Ser cultos para ser libres en Madrid

Nuestro presente es heredero de la Ilustración, que buscó la generalización del conocimiento y la cultura como medio para lograr la libertad del individuo, comenzando por la más importante de todas, la de pensamiento. Para juzgar con perspectiva crítica el entorno político, económico y social es necesario contar con un conocimiento de la historia y del saber.

Así lo entendieron Diderot y D’Alembert, impulsores de la enciclopedia como gran obra de difusión del conocimiento en el siglo XVIII.

La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, informa de que la Comunidad de Madrid contará este curso escolar con 1.266 nuevos profesores en centros públicos. EFE

Tras las revoluciones liberales, llegarán los primeros sistemas de instrucción pública bajo la perspectiva (ya presente en la República de Platón) de que el Estado, para su prosperidad, debía formar a ciudadanos con conocimientos que dieran lugar a sociedades más cultas, críticas y evolucionadas.

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España, como en tantas cosas, llegó más tarde que el resto de las potencias europeas a esta convicción, si bien con la Ley Moyano de 1857 se inició un camino que, con sus luces y sombras, situó en 150 años a nuestro país como uno de los que mayores tasas de alfabetización y formación superior tenía del mundo.

El periodo legislativo posterior al 78 no está exento de críticas. Pero, mirado con benevolencia, puede afirmarse que el sistema educativo ha vivido un progreso parcialmente lineal.

Hasta ahora.

"En el curso escolar que hoy comienza en Madrid sólo se podrá titular en ESO con una aprobación de 2/3 del claustro y de 4/5 en Bachillerato"

Con las prisas y chapucerías que caracterizan a este Gobierno se aprobó en lo peor de la pandemia una nueva ley educativa plagada de sesgos ideológicos y de ataques al esfuerzo y la evaluación como forma de medirlo.

Conscientes de lo que hacían, PSOE y Podemos impulsaron la norma cuando toda España centraba sus preocupaciones en la pandemia y retorcieron el reglamento de las Cortes para desechar de un plumazo las enmiendas de la oposición y aprobar las de independentistas y nacionalistas (que tenían pactadas previamente), dando lugar a una ley que en poco se parecía a la que informó el Consejo de Estado.

La única noticia positiva es que sus prisas dejaron un pequeño margen para que comunidades autónomas como Madrid pudieran utilizar los resquicios de una ley imperfecta a favor de la cultura, el esfuerzo y la excelencia.

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En el curso escolar que hoy comienza en Madrid sólo se podrá titular en ESO con una aprobación de 2/3 del claustro y de 4/5 en Bachillerato. La Filosofía será oferta obligatoria en 4º de la ESO junto a la oferta optativa de Cultura Clásica. La Historia se estudiará de manera lineal e incorporará hechos tan imprescindibles para comprender España como la Hispania romana, Al Ándalus, la conquista de América, la creación de la Unión Europea o el terrorismo de ETA.

En Lengua y Literatura seguirá estudiándose morfología, los autores del Siglo de Oro y la Generación del 98, entre otros.

Todo esto, por inverosímil que parezca, no estará en las aulas de miles de alumnos de otros lugares de España donde no se aprenderán las ecuaciones o el máximo común divisor, pero sí matemáticas con perspectiva socioemocional (sic). Donde no se enseñará quiénes fueron Isabel y Fernando, Lope de Vega o por qué unos centenares de españoles pudieron conquistar el Imperio mexica.

Y todo con un objetivo de ingeniería social que busca ciudadanos menos cultos y, en definitiva, menos libres. 

*** Ignacio Catalá es administrador civil del Estado y diputado del Partido Popular en la Asamblea de Madrid.