La CAM se queda sin margen para negociar
El sistema sanitario de la Comunidad de Madrid necesita que todos los agentes implicados abandonen la politización de la Sanidad y promuevan de forma consensuada una revolución en el modelo de gestión.
Acaba una intensísima semana en nuestra Sanidad. Frente a la posibilidad de tener una política sanitaria sana y consensuada, nos encontramos con una Sanidad politizada que, en vez de guiarse por criterios de eficiencia, de calidad asistencial o de calidad del servicio al paciente, sólo se mueve en función de los intereses partidistas y de la oportunidad electoral del momento.
Y así son las cosas. Más allá de que se pudiera haber gestionado de una forma diferente o más diligente la crisis de los Puntos de Atención Continuada, antiguos SUAP (Servicios de Urgencia Extrahospitalaria), y SAR (Servicios de Asistencia Rural), el enfrentamiento estaba servido, para tratar de influir en la campaña electoral de las elecciones de mayo. El único problema es que la disputa se ha precipitado un poco, porque de aquí a mayo queda mucho tiempo. Y las cosas pueden dar un vuelco varias veces.
Y como las elecciones también hacen que los partidos que gobiernan se pongan las pilas, vemos el oxímoron de una Comunidad Valenciana que por una parte revierte las concesiones sanitarias hacia modelos de gestión pública directa –con unos resultados horribles-; y por otra, a los efectos de maquillar las listas de espera con vistas a esas elecciones y en contra de lo que hace el Gobierno de su mismo signo político, incrementa un 150% los gastos destinados a los conciertos. Vamos, que si es para aliviar la espera de los pacientes, bienvenida sea la colaboración con la privada.
La Comunidad de Madrid encarna la radicalización extrema de esa politización de la Sanidad. En esta comunidad soy el presidente de un grupo hospitalario privado que cuenta con 8 hospitales y más de 14 policlínicos funcionando de forma integrada y cubriendo entre el 10 y el 15% de la demanda asistencial de todos los madrileños. Además, tengo centros sanitarios en otras cuatro CCAA. De modo que conozco muy bien cómo funciona nuestro sector.
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Madrid, gobernada desde hace más de 20 años por el PP, se ha esforzado, huyendo del complejo del “qué dirán”, por tener el mejor sistema sanitario público a su alcance. Y a todas luces lo ha conseguido. Incluso, trató de hacernos la competencia cuando fue la primera comunidad que empezó a hacer hospitales con habitaciones individuales, eliminando con ello la ventaja competitiva que teníamos en la atención por el confort. Además, la Sanidad madrileña sale ganando en comparación con otras CCAA de acuerdo con diferentes indicadores, como el posicionamiento que ocupan sus centros sanitarios en distintos ránkings.
La CAM lleva sin sacar un concurso público de listas de espera de forma reglada desde hace más de 10 años. Me preguntan, con inquina, cuánto trabajo nos da al sector privado la presidenta Ayuso a través de los conciertos. La respuesta: menos del 0,5% de nuestra facturación. Y aún así mantiene los terceros mejores datos en lista de espera quirúrgica de nuestro país. Y si bien mantiene concesiones con el sector privado en apenas 5 hospitales públicos con gestión privada, son de lejos los que mejores datos de eficiencia, de calidad asistencial y satisfacción del paciente tienen dentro de la Comunidad.
"La atención por videoconsulta ayuda a aliviar de forma significativa los saturados servicios de Urgencias, en los que más del 80% de las atenciones requeridas no son urgentes"
El problema con la Sanidad madrileña es la dificultad de que encuentre acomodo. En el debate se mezclan muchas cuestiones diferentes. Y, como dijo la presidenta, es sorprendente que por 34 médicos de 7.000 se forme tanto alboroto.
En cuanto a la atención por videoconsulta, es ya una normalidad en el sector sanitario. Ante cualquier duda, al paciente se le pide que acuda a su centro de referencia de Urgencias, y solucionado. De hecho, con eso se ayuda a aliviar de forma significativa los saturados servicios de Urgencias, en los que más del 80% de las atenciones que se requieren no son urgentes. Y más si se da la circunstancia, como ahora, de que las citas en la Atención Primaria tardan una media de entre 3 y 8 días.
Es necesario ir más allá de los intentos de desestabilización política. Por una parte, se está tratando de mantener el statu quo que otorga el estatuto marco a los trabajadores del sector, que no permite controlar de forma eficiente el funcionamiento de las instalaciones. Por otra parte, se pretende que se mejoren las condiciones de los profesionales tanto en sueldos como en recursos humanos, cuando lo cierto es que no hay suficientes médicos para todo, ni suficiente dinero. Y, por otra, el gobierno de la CAM intenta contentar a unos y a otros, a profesionales y sindicatos, tratando de calmar las aguas cediendo y cediendo cada vez más. Y sin que se le pase por la cabeza siquiera contar con la infraestructura del sector sanitario privado en nuestra Comunidad. Y así es imposible. Las posibilidades de negociación de las autoridades políticas se están acabando por falta de margen.
El funcionamiento del sistema sanitario en la Comunidad de Madrid exige una auténtica revolución que rompa el statu quo existente y permita pasar a otra fórmula en la gestión y en el funcionamiento del sistema sanitario público. Una revolución que prime a los que trabajen más frente a los que trabajan menos.
"Se necesita una revolución que permita conectar y hacer interoperable la información con el sector privado para evitar duplicidades e ineficiencias y que garantice la continuidad asistencial"
Una revolución que permita que los médicos de familia estén motivados por ser capaces de hacerse partícipes y responsables hasta el final de la evolución de sus pacientes.
Una revolución que permita conectar y hacer interoperable la información con el sector privado para evitar duplicidades e ineficiencias y que garantice la continuidad asistencial entre ambos entornos, con objeto de dar el mejor servicio a sus ciudadanos.
Una revolución que permita ver al paciente como un todo y tratarle de forma integral y transversal. Es decir, desde que nace hasta que muere y por programas multidisciplinares.
Y esa revolución debe promoverse de forma consensuada y pacífica por todos los agentes y los políticos implicados. Porque de no hacerlo así, aun con los mejores indicadores sanitarios del país, sólo conseguirán que acabemos en un enfrentamiento social de gravísimas consecuencias.
En Madrid toca ponerse a hablar en serio de Sanidad. Y mirar de una vez el modelo que queremos para este siglo XXI, y que debe guiar al resto de servicios sanitarios.
*** Juan Abarca Cidón es presidente de la Fundación IDIS.