pues, todo un embajador de la tradicional estela de humanistas valencianos, portadores de ese espíritu ilustrado que se remonta a la cultura clásica surgida en las orillas de nuestro inseparable Mare Nostrum.
La pérdida de Tomás, el pasado 10 de julio, nos aboca a sus familiares y a toda la legión de amigos y discípulos a la tristeza y al dolor personal. Un verdadero agujero negro vital.
Sin embargo, y en este caso no es una simple frase, nos consolaremos manteniendo viva su memoria a través de la relectura de sus trabajos y del recuerdo de sus sabias y afectuosas enseñanzas.
Hasta siempre, don Tomás. Nuestro tan querido como admirado maestro.
*** José Luis González Cussac es catedrático de Derecho Penal de la Universidad de Valencia.