Desde la profunda tristeza por su muerte que a tantos nos embarga, no puedo ni quiero inventariar aquí los extraordinarios logros políticos y empresariales de Josep Piqué, pues son de sobra conocidos y se han glosado justamente y sin cesar desde que nos dejó este Jueves Santo.
Hay un clamor unánime, al que me sumo, que destaca su brillantez, su inteligencia y su talento. Su afán de concordia, su voluntad de servicio público y su empeño por hacer España mejor desde cada una de las posiciones que ocupó en su intensa trayectoria. Desde luego, no puedo estar más de acuerdo. Pero yo no tuve el privilegio de conocer personalmente a Josep Piqué hasta hace poco más de cuatro años, de modo que lo que quiero compartir con ustedes es lo que para mí significó.
Verán: escogeré tres momentos que recuerdo con gran viveza.
Un desayuno organizado por DigitalES sobre el mundo que nos viene. En apenas hora y media, Piqué recorre el último siglo en geopolítica internacional, y desgrana los retos, desafíos y esperanzas de un mundo post-occidental en el que el islamismo, la globalización y el resurgimiento de China marcan un nuevo escenario de cuestionamiento de nuestros valores occidentales.
Avisa certeramente a Europa de la urgencia de avanzar en su integración si no quiere ser barrida por el viento de la historia. Deslumbraba, embelesa con su oratoria y su conocimiento. Agudo en sus razonamientos, estructurado en el discurso, es evidente la concienzuda preparación de su alocución. Una mente global, con el mundo en su cabeza. Entendí instantáneamente que para él la política exterior era la más exigente política de Estado.
Un restaurante en pleno verano madrileño, en el que coincidimos su familia y la mía. Mi querida Gloria Lomana, siempre cálida y efervescente, propicia un cariñoso encuentro, en el que el Piqué familiar resplandece. Un hombre que se ha ido afinando física, intelectual e ideológicamente, hasta alcanzar una consistencia de seda. Una finura que se concreta en su piel casi transparente, como de nácar, de párpado de bebé. En sus ojos azules cansados pero vivísimos, en una nariz tan fina como un delicado contrafuerte.
[Tribuna de Alberto Núñez Feijóo: Josep Piqué, el político que militaba en la concordia]
Sesión inaugural del Grupo de Trabajo FIDE para la Convención sobre el Futuro de Europa, dirigido por Susana del Río, para analizar por qué es necesario convocar, durante la legislatura europea 2019-2024, una nueva Convención europea. Josep Piqué despliega su visión de Europa hoy. Propone, anima, sacude de las solapas a la UE con elegancia infinita. Pone los cimientos para el trabajo de este órgano y contribuye con su “Europa como garantía de una sociedad abierta” a la publicación coral de las 20 propuestas finales del Grupo: “Miradas desde la Sociedad Civil para el futuro de Europa”, unas páginas que para siempre tendré el privilegio de compartir con él.
Sí, Josep Piqué es la prueba de que es posible aunar el Renacentismo y la Ilustración en el siglo XXI. He de confesarles que he vuelto a emocionarme al recordar esos momentos compartidos. Y es una emoción de las buenas, de las luminosas, de las que te hacen ser mejor y querer hacer mejor las cosas. Como él, de hacer España mejor.
*** Beatriz Becerra es escritora y exdiputada del Parlamento Europeo.