Cada vez hay mayor consenso acerca de la recesión que tenemos a la vuelta de la esquina. Y ello a pesar de que el Gobierno ha vuelto a recortar, por enésima vez y las que queden, la cifra de crecimiento esperado hasta el 3,9%, cuando hace apenas 4 meses estaba en el 7%. Y además nos dicen que se avecina un escenario complicado.
Muchos expertos vaticinan que nuestro PIB crecerá este año en el entorno del 3%, dependiendo de la velocidad a la que se aproxime una recesión ya incuestionable. No sólo porque nuestros datos macro se encuentran entre los peores de los países de nuestro entorno. También porque los indicadores adelantados de la economía muestran un tortuoso camino a ninguna parte.
Al igual que los maestros del tarot, vamos a ir viendo las cartas que nos han salido por el momento, para que podamos adivinar cuál es el futuro de nuestra economía. Hace poco, el índice PMI de julio se ha situado en 48,6 puntos, por debajo de lo esperado, y anuncia nuevas caídas del mismo en meses venideros, anticipando que llega una recesión. Las empresas están recibiendo menos pedidos y reducen sus existencias ante la expectativa de una caída en la demanda que, consecuentemente, conllevará ajustes de sus plantillas.
La cifra de actividad y paro del mes de julio, un mes tradicionalmente explosivo para nuestro mercado de trabajo por el turismo, han sido decepcionantes. Julio se ha cerrado con 3.230 personas desempleadas más. E, incluso, con una ligera caída en el número de altas a la Seguridad Social.
Si comparamos con el mismo mes de años pasados, la caída ha sido elevada. Pero si consideramos que ahora no se contabilizan como parados a los trabajadores fijos discontinuos, el aumento real del paro podría ser terrible. Y anuncia lo que está por llegar tras el verano.
"Ya nadie duda de que la inflación del 10,8% será persistente en el tiempo. Y podría seguir creciendo a la vista de la ineficacia de las medidas tomadas"
Además, el número de horas promedio trabajadas muestra una tendencia a la baja. Lo que constituye, junto a la menor duración de los contratos, una señal de mayor precariedad laboral.
Los desahucios de viviendas están creciendo a la vista de las estadísticas de ejecuciones hipotecarias que en el primer trimestre han crecido un 5,4% para personas físicas y un 12,8% para las jurídicas. Una situación derivada del empeoramiento de la economía y que se agudizará en los próximos meses como consecuencia de la subida de un Euribor cerca del 1%, que podría escalar al doble el año que viene.
A este factor le añadimos el aumento de los precios de alquiler de dos dígitos, superando el 20% en algunas ciudades. Esto traerá más lanzamientos y menos renta disponible para consumo de los inquilinos.
Ya nadie duda de que la inflación del 10,8% será persistente en el tiempo. Y podría seguir creciendo a la vista de la ineficacia de las medidas tomadas. La inflación está vaciando silenciosamente el bolsillo de los ciudadanos, que dejan de consumir extras. A esto se le añade la paridad del euro frente al dólar, lo cual encarece nuestras importaciones y alimenta nuestra inflación, dado que las principales materias primas se compran en dólares.
"La matriculación de vehículos está altamente correlacionada con el PIB. Su caída anticipa el descenso que vamos a sufrir en los próximos meses"
La caída en la matriculación de vehículos en el mes de julio, históricamente bueno para el sector de la automoción, sin embargo, han caído un 12,8% respecto al año anterior. Un año que ya fue flojo tras la salida de la pandemia. En términos interanuales, las matriculaciones han caído un 17% y apenas llegan a los 940.000 vehículos, una cifra cercana a la del año 2012.
Hay que recordar que esta variable está altamente correlacionada con el PIB y anticipa el descenso que vamos a sufrir en los próximos meses. De hecho, el número de vehículos matriculados por cada 1000 habitantes es un indicador de prosperidad y riqueza. En julio de 2019 se vendían anualmente 32,07 vehículos por cada mil habitantes. Ahora, esta cifra es sólo de 19,81.
El aumento de la morosidad bancaria y los problemas de oferta de alimentos y materias primas, así como las restricciones que se quiere imponer a los negocios para el consumo de energía (medida que traerá menos ingresos) no son más que diferentes piezas de un rompecabezas de la recesión al que vamos dando forma conforme ponemos una pieza más. Y que nos muestra una imagen de nuestro país con negros nubarrones en el horizonte.
*** Juan Carlos Higueras es analista económico y profesor de EAE Business School.
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