Adiós a Saura, el desayuno de la Reina, Vargas Llosa en París y el gran Lucio
Saura, Letizia, Lucio y Vargas Llosa; la autora comenta lo más destacado de la semana a través de sus protagonistas.
Carlos Saura
El jueves empecé a escribir El bestiario de la semana encabezado por la figura de Carlos Saura, cineasta, fotógrafo, dibujante y escritor, que el sábado iba a recibir en Sevilla el Goya de honor a su carrera. Y así fue, pero a título póstumo porque el viernes se lo llevó por delante una insuficiencia respiratoria. En enero había cumplido 91 años. Un dios mayor de la cinematografía española. Una carrera plagada de éxitos y en la que la cantidad y la calidad siempre fueron juntas. Así se lo reconoció la gente de nuestro cine en el sentido homenaje se le dedicó anoche en la 37ª edición de los Premios Goya.
Saura nació en Huesca. Era tan aragonés que hasta dedicó películas a la jota. Una sola vez lo entrevisté, pero fue suficiente para deslumbrarme. La casa donde vivía en la sierra madrileña estaba invadida por sus artilugios preferidos: máquinas de fotografiar, cuadernos llenos de bocetos, fotos de sus chicas (Anna, la hija, y Eulalia Ramón, su mujer). Una casa intensa y barroca donde no quedaba un solo hueco libre. Su hija era entonces un bebé, y Eulalia, la madre, iba de un lado a otro pendiente de ella. Ahora todo ha cambiado. El otro día vi una foto de Carlos y su hija sentados en sendas sillas de directores de cine, estupendos los dos y mirándose mutuamente. Cualquiera hubiera dicho que posaban para el cine. Carlos llevaba una visera de adolescente y Anna lo contemplaba risueña y arrobada. Habían transcurrido muchos años desde aquella primera vez que estuve en la casa y pocas cosas habían cambiado. Carlos miraba el mundo desde sus gafitas Lenon y Anna se había convertido en mujer. En cambio, Eulalia seguía siendo un pibón.
A Carlos lo recuerdo interesante y tosco, de pelo escaso y voz ronca, sonrisa difusa, frente abultada. Hizo películas por un tubo, algunas tan celebradas como Cría Cuervos, Mamá cumple cien años, Ay, Carmela, Goya en Burdeos o La prima Angélica.
Adiós, director, adiós. Que el amor te proteja también en el otro mundo.
Reina Letizia
La llaman dieta “Perricone”, aunque ignoro quién la bautizó con ese nombre. Tal vez la propia reina, que sin ser aficionada a la buena mesa cultiva el desayuno fitness, una mezcla de almuerzo sin pan, energético y fácil de preparar. Consta de una tortilla compuesta por tres claras y una yema, además de 50 gramos de salmón salvaje a la plancha, muy beneficioso para la piel. También té verde, media taza de copos de avena, una rodaja de melón, 100 gramos de frutos del bosque, astaxantina y ácidos grasos, además de ocho vasos de agua diarios. Que me perdone la Reina: un rollo de desayuno.
[Así es el desayuno de la reina Letizia: fácil de preparar, barato y buenísimo]
Otros alimentos de esta dieta son los huevos orgánicos de gallinas libres, yogur natural, frutos secos, semillas, kiwi, brotes verdes y pechuga de pavo. Terminantemente prohibidos azúcares, harinas, alcohol, mangos, papayas, plátanos y uvas.
No todo el mundo es partidario de esta modalidad de dieta. Es un desayuno difícil y poco apetitoso, pero contribuye a mantener una silueta fina y la cinturita breve.
Lucio Blázquez
La capital está rebosante de gloriosas tabernas y marisquerías exquisitas. Hace años, cuando la calle Jorge Juan todavía no era un desmadre de restaurantes caros, la gente bajaba en tromba a la mítica Casa Lucio para aspirar el intenso aroma de los garbanzos del cocido. Los tiempos cambian. Mucho antes, llegar a Madrid y besar el santo era pasarse por este rincón de la Cava Baja a ver el paseíllo de los famosos, escuchar los chistes del mesonero y comer huevos rotos. Hoy todavía se comen. Y es que en el viejo Madrid las modas no prescriben.
El pasado martes 7 de febrero Lucio Blázquez recibió un homenaje en su restaurante. Al evento asistieron renombrados homólogos del mundillo gastronómico, como Alberto Chicote, Mario Sandoval, Paco Roncero y el consabido “largo etcétera”. La presidencia del acto la ostentaba José Luis Martínez Almeida, el alcalde de los ojos azules, que descubrió una placa en honor del famoso cocinero. Lucio es el kilómetro cero de la gastronomía. Inauguró su restaurante en 1974, y algunos lo bautizaron entonces como un “fast food del siglo XVII”
Mari Carmen Blázquez, su hija, ha seguido fiel al arte de los fogones sin cambiar demasiado lo que ya se cocinaba en el local llamado antiguamente “El Mesón del Segoviano”, donde Lucio empezó a trabajar y donde ya se presumía de servir las mejores de Ávila, que es la tierra del gran mesonero.
La vida del gran Lucio, que hoy domingo cumple 90 años, ha estado marcada por la villa de Madrid, de la misma manera que los últimos cincuenta años de la vida de Madrid han estado marcados por el gran Lucio. En su abigarrada galería de fotos, lo mismo te encuentras a Lola Flores que al rey Juan Carlos, a Jane Fonda que al expresidente Clinton, a Felipe González que a Camilo José Cela. Y así sucesivamente.
Mario Vargas Llosa
Esta ha sido la semana de Mario Vargas Llosa. Una semana gloriosa que ha elevado al Nobel peruano a la cima cultural y social de dicha lengua, que es la Real Academia Francesa, junto a Balzac, Simón Veil y otros ilustres. En el solemne acto el escritor estuvo acompañado por la familia en pleno: su esposa y sin embargo prima, Patricia, y sus hijos (Álvaro, Gonzalo y Morgana). También le acompañaron un concurrido grupo de invitados personales. Entre ellos, el rey emérito, recién llegado de Abu Dabi, y la infanta Cristina, con cara de felicidad.
Mario Vargas Llosa ya es uno de los cuarenta inmortales, como los académicos que le han precedido: Voltaire, Montesquieu, Víctor Hugo, Alejandro Dumas, etc. En realidad todos los académicos son inmortales. Por cierto, Vargas Llosa ocupará el sillón número 18.
[Mario Vargas Llosa se convierte en un "inmortal" ante una Patricia Llosa impasible]
El Nobel peruano, que nunca escribió en francés pero lee a Flaubert en estado de deslumbramiento y confiesa que la literatura francesa siempre ha sido una de sus pasiones, dijo el jueves, en su discurso de ingreso, que “la novela salvará a la democracia”. Imaginación no le falta.
El novelista recibió además la espada de acero toledano que llevó durante la ceremonia. Se la entregó la secretaria perpetua de la “Academie”, Hélène Carrère, quien se ha referido a Vargas Llosa como “lo que en la Academia llamamos un hombre de buena compañía”.
La ocasión, por otra parte, sirvió para que el Rey emérito declarase que vendrá pronto a España. Como la familia oficial de Mario, que tal vez vuelva a reunirse con él en Madrid, donde la prima, Patricia Llosa, ya ha compartido casi piso, casi amor y casi lecho, aunque no sería de extrañar que nada más llegar a la capital se mudara a una habitación de hotel para guardar las formas.