"La familia Taeger, compuesta por tres hijos –Milton, Edward y Arthur–, una hija –Elaina– el abuelo Rudolph, la tía Mansfield y el señor y la señora Taeger, empezó a derrumbarse en 1922, cuando vivía en Pittsburgh, Pensylvania". Así empieza Los dominios del lobo, la primera novela publicada de Javier Marías. Corría 1971 y el escritor tenía 19 años. Ayer murió en Madrid con 70 a causa de una neumonía que se complicó. Hoy, todas las portadas lo recuerdan y todos los periódicos publican especiales sobre su obra.
Marías, cuenta El País, no tenía redes sociales y seguía usando máquina de escribir. Cuando le dijeron que ya no podía utilizar el fax, comenzó a enviar sus artículos por WhatsApp, mediante fotografías de las hojas mecanografiadas.
Dijo Marías hace relativamente poco: "La posteridad es un concepto del pasado. Hoy en día no tiene el menor sentido. Todo se queda viejo a una velocidad excesiva. Cuántos autores, en cuanto mueren, pasan a un olvido inmediato". Y Javier Marías ya está, voluntariamente o no, enfrentando el desafío de su propia frase, de momento con éxito. Con un reguero de portadas y de lectores que lo recuerdan.
Karina Sainz Borgo, en ABC, confiesa haber sido una de esas periodistas que escribió una y otra vez la noticia que nunca llegó: el Nobel para Javier Marías. Y Luis Antonio de Villena, en El Mundo, desvela el contenido de una carta que le envió el novelista hace unos meses: "Los tiempos, en efecto, son más feos cada día. Qué siglo más calamitoso e imbécil".
Ayer, 11 de septiembre, se celebró la Liada en Barcelona. La Vanguardia: "El independentismo vuelve a llenar la calle con División". La Guardia Urbana habla de 150.000 personas, los organizadores de 700.000. No estaban Todas las almas. El president Pere Aragonès no participó en la manifestación. La gente gritaba pidiendo la vuelta de Carles Puigdemont, "El monarca del tiempo".
Recoge el rotativo catalán esta anécdota que encapsula los efectos del independentismo en una sociedad: "Un repartidor de Glovo –pongamos un trabajador cualquiera– intenta cruzar el Paralelo, pero desiste y tiene que bajar de la bici".
La Razón detalla que se quemó una fotografía de Aragonès y Sánchez. El Mundo recoge las reacciones de Moncloa a la marcha: "Algo hemos hecho bien. Ahora un ministro o un diputado del PP pueden pasear por Cataluña sin que los increpen".
Llevaban los manifestantes camisetas negras, veíamos La negra espalda del tiempo. Sergi Doria, en ABC, recuerda una película. Vivan los novios, de Berlanga, estrenada en 1970. Trata de una boda en Sitges que acaba en funeral. Una boda entre Junts y ERC. Ay, Los enamoramientos.
La ANC, entidad organizadora, pidió independencia o elecciones. Andaba por ahí Oriol Junqueras, ya saben cómo acaba esta Travesía del horizonte. Por cierto, El Confidencial publica una entrevista con Santi Vila, el único conseller del Gobierno de Puigdemont que dimitió antes de la declaración unilateral de independencia: "La mayoría en aquel gobierno éramos supercatalanistas, pero también españoles". ¡Qué Corazón tan blanco!
Mientras tanto, encuesta en ABC: Así empieza lo malo, deben de estar pensando en Moncloa. El PP obtendría 151 escaños, sumando más que PSOE y Podemos juntos. Sánchez no superaría los 108 y Yolanda Díaz se quedaría en 16. Vox caería hasta los 40, pero sería imprescindible para Feijóo. Berta Isla y Tomas Nevinson no obtendrían representación.
En una entrevista con EL ESPAÑOL, Cayetana Álvarez de Toledo, aunque con otras palabras, viene a decirle a Feijóo: Mañana en la batalla piensa en mí. Le apremia a pactar con Vox para desbancar a Sánchez si hubiera una mayoría posible e ironiza sobre el "constitucionalismo catalanista", el término que acaba de acuñar el líder de su partido: "Me parece una gallegada".
*Esta es la revista de prensa que Daniel Ramírez realiza cada mañana para "La España que madruga", en "Más de Uno", el programa de Carlos Alsina en Onda Cero.